El pan no era para enfermos
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El pan no era para enfermos

 


Doña Virgilia Díaz Santos jamás se desanimó cuando en una semana vendió solamente un pan integral que hizo con su esposo Fidel Jarquín Valencia, los dos pioneros en hacer este tipo de alimento en la década de los sesenta en la ciudad de Oaxaca de Juárez, que la gente consideraba para enfermos. Ella fue de casa en casa, de negocio a negocio ofreciendo este producto novedoso, pero aun raro, desconocido.

Cuando don Fidel era soltero todavía a los 27 años de edad, se enfermó. Entonces conoció a un terapeuta alemán que le cambió la vida. Le recomendó una dieta a base de vegetales, granos y semillas; nada de carne ni derivados de leche. Desde entonces a la fecha sigue una alimentación vegetariana, convencido de las bondades nutritivas de este sistema de alimentación.
Después de casado vinieron los hijos. Durante la semana él trabajaba en una ferretería en la capital oaxaqueña y en los fines de semana, el domingo sobre todo, se dedicaba a limpiar el trigo con un colador y ventilador, luego lo molía en un molino de mano para elaborar finalmente el pan en el horno de una estufa.

Así nació el negocio familiar en 1971 y el pan integral en sus diferentes formas fue conquistando poco a poco el gusto y la aceptación de la gente, a través de segundas y terceras personas, pero la cosa mejoró en definitiva cuando establecieron el primer expendio en la colonia Reforma. Como ya había un poco más de ingresos, se vieron en la necesidad de adquirir un molino de trigo tradicional, de piedra, para atender la demanda que crecía afortunadamente.

Una anécdota: el día de la inauguración de dicho expendio prepararon un pastel de manzana para compartirlo con los invitados, pero en el trayecto se le cayó a la persona que lo llevaba y encima pasaron varios vehículos de motor, quedando solamente señales de que se trató de algo bueno.

Cree don Fidel que eso le trajo suerte; lo mismo opinó un vecino suyo. Al día siguiente, una señora fue a preguntarle si lo que vendía era pan de harina integral y al ser afirmativa la respuesta adquirió algunas piezas para su casa. Desde entonces se hizo la venta directa al público.

Pero hacer pan era para don Fidel un trabajo muy duro. Se levantaba entre las dos y las tres de la mañana para moler el trigo y dejar lista la masa era tarea de todos los días, pero además tenía que ir a trabajar en la ferretería, por lo que decidió dejar este empleo en 1985 y dedicarse de tiempo completo a la elaboración del pan, el tipo de pan que consume la gente pero con harina preparada por ellos mismos, con los nutrientes requeridos para la salud humana.

Don Fidel y su esposa, doña Vicky, están muy contentos porque concretaron su sueño, el trabajo rindió frutos. Por todos lados se habla ahora de pan integral y las autoridades del sector Salud recomiendan consumir productos nutritivos y ahí cabe su trabajo, ahora con mejor equipo que antes. La pareja está consciente de que a la fecha todavía es muy difícil entender que hay que volver más a lo natural.

Cuando era niño, allá en su natal Tlacolula de Matamoros, don Fidel recuerda que los panaderos llevaban su trigo al molino y obtenían lo que llamaban la “harina de mollete”, con la cual hacían el pan para la gente que venía de los pueblos, de la sierra mixe y de otros lados. Lejos estaban de imaginarse que se trataba de un buen producto, que da vitalidad a la gente. No era tan corriente, como pensaban sus paisanos.

Sin embargo, aceptan que hace falta mucha información y educación para que aprendamos a consumir productos nutritivos, sin alteración de sus contenidos. Por lo que respecta a ellos, se sienten bien por hacer algo bueno para la gente.