AMLO: ‘La economía no me preocupa’
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AMLO: ‘La economía no me preocupa’

 


El presidente Andrés Manuel López Obrador dijo el 13 de julio, en Ario de Rosales, Michoacán, que no le importa tanto la economía del país porque va muy bien, pero que sí le importa el tema de la salud y la inseguridad:
“Lo demás no me preocupa tanto, la corrupción es papita [fácil]. La economía está creciendo, a pesar de que dicen lo contrario, pero un dato es que el peso es la moneda que más se ha fortalecido en el mundo con respecto al dólar y hay menos inflación ahora que antes, y otro dato es que por primera vez en 36 años aumentó el salario mínimo”, dijo el sábado 13 de julio en Michoacán.
Y agregó que el principal problema en México es la corrupción pero que no le preocupa porque sabe cómo acabarla. ‘Si me preocupan dos asuntos –precisó- que haya seguridad y paz, además de salud.’
Y de vuelta a don Daniel Cosío Villegas con aquel tratado sobre “El estilo personal de gobernar”: “Ha sido siempre un tabú juzgar a un presidente de la República todavía en funciones, y más en el caso actual, a quien se considera el jefe de estado más discutido del México revolucionario… La pieza principal de semejante sistema es el Presidente, porque cuenta con facultades y recursos tan ilimitados, que lo llevan a gobernar, no institucional, sino personalmente.”
Esto es. Una vez instalados en el poder presidencial es recurrente que el titular del Ejecutivo quiera hacer las cosas a su manera y a como las tiene pensadas, con sus tiempos y ritmos. Gobernar a como había discernido en el pasado y durante sus campañas electorales.
Y para eso se rodea de personas que habrán de contribuir a que esas ideas y formas de gobernar se concreten en hechos: para bien o para mal, porque precisamente quienes trabajan para ese gobierno, o son parte de ese proyecto, o deberán estar conscientes de que ese proyecto es el del presidente, no su proyecto y, por tanto, deberán estar dispuestos a someter su criterio, su opinión, su ética, su conocimiento y profesión a ese alter ego presidencial…
… Hasta que el propio mandato de su conciencia les diga lo contrario, como ya ocurrió con Carlos Urzúa en Hacienda y con Germán Martínez en el IMSS y otros muchos más que ya renunciaron a seguir en el barco de la Cuarta Transformación.
Pero en todo caso lo que dijo el presidente de México en Michoacán, es un ejemplo de lo dicho por don Daniel en 1974 durante el gobierno de Luis Echeverría: “Arriba y adelante, si señor presidente, pero ¿en dónde vamos a aterrizar?” hoy sería: ¿Cómo vamos a terminar una vez transformados?
Y lo mismo aquí, cuarenta y cinco años después, cuando el país se debate entre las virtudes o defectos del gobierno de López Obrador: Para muchos, incomprensible por sus vaivenes ideológicos y de ‘sentido común’; para otros seriamente convencidos de que se camina hacia un monumental fracaso de gobierno y, por lo mismo, hay que estar alertas.
Lo de que al presidente no le importa la economía porque ‘va bien’ significa, en todo caso, que lo tiene resuelto, según sus propios datos. Aunque entre líneas desliza que las cosas en la economía no son perfectas porque “no estamos a punto de recesión”.
No importan las advertencias de especialistas tanto internas como externas que advierten una posible debacle económica en México; no importan las señales color ámbar que señalan un exceso del gasto en programas improductivos y sin un proyecto de crecimiento económico en el país; o por lo menos el que se desarrollen focos de crecimiento económico para satisfacer los programas sociales que tanto importan al mandatario nacional.
Las calificadoras dicen que el crecimiento mexicano podría caer a menos de 1 punto porcentual en este año, lo que alerta a los inversionistas nacionales y extranjeros para que tengan cuidado por lo volátil de las decisiones presidenciales mexicanas en materia económica.
Esto es: un gobierno anti neoliberal que asegura que está con “el libre mercado”; y que asocia sus proyectos al capital productivo privado; el mismo que un día se pelea con empresarios y otro día agradece su solidaridad…
Pero fuera de anécdotas de gobierno, la economía de un país sí debe importar, tanto como la salud, como la seguridad, como la corrupción y tanto más.
Pero que un gobierno de izquierda diga que no le preocupa tanto la economía parece contradictorio en las reglas de esa izquierda histórica que urge cuidar la economía, fortalecerla y hacerla productiva para de ahí derivar el resto de las soluciones por muy sociales que se quieran.
Para Karl Marx, la economía es la disciplina científica que analiza las relaciones de producción que se dan en el seno de la sociedad; y esas relaciones de producción deben ser eso: productivas, para derivar en lo social. La definición de la corriente objetiva proviene de Federico Engels quien señala: “La economía política es la ciencia que estudia las leyes que rigen la producción, distribución, la circulación y el consumo de los bienes materiales que satisfacen necesidades humanas”.
Así es que si, que lo económico es importante para el resto de los proyectos sociales de gobierno. Sin recurso no hay esos proyectos y se puede terminar en la precariedad. Todo esto, claro, desde la perspectiva de la izquierda, la misma con la que el gobierno de AMLO dice ungirse.
Bien haría el presidente López Obrador en fortalecer la economía mexicana, hacerla productiva y redituable: creciente y sin tropiezos. Una economía que rechine de limpia y brillante, fuerte y poderosa, para de ahí derivar en todos los programas sociales que tiene prometidos y que sí, son necesarios, pero con recursos económicos y con resguardo para el futuro.
Conformarse con que la economía “vaya bien” o con señales que son placebo podría significar un quebranto dramático en la vida nacional, incluyendo para quienes dice defender, que son las clases menos favorecidas y marginadas del desarrollo nacional. Ojalá lo dicho por el presidente en Michoacán sea sólo un recurso retórico y no una realidad peligrosa.