Quinto Informe: ¿Lo malo cuenta?
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Quinto Informe: ¿Lo malo cuenta?

 


Para el presidente Peña Nieto, que ayer presentó una versión a modo (a su modo) del quinto informe de gobierno, lo único que cuenta es “lo bueno” y para ello se desplegó una intensísima y costosa campaña por radio y televisión donde aparece con campesinos, con estudiantes, con empresarios y con gente de varios estratos, proclamando que “lo bueno cuenta” y exaltando triunfos económicos inexistentes.

Se omite que México se encuentra en el último lugar de la OCDE, ese club de países de clase alta que admitió compasivamente a México (más por grandote que por grandioso). México es grande en su irrefrenable pobreza, no resuelta con “lo bueno que sí cuenta”.

Extrañamente (para los suspicaces), Enrique Peña no aparece en ninguna escena o spot con alguno de los más de 50 millones de pobres, tampoco con alguna de las miles de víctimas de secuestro, con mujeres violadas, con familiares de asesinados y con tantos agraviados por la falta de acción y de atención por parte de las instituciones de justicia, de seguridad social, de salud y de educación. También, para los más suspicaces, el gobierno de EPN presentó un “modelo educativo” que no está ni puesto en práctica y menos ha sido probado, en el cual se combate al gran atributo de la memoria (en los spots los niños dicen “no quiero memorizar”, quiero aprender”, como si para esto último no fuera indispensable el registro virtuoso de la memoria).

Bien, pareciera que no se quiere que las generaciones actuales y futuras ejerciten la memoria para no recordar los desastres sociales que este sexenio está dejando: pobreza, narcotráfico, ineficacia administrativa, inseguridad, corrupción rampante, falta de crecimiento y desarrollo económico, trampas políticas para ganar el PRI en 2018, entre otras lindezas que un régimen en descomposición ha propiciado en perjuicio de la sociedad.

En lo político, y al acercarse el tenebroso cambio en el Poder Ejecutivo, el gobierno federal, utilizando a la vieja y mañosa estructura del PRI ha empezado a lanzar brutales y sucias ofensivas contra otros partidos y contra actores políticos a quienes ve como potenciales competidores en 2018. Así, el primer objetivo es desmembrar al PAN, acusando con mentiras al líder Ricardo Anaya, inventando que la antigua riqueza de su familia política se debe al puesto que éste ocupa y utilizando información privilegiada con la que sólo cuenta la PGR, el SAT, la Unidad de Inteligencia financiera de SHCP y la Secretaría de Relaciones Exteriores. En complemento, lograron cooptar al panista Ernesto Cordero para que traicionara al PAN y la retribución fue hacerlo presidente del Senado, afianzado con las 30 monedas de plata que recibieron Javier Lozano y Roberto Gil Zuarth. En este rejuego de porquería se enreda la finalidad de convertir en Fiscal General a Raúl Cervantes, distinguido priista que cuidaría al gabinete actual durante los próximos nueve años.

Un peligroso adversario para el PRI, Rafael Moreno Valle, está siendo acusado de practicar espionaje a todos los funcionarios habidos en el gobierno federal. El fin: desplazarlo de una posible candidatura por el PAN y dejar que este partido elija a Margarita Zavala, de pequeñas dimensiones para el debate político y a quien se derrotará fácilmente. Está claro que Moreno Valle o Anaya, con mayor capacidad dialéctica despedazarían en cualquier debate a Osorio Chong o a José Antonio Meade y por ello hay que sacarlos con falsedades de la jugada.

El PRI de Peña Nieto no puede decir en su quinto informe que trata de bloquear el Frente Opositor y capitalizar los errores del “purificador” de Macuspana para mantener una continuidad de corruptelas, a un precio equiparable sólo a las acciones represivas e intimidatorias de Nicolás Maduro o de Daniel Ortega.

En suma, lo bueno cuenta, lo malo ni existe y ni lo ven y mucho menos lo sienten; pero esta morralla visible pesa más para la sociedad, que las cuentas bancarias mal habidas que han dejado los socavones.