Salvar a La Guelaguetza
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Opinión

Toltecáyotl

Salvar a La Guelaguetza

 


Ya hemos escrito sobre la historia del “Yac”, (nariz en lengua náhuatl), que le da origen a la vida humana en torno a esta “nariz” montañosa de la Sierra Norte, que penetra el Valle de Oaxaca, y por la cual, se asentaron los Viejos Abuelos a las faldas del cerro, hoy conocido como del Fortín. Igual que el Tepeyac (en la CDMX) o el Tepeyacac (Tepeaca, Puebla). Por esta razón, estos “puntos energéticos” de las cadenas montañosas, los seres humanos, desde tiempos inmemoriales, mantenían un intensa comunicación energética-espiritual con las montañas. No en vano, en estos lugares, los españoles edificaron las basílicas de La Virgen de Guadalupe y la Virgen de la Soledad.

Las fiestas que se han celebrado en honor a la relación con estos “puntos energéticos”, dan vida, en el caso de Oaxaca, a la llamada Guelaguetza. Y a pesar de que se dice que esta fiesta nace con las fiestas de la “Rotonda de las Azucenas” y más tarde, del “Homenaje Racial”. Lo cierto, es que es mucho más antigua, como la misma Ciudad de Oaxaca, que fue habitada siglos antes de que llegaran los invasores españoles.

A partir del gobierno de Diódoro Carrasco, los funcionarios le han metido, -indebida e inmoralmente-, “la mano sucia” a la Guelaguetza. La atrocidad más nefasta se da en el gobierno de Nelson Murat Casab, en donde se crearon cuatro Guelaguetzas.

La “gallina de los huevos de oro” está a punto de morir por la ineptitud y la ambición de funcionarios corruptos y empresarios voraces. La clase dominante en Oaxaca, compuesta de extranjeros avecindados por generaciones, se caracteriza por la ignorancia y el desprecio hacia la cultura, historia y filosofía ancestral de este maravilloso lugar, -único en el mundo-, llamado Oaxaca. Solo saben, -torpemente-, explotar y depredar la riqueza cultural milenaria de Oaxaca, que la lleva a ser: “Oaxaca, la reserva espiritual de México”.

Oaxaca tiene mucha riqueza cultural que debería ser apoyada y fortalecida de manera respetuosa. Tenemos el gran potencial de Mitla y la fiesta nacional del Día de Muertos y un largo etc., pero este no es el punto de esta entrega, amable lector.

Si existiera inteligencia y responsabilidad en el poder político y económico de Oaxaca, debería crearse una Fundación Cultural que se encargara, no solo de la Guelaguetza, sino del Patrimonio Cultural Intangible. Integrado por gente ajena a la política y al poder económico. La Guelaguetza se debe “ciudadanizar” y se debe democratizar. De ella, deben desaparecer los cotos de poder de politiquillos, turisteros, folcloristas y “maestros de danza”, que en la capital y en cada una de las capitales regionales son “caciques culturales”.

La Guelaguetza debe ser tratada como “Un bien cultural estatal”, lejos del alcance de efímeros poderes y grandes egos. La Fundación debe estar integrada con personas honorables, que desinteresadamente entreguen su “tequio” por el bien común. En cada región debe existir una representación, que debe velar porque se haga una selección justa y apegada a un estricto reglamento, cronograma de actividades y objetivos precisos a cumplir.

El inicio de la selección debería ser en el mes de agosto y se llevaría un año la selección regional. A los grupos inscritos para concursar, se les pediría no solo un número determinado de presentaciones públicas, sino la obligación de crear “escuela” con niños y actividades culturales. Es decir, que los grupos aspirantes deberán hacer un trabajo en la investigación, promoción y difusión de los valores culturales de su región, no solamente dancísticos. Esto alentaría un auge y revaloración de las culturas regionales en todo el estado. De modo que después de un año de “servicio cultural a la comunidad”, sería irrefutable la selección, en la cual estarían fuera las presidencias municipales, los políticos regionales y el decimonónico y anacrónico “Comité de Autenticidad”.

Salvar a la Guelaguetza no es una tarea fácil, pero tampoco, -cuando existe responsabilidad-, una tarea imposible. Se requiere la voluntad y responsabilidad política del Ejecutivo del estado. Se requiere mucho trabajo de planeación y la intervención de un grupo integrado por especialistas de diversas áreas de experticia. Con un trabajo responsable y profesional, con total independencia de la política y el influyentismo se puede lograr. De no hacerlo, la Guelaguetza tiene sus días contados.

Visite www.aquioaxaca.com