Visita presidencial
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Opinión

Editorial

Visita presidencial

 


 

Desde hace al menos dos semanas trascendió que el presidente de México, Enrique Peña Nieto, estaría hoy en Oaxaca, para inaugurar la Asamblea del Consejo Mexicano de Comercio Exterior (COMCE) y cortar el listón del controvertido Centro Cultural y de Convenciones de Oaxaca (CCCO). Han arribado ya a nuestra capital miembros del Estado Mayor Presidencial a fin de realizar los operativos necesarios para resguardar al ejecutivo federal.

 

No han faltado las amenazas del magisterio afiliado a la Sección 22, con una campaña negativa asimismo en su contra. Y es que en tanto se siga creyendo que los maestros son quienes abren o cierran la puerta a placer, ante funcionarios o el presidente de México, sin que nadie les ponga un alto, así seguiremos. No hay que olvidar que en las tres visitas que EPN ha hecho el interior del estado: una a la ciudad y puerto de Salina Cruz; otra a la inauguración de un Parque Eólico y una más a Huatulco, siempre los maestros han dado la nota. ¿Ello ha traído algún beneficio a los oaxaqueños? Por supuesto que no. La bolsa de recursos que históricamente llevan los mandatarios a los lugares que visitan en el interior del país, simplemente no ha llegado a Oaxaca.

No podemos ignorar que al presidente le queda poco más de un año al frente del ejecutivo federal y que desde que inició su gestión, hace cinco años, no ha venido a la capital oaxaqueña. Es importante subrayar que si bien es cierto que existe entre el ejecutivo federal y el gobernador Alejandro Murat una buena relación personal e incluso de estima, Oaxaca sigue estando a la zaga del desarrollo nacional y sin el apoyo que requiere de la Federación.

 

Los operadores de Los Pinos han guardado prudencia en las visitas a nuestra entidad, justamente porque quieren evitar dolores de cabeza y descalabros. A ningún gobernante le interesa llega a un estado y que ello genere disturbios o violencia. La postura del Cártel-22 no es más que un propósito perverso y guiado por la sinrazón, porque una cosa es estar en contra de la Reforma Educativa y otra, muy distinta, asumir el papel de porteros para abrir o cerrar la puerta a conveniencia al presidente de este país. No es fácil revertir ese estado de cosas. Tanto la Federación como el gobierno estatal han permitido esta situación y, por tanto, son corresponsables en la creación de ese onagro que es el magisterio. Está por demás decir, que urge ya una mano firme que lleve a los maestros a sus centros de trabajo y los haga dejar la calle, que no es lo suyo.

Nula relación prensa/Federación

El presidente de México, Enrique Peña Nieto concluirá en breve su quinto año de gestión, sin haber instrumentado una política de comunicación social que fortaleciera su presencia en los medios del interior del país. Como ninguno de sus antecesores, al menos desde Ernesto Zedillo Ponce de León, el actual mandatario se perfiló como el que más soslayó a los medios del interior del país. Hay que subrayar que en el pasado remoto e inmediato, no se registra tal opacidad en los recursos públicos destinados a los medios, entre los cuales se ha privilegiado a los monopolios televisivos e impresos, pero jamás a la prensa que está diseminada en todo el territorio nacional y que, aunque el centralismo pernicioso no lo acepte, es la única que permea hasta en los sitios más recónditos de la geografía nacional.

 

En el entorno federal, se siguen los viejos cartabones de quedar bien con los medios de la capital de la República, cuya circulación jamás podrá compararse con los medios locales. En regímenes anteriores se pudieron constatar avances en materia de transparencia publicitaria y otros, menos en el actual. Se ha advertido, por el contrario, soberbia, arrogancia y desprecio por lo que se diga en el ámbito estatal y local.

A los medios impresos se nos ha visto como si estuviéramos al servicio del poder en turno, no como negocios y empresas que dan empleo a millones de mexicanos. Se ha pretendido meternos en una dinámica de servilismo y no en instrumentos que pueden servir como catalizadores de la relación entre gobierno y sociedad. Hay una ignorancia supina respecto a lo que los medios locales pueden hacer en sus territorios de influencia.

Por ello, pese a los graves riesgos que entraña una posible viraje a la izquierda que ponga en riesgo la estabilidad política y social del país, sólo hay que reconocer que en los principios están los fines y que ese soslayo, marginación y desprecio puede traducirse en un enemigo letal cuando lleguen los tiempos políticos y la Federación pretenda echar la vista atrás. El daño estará hecho. Sin ambages podemos decir: en México no existe la relación prensa/Gobierno.

Por el contrario, Peña Nieto se llevará en su bagaje, la conciencia de decenas y decenas de periodistas asesinados, desaparecidos y un clima en torno a la libertad de expresión, similar al que padecen las dictaduras más sanguinarias del mundo. México es hoy, más que en el pasado reciente, en uno de los sitios más peligrosos y letales para el ejercicio del periodismo.