Nueva gira presidencial
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Editorial

Nueva gira presidencial

 


Según lo anunció en su conferencia mañanera del pasado lunes, si no hay cambio de última hora, hoy iniciaría una gira de trabajo del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, por la región del Istmo de Tehuantepec. Inicia en Matías Romero, para continuar en Juchitán de Zaragoza y Salina Cruz, para llevar a cabo diversas reuniones de trabajo y actos masivos con la población. Antes, se anticipó, el mandatario estaría en Minatitlán y Coatzacoalcos, Veracruz, la primera de ellas que fue noticia mundial el pasado Viernes Santo, cuando un comando armado masacró a trece personas, incluyendo un niño de un año. Ambas ciudades –ya es un secreto a voces- viven bajo el terror impuesto del crimen organizado, que se ha apropiado de negocios, viviendas, vida familiar y todo, sin que las autoridades estatales o municipales –emanadas del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA)- les puede devolver la tranquilidad perdida. Por su parte, dada la cercanía con nuestro estado, también la zona del Istmo de Tehuantepec, como mucho hemos dicho, está viviendo escenarios violentos antes nunca vistos, como es el caso de Matías Romero, que registra al menos un homicidio diario, así como sus vecinos Santa María Petapa y otras poblaciones del Bajo Mixe.

No dudemos que los sectores productivos le exijan al presidente López Obrador, tomar acciones severas en contra de los grupos criminales que azotan a toda la región, lo mismo en Asunción Ixtaltepec que en Juchitán; igual en Tehuantepec que en Salina Cruz. Sin embargo, hay también pendientes que el presidente debe conocer, como es el caso de los más de 3 mil millones de pesos que fueron destinados para la reconstrucción luego de los sismos del septiembre de 2017, cuyo destino nadie sabe, pues al parecer se fueron diluyendo entre la torpeza, la incapacidad de operación y la corrupción en los diversos órdenes de gobierno. La reconstrucción es aún una tarea pendiente, a un año y medio de haber ocurrido los sismos devastadores que afectaron duramente a la región. Miles de viviendas, escuelas, templos y otros, lucen aún los estragos de los siniestros, frente a una pared de apatía y vanagloria de las autoridades estatales. La obra más emblemática de dicha reconstrucción ha sido el Mercado Municipal “5 de septiembre” de Juchitán, aunque en éste, fue la sociedad civil y las fundaciones altruistas a las que hay que agradecerle.

¿Operación sellamiento?

En el gobierno anterior y ante la presencia de grupos armados en la Costa Oaxaqueña, a raíz –se decía- de la persecución de las autoridades en el estado de Guerrero y Veracruz, mucho se habló de la llamada “operación cucaracha”, es decir, los delincuentes huían de dichos estados y se internaban en Oaxaca para cometer sus tropelías e ilícitos. Era común en el argot policial escuchar de la “operación sellamiento”. Lo anterior viene a cuento a raíz de la masacre perpetrada en Minatitlán, Veracruz, el pasado Sábado de Gloria, 20 de abril. El ejecutivo estatal afirmó en entrevista que giró instrucciones para blindar las fronteras del estado ante dicha masacre, suponemos que en límites con el estado de Veracruz, una operación que se advierte incierta habida cuenta de que cientos de muertes que han perpetrado o aparecido en Tuxtepec son producto de los grupos delictivos que se han enquistado en dicha entidad. No sólo ello. Dichos grupos criminales operan con total impunidad en un estado y otro, incluso, bajo la protección o perpetrada por los mismos elementos policíacos. Hay que recordar solamente la incursión de la Policía Estatal en un rancho de Loma Bonita, llamado “La Engorda”, sin que el hecho tuviera repercusiones y, posteriormente, el desfile de camionetas y sujetos armados, por las calles de dicha población, portando letreros alusivos a su identidad.

Lo que el ejecutivo estatal no debe ignorar es que la delincuencia organizada ha permeado por todo el estado. No hay región en la que no tenga presencia. Es decir, los citados grupos criminales ya han podrido a nuestra entidad, como lo han hecho en estados como Guanajuato o Jalisco. Sellar las fronteras estatales puede ser un buen intento, pero ello implica no aceptar la realidad lacerante que vivimos. La frontera con Veracruz es, desde hace mucho tiempo, una tierra de nadie. Se han realizado operativos que no han reducido en lo más mínimo el índice de inseguridad y muerte. A diario, hombres o mujeres han sucumbido ante las balas criminales. Sean amas de casa, obreros, campesinos, ganaderos, estudiantes, vendedores, etc. No hay distinción para los sicarios que siegan vidas a granel. Es impresionante que el Estado Mexicano siga doblegado por estos grupos de delincuentes y sicarios; que con toda la fuerza institucional, sigan diezmando a la población mexicana.