La sequía que llega
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Editorial

La sequía que llega

 


La capital oaxaqueña y los municipios conurbados conectados a la red de agua potable están padeciendo hoy mismo los efectos del estiaje que se anticipa severo e inédito. La semana pasada trascendió que la presa Benito Juárez, ubicada en Jalapa del Marqués, había cerrado las compuertas que nutren del agua de riesgo para los cultivos istmeños, ante la mínima capacidad que tiene la citada presa: sólo el 14 por ciento del total. Esta situación, realmente histórica, pone en peligro no sólo la misma supervivencia de miles de ciudadanos que se dedican a la pesca de mojarra y otras especies, sino a los campesinos que riegan sus tierras con el agua que proviene de la presa. Para ilustrar la gravedad del problema, hace unos días publicamos un interesante reportaje de nuestros colaboradores de El Imparcial del Istmo, mostrando al exconvento del Siglo XVI casi completo, que quedó bajo el agua cuando el predio fue inundado. Eso no lo habíamos visto durante décadas. Para paliar la situación de las familias que resultarían afectadas, la Comisión Nacional del Agua (Conagua), cedió y de momento eliminó las restricciones para la perforación de pozos de agua, que habían sido prohibidos. En la ciudad de Oaxaca y los municipios conurbados, el racionamiento y el escaso fluido del vital líquido, ha generado molestias, habida cuenta de que ante la falta del suministro, la ciudadanía ha tenido que recurrir a los camiones cisterna que a cambio de dinero, surten a domicilio agua potable. Aún en colonias densamente pobladas como las ubicadas en el norte de la capital, el suministro de agua se está haciendo cada diez días, lo que refleja la gravedad del problema. Más aún, se sabe que los mantos acuíferos ya están secos y que los pozos que sirven para surtir, carecen de la capacidad para seguirlo haciendo. Hoy más que nunca lamentamos la cancelación del mega-proyecto hidráulico Paso Ancho, que desde el gobierno de Ulises Ruiz, pasando por el de Gabino Cué, se había convertido en una esperanza para que los habitantes de la capital y su entorno urbano, no murieran de sed. Se tuvieron grandes avances y tenemos entendido que se invirtieron muchos millones, pero pasó algo parecido que con las súper carreteras al Istmo y la Costa: la empresa Tradeco, S.A. de C.V., igual que ICA, quebró y dejó abandonada maquinaria y equipo ante la pobreza de capital para financiar una obra de esa envergadura.


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