Atropellos a los derechos civiles
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Editorial

Atropellos a los derechos civiles

 


El magisterio del mal llamado Cártel 22 se ha cebado por completo en esta semana sobre los derechos civiles de los oaxaqueños. Un segmento denominado “Formadores de Docentes”, que laboran en el sistema de normales y otro de “Educación Física”, han tomado la ciudad como rehén de sus atolondrados métodos de lucha, generando en el pueblo indignación y coraje. Desde un principio lo anticipamos: los maestros o esos parásitos sociales así llamados, están emulando a sus colegas de la Sección 18 de Michoacán, que se apropiaron de las vías del tren provocando un daño jamás visto a la entidad: pérdidas por miles de millones de pesos, pues han obstaculizado desde el flujo de gasolina hasta de mercancías y alimentos básicos. Montados en su macho, los prosélitos de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), le están cobrando la factura al gobierno de Andrés Manuel López Obrador, pues fueron sus principales promotores. No obstante, el presidente de México les hizo un llamado, advirtiéndoles que éstos son otros tiempos y que él no caerá en el chantaje. Pero los pseudo revolucionarios mentores insisten en sacarle al gobierno de Silvano Aureoles, la friolera de 5 mil millones de pesos.

Lo que no han entendido los famosos “deformadores de docentes”, es que desde 2015 todo lo relativo a nóminas, pago de bonos, etc., corresponde a la Secretaría de Educación Pública (SEP). El martes pasado, el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO) informó que por su lado no tenía adeudos pendientes con dichos niveles de la Sección 22, habida cuenta de que todo se ha cubierto en tiempo y forma. Lamentablemente, los maestros ya están amañados por sus dirigentes que siguen empecinados en obtener prebendas tanto del gobierno estatal como del federal. Siempre han actuado de manera ventajosa y ruin. La ciudadanía –insistimos- está harta de los excesos y atropellos del magisterio y del vandalismo de los estudiantes de la Coordinadora Estudiantil Normalista del Estado de Oaxaca (CENEO). Hemos sido testigos de la forma en la que atracan en las casetas, roban vehículos de mercancías o actúan como viles delincuentes, sin tener reprimenda, aplicación de la ley o sanción pecuniaria. Desde que ocurrió el affaire Ayotzinapa, la impunidad ha sido la que ha solapado estos excesos que el pueblo oaxaqueño ya no pretende tolerar.

El bloqueo perpetuo

Como ninguna entidad del país, Oaxaca vive los síntomas de la ingobernabilidad y desestabilización. Ora por sindicatos como el de Trabajadores y Empleados de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca (STEUABJO), ora por los maestros del llamado Cártel 22 o por los normalistas o por comuneros u organizaciones sociales. Todos hacen lo que les place. Cierran calles, oficinas, carreteras, bancos, centros comerciales, etc. Atentan en contra de la libre empresa, de la libertad de circulación, de los derechos civiles y ciudadanos. Hay quienes parecen estar ya cebados en dichos métodos. Los maestros por ejemplo. Siempre están insatisfechos; se inventan una y otra banderas, el asunto es seguir fregando a la ciudadanía y conculcando los derechos ciudadanos como una forma burda para llamar la atención del gobierno. Desde hace 39 años, el pueblo oaxaqueño ha tolerado este suplicio, porque los bloqueos tienen derecho de autor: el magisterio. En 2006 la ciudadanía padeció los coletazos de una infamia disfrazada de lucha social y de primera insurrección del Siglo XXI, que sólo fue un ajuste de cuentas entre las mafias del PRI, que utilizó a los maestros como carne de cañón.

Hay aún resabios de aquella época que no pocos dirigentes atolondrados pretendieran repetir, como es la quema de llantas y las famosas barricadas. Y son los menos dentro del magisterio, de los normalistas o sindicalistas de la UABJO. Sin embargo ahí están, hacen su labor infame sin que nadie les toque un pelo. Desde ese año existe en el gobierno estatal un miedo cerval a utilizar la fuerza pública para garantizar los derechos de los más, conculcados por los menos. A veces no más de 20 personas paralizan la ciudad y la economía. Otras veces se actúa en contra de unos pero los operativos policiales no son parejos. A los maestros y a los miembros de la CENEO no hay que tocarlos. Pueden hacer las peores bajezas pero parecen estar protegidos por una coraza de impunidad. El simple hecho de amagar con desalojarlos, es motivo suficiente para que se aparezcan como abejas al panal, organizaciones de derechos humanos y organismos no gubernamentales para acreditar represión, aunque las corporaciones sean a veces las que reciban los golpes y catorrazos. Es decir, la victimización es el complemento ideal de la impunidad. Ahí es donde subyace la justificación de nuestro hartazgo ciudadano.