Incendios forestales: Nueva amenaza
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Opinión

Editorial

Incendios forestales: Nueva amenaza

 


Estamos ya entrando en los días calurosos y sofocantes, pero también en la temporada de estiaje e incendios forestales. La agreste orografía oaxaqueña está poblada –aún por fortuna- de bosques. Algunos de ellos son explotados por conocidos tala-montes que los han depredado a placer; otros, son asimismo explotados pero por comunidades que, con otra filosofía, tratan de cuidar su patrimonio natural y así como cortan añejos pinos, ocotes y otras especies, también hacen su labor de reforestar. Hay ejemplos de dichas comunidades que han instalado empresas cien por ciento sustentables, es decir, han convertido los recursos que explotan en las mismas en una manera de vivir con decoro y sin esperar nada de las bondades gubernamentales. El mejor ejemplo de ello está en los Pueblos Mancomunados de la Sierra Juárez. Pero hay otras comunidades de las que ya hemos informado en nuestras páginas, como por ejemplo la población de San Pedro El Alto, Zimatlán o Santiago Textitlán.

En dichas poblaciones la gente oriunda de ahí trabaja en aserraderos o produciendo bienes de los bosques, de tal suerte que cuando se presenta alguna contingencia como son los incendios forestales, no esperan a que lleguen las brigadas de la Secretaría de Desarrollo Agropecuario, Pesca y Acuacultura (SEDAPA) o la Comisión Nacional Forestal (Conafor), sino que ellos mismos utilizan sus propios medios para resolver la contingencia. Pero ello no ocurre en el resto de poblaciones con vocación forestal. La mayoría espera que sea el gobierno quien resuelva la situación. Muchas de estas contingencias se deben a que aún hay comunidades que siguen utilizando el viejo sistema de la tumba-roza-quema, que acaba con la tierra y todo lo que ésta tiene de riqueza, para sembrar unos cuantos surcos de maíz para la subsistencia. Es evidente que todo ello tiene que ver con la ignorancia de los comuneros, de los vecinos y propietarios de los predios. Una cosecha de maíz bien vale la pena para acabar por completo con un terreno fértil y hacerlo un erial improductivo y desértico. Hace falta difusión extensiva a nivel estatal, para crear consciencia entre la ciudadanía, sobre todo en las comunidades, de que hay que evitar los incendios forestales, poniendo interés en no quemar basura, no arrojar fósforos o colillas en la maleza, entre otros. La prevención es, ante todo, un antídoto para evitar males mayores.

Cinturones de miseria

Desde hace más de dos semanas, EL IMPARCIAL. El Mejor diario de Oaxaca, abrevando de las enseñanzas de sus fundadores, ha dado voz a muchos de los más pobres. En efecto, ha realizado una campaña para dar a conocer la situación por la que atraviesan decenas de comunidades oaxaqueña laceradas por la pobreza, la soledad y la desesperanza. En este ejercicio hemos detectado que hay poblaciones fantasmas, habida cuenta de que desde hace mucho, sus pobladores emigraron hacia el Norte del país o los Estados Unidos de América, pero se sostienen de las remesas benditas que mandan sus familiares a las comunidades. Esto representa un intento de desenmascarar las políticas ficticias y asistencialistas de los programas sociales tanto del gobierno estatal como federal. También nos ha permitido detectar el fracaso de dichas políticas que, de ser encaminadas a enfrentar la pobreza han resultado instrumentos de proselitismo clientelar. El problema, sin embargo, no es sólo en comunidades de Valles Centrales, la Sierra o la Mixteca, sino asimismo en las mismas goteras de la capital, como es el caso de los asentamientos que se ubican en Zaachila, en el área que es utilizada como tiradero municipal.

La pobreza en Oaxaca es un mal endémico que no se puede ocultar. Hay pobres por todas partes, sin que haya un programa gubernamental que tenga como propósito abatirla o, al menos, acotarla. No es fortuita nuestra crítica que a diferencia de gobiernos priistas anteriores en éste no hemos visto que existan planes o propuestas encaminadas en ese sentido. En el gobierno de Gabino Cué no existió ningún programa al respecto, menos en éste. He ahí el porqué de la crítica a la labor que realiza en la entidad la llamada Secretaría de Desarrollo Social y Humano (SEDESOH), es decir, nada. En el pasado, las comunidades con serios problemas de pobreza sometían a la consideración del Comité de Planeación para el Desarrollo de Oaxaca (COPLADE), sus proyectos para abatir el rezago, pero hoy todo parece estar de cabeza, pues dicha área dejó de tener la relevancia del pasado para convertirse en un ente casi inexistente. Y en ello mucho tiene que ver la modificación burda y torpe que se le hizo a la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo del Estado, en donde unas áreas se volvieron obesas y otras se pulverizaron. El fondo de todo subyace nuestra pobreza recurrente y congénita. Y el problema como tal, prevalece.