Sequía económica
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Editorial

Sequía económica

 


No obstante los pronósticos y mediciones tan optimistas de la Secretaría de Economía del gobierno estatal, sólo un ciego o torpe no advierte la sequía económica que se respira en la entidad. Por el lado que quiera verse no hay un repunte económico que se traduzca en bienestar para la población. Hace unos días en las páginas de EL IMPARCIAL. El Mejor diario de Oaxaca, dimos cuenta de la crisis que vive la flota camaronera de Salina Cruz, que otrora fuera una de las más pujantes del país. De una cincuentena de barcos sólo operan unos cuantos. La agricultura está en crisis, como también lo hemos informado. Las poblaciones encargadas de elaborar el famoso quesillo tienen que traer la materia prima de otros estados. Nada pues tiene el área correspondiente del gobierno estatal, la Secretaría de Desarrollo Agropecuario, Pesca y Acuacultura (Sedapa), de qué vanagloriarse, si los cultivos principales de algunas regiones de la entidad, como la Cuenca del Papaloapan, el Istmo o la Costa, como la papaya, el mango, la piña y muchos otros, están mal pagados y mucho menos cotizados que antaño. Aunque se diga lo contrario, en la realidad nuestros productores están mal, más aún con las políticas infames del gobierno de la mal llamada Cuarta Trasformación.

El campo oaxaqueño pues, no está en sus mejores momentos. Además de ello y por lo que hemos publicado en este diario, tal parece que los programas destinados para apoyar al campo, a la ganadería, en fin, al sector primario de la economía han tenido otros destinos, no precisamente fomentar la productividad y alimentar la economía. Mucho se comenta en los boletines oficiales que se incrementó la producción de tal o cual producto, pero ello dista mucho de que quienes lo han propiciado hayan recibido algún beneficio económico. El mejor ejemplo está en el café. Se habla de un clúster que habrá de beneficiar no a los productores sino a los acaparadores del aromático y a las empresas trasnacionales que se encargan de comercializarlo. Ello sólo atiende a la cuestión agropecuaria. Nada que ver con la pequeña y mediana empresa bajo fuego y acoso de la Secretaría de Finanzas y el Sistema de Administración Tributaria (SAT). Podrá no haber para pagar los salarios, pero los impuestos hay que pagarlos para evitar sanciones. Negocios que no generan de ganancias ni diez mil pesos al mes están más en la mira que los negocios a los que se les condonan millones.

Panorama preocupante

Expertos en el tema del agua han advertido el peligro gravísimo que se cierne en la población de la capital oaxaqueña y el área conurbada, en caso de presentarse una fuerte creciente del río Atoyac, el cual está totalmente invadido por viviendas y predios, que han sido apropiados de manera ilegal por parte de organizaciones y sindicatos del transporte. Hay quienes recuerdan los trágicos acontecimientos de 1969, cuando dicho afluente inundó parte de la ciudad, con toda la desgracia que trajo consigo. Este año se cumplen pues 50 años de dicho acontecimiento. No hay que soslayar que la capital oaxaqueña ha registrado un crecimiento anárquico e irregular. Muchas colonias carecen de los más elementales servicios, justamente porque fueron construidas en los márgenes de los ríos o en laderas peligrosas. Es lamentable pero ni el municipio de la ciudad de Oaxaca ni mucho menos sus similares en los alrededores cuentan con un Atlas de Riesgos, que ayude a prevenir situaciones en verdad trágicas. No hay, por otra parte, medidas de prevención que orienten a la ciudadanía a evitar que se construyan pesadas bardas en zonas de asentamientos.

Apenas ha iniciado la temporada de lluvias y faltan aún varios meses en que la naturaleza muestre su rostro más violento. Pero las autoridades –insistimos- no han tomado las medidas preventivas necesarias. Hace unos días mencionamos que los Servicios de Agua Potable y Alcantarillado (SAPAO), por ejemplo, no han tomado las providencias de desazolvar las alcantarillas que están materialmente taponadas de basura u otros desechos. Los canales de desagüe, lucen asimismo azolvados por basura o tierra, sin que se haya visto a la fecha la mano del gobierno estatal. La seguridad ante siniestros, como tormentas, sismos u otros, parecieran ser ignorados, lo mismo por legisladores(as) que por el gobierno estatal y municipal. Es la hora en que los consejos o comités de protección civil que solían operar en el pasado, no dan luces de vida. Es evidente que no hay interés por fomentar una cultura civil de protección ante contingencias que están fuera del alcance de todos evitarla, aunque sí contener sus efectos perniciosos o mortales. En ese sentido pues, estamos a la espera de emergencias sin contar con los instrumentos necesarios para hacerle frente, sino que una vez que se ahogue el menor, a tapar el pozo.