La conciencia ciudadana
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Editorial

La conciencia ciudadana

 


En el pasado, cualquier persona normal o afectada de sus facultades mentales podía impunemente golpear, maltratar o simplemente abandonar en la vía pública animales domésticos, con una insultante deshumanización e impunidad. Hoy, unos de los jueces más severos son las redes sociales. Veamos. A principios de semana una mujer fue sorprendida cuando circulaba en su automóvil por una conocida avenida que conduce a la Villa de Zaachila, llevando a rastras a un perro. Llevaba sujetada la cuerda desde el interior de su vehículo, por tanto, lo estaba haciendo de manera consciente y premeditada. No era un descuido ni, mucho menos algo accidental. La mujer fue encarada por otra mujer, que fue quien video-grabó la espantosa escena, para reclamarle dicho comportamiento, ante lo cual respondió con inconsistencias y falsedades. Para ese momento, el video había sido subido a las redes sociales, en donde ciudadanos conscientes del respeto que merecen los animales, exigieron castigos penales severos en contra de la responsable de este ilícito. La responsable, se supo luego, es enfermera del Hospital de Alta Especialidad del Estado de Oaxaca. Su fotografía circuló profusamente por la red.
Ante esta situación y enterado por las redes sociales, el presidente municipal de Santa Cruz Xoxocotlán, Alejandro López Jarquín contestó de inmediato, ofreciendo actuar conforme a derecho para sancionar a la responsable de tan aberrante acción. Hasta el momento se sabe que la Fiscalía General del Estado abrió un expediente del caso, mandando citar a la responsable, sin embargo, uno de los elementos que vale la pena destacar es que existe ya entre la sociedad civil una conciencia respecto al mal trato de animales y daños a la naturaleza. Y es necesario que quienes legislan aprueben iniciativas y leyes para endurecer penas en contra de aquellos que atentan en contra de la vida de las mascotas o utilizan métodos rupestres y crueles para sacrificar a las especies que sirven para la supervivencia humana. Una de las formas para acabar con eso último es la construcción de rastros. En diversas regiones del estado, reses y cerdos son sacrificados de formas ruines de crueldad. Se continúan usando métodos inhumanos. Esto se ha convertido en espectáculos de sádicos y enfermos que suelen acudir a la matanza de chivos en la Mixteca. Un espectáculo de Circo Romano que ha sido denunciado por organismos civiles de protección a los animales.

La flora urbana muere

Aunque un grupo de ambientalistas protestaron esta semana en el Parque Juárez “El Llano”, porque consideran que el descuido y el abandono oficial está propiciando la muerte de muchos árboles, nada han dicho respecto al derribo de decenas de viejas palmeras que han muerto por la plaga que las ha penetrado. En la colonia Reforma existían centenas de palmeras de diversas especies. La población de estos hermosos ejemplares se distribuían por algunas avenidas y boulevares. Manuel Ruiz, Heroica Escuela Naval Militar, Heroico Colegio Militar, Boulevard Eduardo Vasconcelos y otros sitios. Sin embargo, da tristeza ver que muchos de esos ejemplares que algunos calculan con más de 80 años de vida, han sido derribados en virtud de que sus ramas se secaron, dejando sólo un cuerpo inerte. Hoy, sólo los troncos secos lucen en dichas calles y avenidas. Una situación similar se vivió hace algunos años con las jacarandas. No obstante la denuncia de vecinos y hasta de especialistas, las autoridades poco han hecho para detener la muerte de esos ejemplares que ayudan a proporcionarnos oxígeno.
El gobierno de la ciudad debe hacer algo más que sancionar a aquellas personas que derriban árboles dentro o al exterior de sus domicilios. Debe propiciar la salvación de las especies, de esas plagas perniciosas que las han ido acabando. Aplicarles fumigaciones adecuadas al medio en que se ubican o aprovechar las temporadas para hacer las podas correspondientes. Al llegar la temporada de lluvias algunos viejos robles, ahuehuetes, higos o laureles se convierten en un peligro público cuando sus ramas son derribadas por el viento. Una manera de evitar que todo el árbol se venga abajo es hacer la poda y así evitar que el peso lo derribe desde la raíz. Hay pues formas y el gobierno de la capital tiene entre sus empleados a especialistas en flora urbana, de manera que por especialistas no paramos. Lo que urge es proteger a aquellas especies que ya están infectadas con virus o larvas, para que éstas no continúen deteriorando más el paisaje urbano y dejando a nuestra ciudad con un desierto. El desembolso que tienen que hacer las autoridades no es algo grave, dado que salvar una o dos palmeras, sauces, laureles u otros, es garantizar una vida sana para nuestros hijos (as). Pero hay que hacerlo de prisa antes de que las plagas perniciosas sigan en su labor depredadora en el paisaje citado.