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Si, como pretende, el temerario agitador profesional Flavio Sosa Villavicencio -“El Demonio de Tasmania”-, logra hacer ombudsman a cualquiera de sus secuaces, ya sea a César Mateos, a Razhi González o a Yéssica Sánchez Maya, la Defensoría de los Derechos Humanos de Oaxaca seguiría sin calidad moral. El tutelaje de la potestad de los oaxaqueños perdería todo signo ético. Seguiría siendo lo que es con Arturo Peimbert: una institución del Estado solo para el resguardo de grupos políticos afines.

Pero hay algo más grave, la DDHO quedaría en manos de verdaderos delincuentes porque los operadores de Flavio Sosa, como él, han hecho carrera en el activismo político grupal basado en la violencia, la provocación y -¡oh ironía!- pisoteando los derechos humanos. No es gratuito que se haya ganado el mote de “incendiario”.

Faltan dos o tres semanas para que el Congreso local elija al nuevo defensor de los Derechos Humanos de Oaxaca (DDHO) donde la convocatoria atrajo a 42 aspirantes muchos de ellos convencidos de que será un proceso de selección transparente. Se llevarían una gran decepción si salen con la aborrecible imposición.

Entre los inscritos hay juristas reconocidos, con experiencia y estudiosos de la política de derechos humanos, pero también están los oportunistas de la ignominiosa APPO, varios de ellos con antecedentes criminales. Escudriñar la trayectoria de los aspirantes, sus antecedentes y hasta su calidad moral, debe ser tarea primaria de los diputados que, por la determinación que tomen en este asunto, estarán en la mira de la Opinión Pública. Su papel será histórico máxime que la predominante bancada del Morena pregona una política distinta a la imposición, el autoritarismo y las componendas que identificaron a la “mafia del poder”. Hacer lo mismo sería un fiasco.

Eson son
Decir que los candidatos de Flavio Sosa podrían agandallarse la DDHO, tiene mucho de probabilidad. Este riesgo debe alertar a los auténticos defensores de los derechos humanos y a la sociedad,
Apenas la semana pasada, las viudas y deudos de uno de los multihomicidios atribuidos a Flavio Sosa y Cesar Mateos, estuvieron en el zócalo para encararlos. “No a la amnistía para multi asesinos como AlbericoDiaz Jerónimo”. Así corearon en conferencia de Prensa frente al palacio de gobierno. Además de este individuo, señalaron a Flavio y Cesar Mateos como “responsables” de la masacre de diez campesinos de Choapam. Los mataron en la emboscada perpetrada el 14 de mayo de 2011 en El Portillo, donde resultaron también 16 lesionados, 9 de ellos de gravedad.

Al recordar aquella matanza en Choapam. ocurrida al inicio del “Gabinato”, las viudas lloraron su desgracia.
Insistieron que Flavio y su socio “fueron los que organizaron a los guerrilleros para la emboscada”. Explicaron que “las viudas no llegaron porque están enfermas, se quedaron a medio camino. Nosotros hemos estado en pie de lucha, pero a ver señor gobernador ¿si a usted le mataran a un familiar se quedaría tan tranquilo, sin hacer justicia?”. Así preguntaban, al aire.
Dolidas porque nadie les dio respuesta en el palacio, repitieron, una y otra vez, que el hecho de soltar a un multi homicida es un complot político del presidente López Obrador y su partido para amnistiar a criminales. Para liberar a este indiciado gestionó directamente el diputado morenista Carol Altamirano, afirmaron.

En aquellos meses del 2011 los medios relataron el complot y señalaron a los instigadores de la masacre.
Flavio Sosa, ante el alud se señalamientos en aquellas fechas dijo: “asumo mi responsabilidad política” y declaró que se ponía a disposición de las autoridades en el proceso de investigación. Fue pura simulación. Era operador del gobernador Gabino Cue por lo que, en el caso de Choapam, muchos siguen esperando justicia.

Evidencias
Efectivamente, para no castigar a los causantes de este multi homicidio hay “complot político” y mucha influencia como la de uno de los activistas más reconocidos por el presidente AMLO.

Así lo señalan los deudos de Donato López Castro, uno de los que fallecieron en la emboscada al acusar insistentemente a la dupla Flavio-Cesar y seguidores, como los presuntos culpables del ataque.

Nabor López Castro, hermano del fallecido Donato, declaró durante las investigaciones que siguen truncas, que “los que planearon la emboscada fueron los profesores de la escuela primaria y del jardín de niños, azuzados por el duo Flavio-Cesar, entre otros. Todos, dicen, atendían las instrucciones de esta pareja que llegó a Choapam para asesorar a los seguidores del petista que supuestamente ganó la elección municipal y que se oponía a una nueva votación”.

Lo delicado es que ahora que López Obrador habla de una “política diferente”, los derechos humanos de Oaxaca puedan quedar en manos de individuos de esta ralea. ¿Lo permitirán los diputados?

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