Una tierra de nadie
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Opinión

Editorial

Una tierra de nadie

 


La estadística de homicidios dolosos y ejecuciones no ha cedido en Oaxaca. El mejor exponente de esta situación de violencia es Juchitán de Zaragoza o ¿cómo se explica que a dos cuadras de donde el gobernador Alejandro Murat, junto con conocidos empresarios mexicanos llevaba a cabo la entrega oficial del Mercado Municipal, el jueves 11 de abril, se haya cometido una doble ejecución? Lo anterior pone en evidencia a quienes de manera torpe y dolosa le han hecho ver una interpretación de la seguridad que dista mucho de la realidad. En el periodismo se dice que es tan reprobable conculcar la libertad de expresión que manipular la realidad. Y eso es justamente lo que han hecho quienes tienen a su cargo la delicada responsabilidad de la seguridad pública. No se trata desde luego de un hecho fortuito ni casual. Es la realidad que viven los juchitecos, cuyos gritos de desesperación no han sido escuchados ni por las autoridades estatales ni, mucho menos, federales. Comerciantes, empresarios, prestadores de servicios, etc., están acorralados por cobros de derecho de piso y otras infamias.
Pero, ¿qué ha ocurrido con los famosos operativos de seguridad que se pusieron en el Istmo y la Cuenca, el año pasado? Nadie habla de ellos. El asunto no pasa de una visita de los jefes policiales o titulares de la dependencia, la Secretaría de Seguridad Pública, con sus homólogos en los municipios, pero de ahí no pasa nada. Hay que recordar que a principios de junio de 2018, un mes antes de las elecciones de ese año, fueron asesinadas tres personas, entre ellas nuestra compañera María Soledad Cruz Jarquín, además de Pamela Terán Pineda y Adelfo Jiménez, candidata a Síndica Municipal y chofer, respectivamente, por un comando armado. A raíz de este hecho criminal, los candidatos de los diversos partidos y coaliciones que estaban en campaña, las suspendieron en virtud de la inseguridad en la región. Ante la escalada mediática que se desató, el gobierno estatal dispuso la operación de un dispositivo de seguridad con la Policía Estatal y las Fuerzas Federales. No obstante lo anterior, la inseguridad siguió permeando e incluso de dieron crímenes en las mismas narices de los elementos que participaban en el operativo. Ello implica que, las cosas en tierras tecas están más allá de los buenos propósitos gubernamentales. La muestra de que es una tierra de nadie quedó de manifiesto el jueves de la semana pasada.

Inversiones, el mito

Desde el inicio de la administración de Alejandro Murat, hemos escuchado una y otra vez, el logro de importantes y millonarias inversiones. Se habla de muchos millones de dólares. Sin embargo, como ya se ha dicho, la única inversión que se cacarea a menudo es la de Mitsubishi, la empresa japonesa que está en proceso de instalar un parque eólico, calificado como el más grande de Latinoamérica. El asunto no ha sido fácil. A la referida empresa le han hecho ver su suerte con amparos y movilizaciones de los grupos que afirman defender el territorio y la cultura indígenas. Se trata, desde luego, de farsantes de la llamada lucha social. Sin embargo, a lo que vamos es a esto. No se advierten inversiones en otro rubro que no sea el de energía eólica. Y es la inseguridad que prevalece en la entidad lo que ha inhibido mucho el arribo de capitales frescos. Dos regiones: el Istmo y la Cuenca del Papaloapan, que eran en el pasado paraísos para los inversionistas, se han convertido en desolladeros de gente. Las estadísticas de homicidios dolosos son preocupantes, con un ingrediente adicional: la protesta de decenas de organizaciones sociales que tienen más de 40 años imponiendo su ley, por lo que cualquier inversionista debe ponerse a mano con los dirigentes. Nos referimos particularmente a la acartonada y pulverizada Coalición Obrero, Campesino, Estudiantil del Istmo (COCEI). Cualquier noble propósito de devolverle a los istmeños algo del gran potencial que tienen, se topa con estos hampones.
El asunto de las inversiones millonarias pues, algo tienen de mito. Es loable el propósito del ejecutivo estatal de buscar aquí y en otras partes, inversionistas potenciales o reales, que busquen la producción de determinadas cosas y la generación de empleos, además, obviamente, la derrama económica, pero también, siendo realistas, hay uno y mil obstáculos para hacerlas realidad. Uno de ellos es la tenencia de la tierra. En Oaxaca, se dice, el 90% es comunal. Si alguien quiere invertir en vivienda de interés social, se topa con ese impedimento legal. He ahí los obstáculos para las carreteras y caminos. Hay que pagar el derecho de vía casi a precio de oro. Desde hace mucho que no se ve en Oaxaca el arribo de inversionistas en dicho tema. Se trata de un terreno fangoso y de difícil arreglo. Habrá pues que demoler mitos y hablar de las inversiones sobre hechos reales no ficciones.