Al ladrón, al ladrón
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Al ladrón, al ladrón

 


Cinismo en grado superlativo es lo que manifiestan, el propio exgobernador Gabino Cué y su auditor superior, Carlos Altamirano, personajes emblemáticos de los resabios del atraco del siglo contra el patrimonio de los oaxaqueños.
Con desvergüenza que raya en lo paranoico, el gran ladrón (así lo confirman las cifras estratosféricas del dinero que la Contraloría reporta como desvíos en todas las dependencias del gobierno que encabezó) Gabino habla para Quadratín, con sorna exacerbada. Su desplante retador deja entrever lo que muchos oaxaqueños deliberan: pactó impunidad.
Atreverse a expresar que a los oaxaqueños “los llevo en mi mente, en mi corazón, durante seis años hice mi mejor esfuerzo…”, significa desprecio inconmensurable, no afecto. Le faltó decir que su esfuerzo fue para potenciar su cleptomanía y la de su banda de facinerosos.
Además de su mordacidad, Gabino externo su carácter retorcido y retador.
Cobijado, seguramente, por alguno de esos pactos sombríos que acostumbran los ladrones de cuello blanco desde las cúpulas de nuestro sistema político corrupto, Gabino dijo que se encuentra en la mejor disposición para que las instancias correspondientes lo investiguen.
Con el mismo talante impúdico, apareció ayer en el llamado poder legislativo, el auditor superior del estado, Carlos Altamirano Toledo. Cómo personaje central de la metáfora de aquel que distrae con el grito de “al ladrón, al ladrón” para salvarse él mismo después de robar. Esto fue lo que hizo con los diputados de la anterior legislatura, famosos por vender protección a los presidentes municipales. La misma ASE ha informado de los miles de millones de pesos que desviaron los ediles de casi un centenar de municipios. Lo raro es que no hay una sola denuncia penal por el robo de tanto dinero. Apenas, a principios de este mes, el mismo auditor dijo que
El auditor superior y su jefe Gabino, son vistos como símbolo de los resabios del atraco del siglo. Lo extraño es que Carlos esté aún incrustado en el gobierno “del cambio generacional”.
Lo que explica su permanencia al frente de la ASE, son sus ligas con dos exdiputados harto influyentes. Alejandro Avilés y Neofito Toledo. El primero como presidente de la Jucopo y diputado preponderante como coordinador de la bancada priista. El segundo por su papel de presidente de la comisión de auditoría y vigilancia. En esta triada estaba la facultad de vender impunidad a los ediles saqueadores.
Lo que declaró el miércoles pasado (Tiempo de Oaxaca) el auditor superior sobre la gran corrupción en el congreso, fue un mensaje cifrado -al estilo de las mafias- para que no lo interrogaran con dureza durante su comparecencia ante las comisiones de auditoría-vigilancia y de administración de justicia. Y surtió efecto.
Después de la exhibida que dio a los diputados “que se reparten el presupuesto de la cámara como botín”, entre otras lindezas, los dejó sin agallas para cuestionarlo.
Cuentan algunos que el que cabildeó para que la comparecencia de su tío Carlos, fuera tersa, fue el diputado perredista Carol Altamirano. Lo primero que hizo el de la ASE fue retractarse de los señalamientos de corrupción que hizo un día antes contra los miembros de la LXIII legislatura
?A cambio de qué? Seguramente Carol quiere que su tío siga al frente de la ASE. O, tal vez, algún porcentaje más generoso de ese “botín” al que hizo referencia su tío Carlos Altamirano.
Lo cierto es que hubo arreglo previo. El auditor se desdijo de los señalamientos por el manejo opaco de más de 700 millones de pesos que recibe el congreso. “Los medios malinterpretaron mis declaraciones en una entrevista banquetera”, dijo para expiar sus culpas.
Y como dicen que “entre gitanos no se leen la mano”, los diputados Eva Diego, PRD; Hilda Pérez del Morena, y la priista Laura Vignón, negociaron y nadie habló de la inoperancia de esa entelequia en que Carlos Altamirano convirtió a la ASE.

Lo mismo 

Por más que la sociedad manifieste repulsión a los diputados, parece que se empeñan en seguir deteriorando su imagen. Lo que sucede en el congreso de Oaxaca, hace que su imagen se deteriore constantemente.
En las encuestas sobre percepción de la corrupción en instituciones de gobierno, los partidos políticos alcanzan 91 por ciento y los legisladores el 83 por cientos.
Los integrantes del Congreso de la Unión no son excepción. Algunos ejemplos.
Adolfo Romero Lainas, senador del PRD por Oaxaca, está catalogado como el más improductivo de los 128 existentes en la Cámara de Senadores de nuestro país, según reportes del Sistema de Información de la Cámara alta
Este legislador aunque es jarocho, es “representante popular” de Oaxaca. Alcanzó el escaño gracias a una “carambola” legal, únicamente ha presentado tres iniciativas de Ley y nueve puntos de acuerdo, en 54 meses que lleva en el cargo, muy por debajo de algunos de sus compañeros senadores del partido del Sol Azteca como Dolores Padierna, Angélica de la Peña Gómez o Fernando Enrique Mayans Canabal quienes destacan por el número de iniciativas presentadas.
Los resultados del senador perredista del estado de Oaxaca, contrastan con las de su compañero Benjamín Robles Montoya quien ha presentado 57 iniciativas de Ley y 96 puntos de acuerdo, aunque ninguna ha sido aprobada por el pleno.
A la escasa productividad, también se suma el bajo número de intervenciones en tribuna, a la cual únicamente ha concurrido en 45 ocasiones desde que asumió el cargo de senador a la fecha.
La primera ocasión que subió a la tribuna del Senado de la República fue el jueves 27 de septiembre de 2012 para presentar una iniciativa conjunta con cinco de sus compañeros de partido.
Mientras que la última ocasión en que utilizó la tribuna del Senado fue el pasado martes 4 de abril de 2017, para intervenir a favor de un dictamen en Primera Lectura de las Comisiones Unidas de Salud y de Estudios Legislativos. Eso sí, Romero Lainas ha percibido en los últimos cinco años más de 12 millones de pesos, sin conseguir una sola iniciativa de Ley.

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