Viernes Santo
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Opinión

Editorial

Viernes Santo

 


Uno de los días de mayor fervor religioso no sólo en la capital sino en los Valles Centrales y otras poblaciones de la Sierra Sur, como Sola de Vega, Miahuatlán y otros, es el Viernes Santo. El pueblo católico se vuelca a los templos y plazas públicas en donde se llevan a cabo pasajes importantes que rememoran el sacrificio de Nuestro Señor Jesucristo. En lo que se refiere a la capital y el área conurbada, seguramente hoy, miles de católicos se darán cita en la Iglesia de San Matías Jalatlaco o en Santa Cruz Xoxocotlán, para escuchar el mensaje de la ceremonia de “El Encuentro”. Se trata de un pasaje en el cual, camino al Calvario, Jesús se encuentra con sus padres: José y María. Hay localidades que lo hacen con tal dramatismo que no faltan personas que rompan en llanto. En Ánimas Trujano también se celebra esta ceremonia. En pocos lugares se lleva a cabo la Crucifixión, sin embargo, hay ciudades como Miahuatlán de Porfirio Díaz, en donde, al filo de las cinco de la tarde, se llevan a cabo las ceremonias religiosas de “Las Siete Palabras” y “El Descendimiento”. El Señor es bajado de la cruz para depositar su cuerpo en la urna funeraria y de ahí en procesión darle el pésame a la Virgen María.

En la capital oaxaqueña, desde hace algunas décadas, se estableció la llamada “Procesión del Silencio”. Un grupo de fieles encapuchados acompañan el cuerpo inerte de Jesús, caminando en silencio y sólo acompañado por el sonido monótono de un tambor. El ritual es impresionante, aunque los no católicos lo miran con escepticismo. Es parte de lo que muchos visitantes quieren conocer. He ahí el por qué hemos insistido en días anteriores en que la ciudad capital debe mostrar su mejor rostro y no reflejar el descuido que tanto hemos criticado. Es inconcebible que el Centro Histórico haya sido tomado prácticamente por indigentes y alcohólicos, quienes se han apropiado de las jardineras, de los pasos peatonales y de las esquinas, dando un espectáculo deprimente. Oaxaca es no sólo un referente cultural indiscutible en el país sino además, un vertedero de costumbres y tradiciones únicas en su género. El mejor ejemplo de ello es La Samaritana o la Procesión del Silencio. Ninguna de ellas se celebra en otras partes del mundo católico o cristiano, más que aquí. Y hay tal arraigo a la tradición que no hay oaxaqueño que no celebre, aún con la devoción requerida, dichas fechas.

Operativos policiales obligados

Dada la inseguridad que prevalece en la entidad, aunque de manera oficial se diga una y otra vez que somos una entidad segura, es prudente haber puesto en funcionamiento el operativo policial de esta temporada. Las carreteras oaxaqueñas, aunque duela decirlo, no son las más seguras del país. Hay tramos peligrosos en donde suelen darle asaltos a vehículos particulares y de pasajeros. Uno de esos tramos se ubica en la Súper Carretera Oaxaca-Cuacnopalan, justo entrando de la autopista México-Córdova, en donde se han cometido una serie de ilícitos por parte de bandas delictivas, refugiada en poblaciones de la zona, dedicadas al robo de combustible, mismas que ha diversificado sus acciones criminales. Las carreteras y vías que cruzan la Mixteca oaxaqueña le hacen segunda. Ahí, la prioridad de los ladrones son las unidades mayores cargadas de mercancía u otros productos. No obstante los operativos realizados y la aprehensión de varios cabecillas, los asaltos continúan. Empero, la vigilancia policial que se requiere en la Semana Santa es, particularmente, en sitios de playa, balnearios naturales o sitios de recreo, en donde también se cometen ilícitos.

En la capital oaxaqueña, como ya hemos comentado a lo largo de los últimos meses, la situación de inseguridad se ha exacerbado. Los asaltos están a la orden del día y en esta temporada se incrementan. Los robos de auto-partes y vehículos no se diga. La carencia de elementos suficientes para proteger a la ciudadanía ha mostrado con claridad su situación lamentable, pues no basta disponer de patrullas y elementos sólo en donde se llevan a cabo ceremonias religiosas, sino hacerlo sin descuidar el entorno tan complejo de inseguridad que existe en las colonias populares y asentamientos que no cuentan con vigilancia. Decíamos hace unos días que resulta una afrenta a la sociedad que una sola patrulla con cinco o seis elementos, tenga a su cargo la vigilancia de toda una agencia municipal. A ello hay que agregar la desaparición o desmantelamiento de los módulos de policía que algún día sirvieron al menos para contener la comisión de ilícitos. No se conocen las estrategias que brindará por ejemplo el gobierno de la capital oaxaqueña para brindar seguridad a los visitantes del país o el extranjero que vienen a gastar su dinero a Oaxaca y a beneficiar a miles de familias que viven del turismo.