Epifanía: Los Reyes Magos
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Epifanía: Los Reyes Magos

 


De manera tradicional, el 6 de enero se celebra la Epifanía del Señor. El vocablo es de origen griego y significa directamente “manifestación”, si bien está compuesto del prefijo epi, sobre y el verbo feno, brillar: “sobrebrillar”, porque justamente el surgimiento del Salvador o Mesías representó y ha representado para la Iglesia católica y las demás confesiones cristianas, el destello luminoso más notable y extraordinario de todos los tiempos.
Como se narra en el capítulo 2 del Evangelio de San Mateo, ”en los días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos” (Mt. 2,1 RVR 1960), con el propósito de adorar al rey de los judíos, porque habían visto su estrella en el oriente (Mt.2,2, RVR 1960).

Como hemos comentado en otros años con motivo de esta misma fecha, el Nuevo Testamento no da más referencias que el Evangelio de Mateo sobre los famosos “magos”, sin precisar si eran tres como se ha supuesto por el hecho de haber presentado tres ofrendas a Jesús: incienso, oro y mirra, que simbólicamente representan, el primero la deidad: solo a los dioses se sahumaba; el segundo áureo regalo sólo a los reyes y, el tercero, una resina aromática aplicada a quienes van a morir, lo cual denota las tres naturalezas del Niño de Belén: Dios, Rey y Hombre.

Desde hace más de 15 siglos, a los magos se les ha dado carácter real: reyes; también se les han dado nombres: Melchor, Gaspar y Baltasar. Uno es de tez blanca, otro de piel morena y el tercero es negro, lo cual tiene un profundo significado para la fe cristiana: todas las razas humanas son bienvenidas al reino de Dios y todas se inclinan ante el Redentor.

Ni la realeza ni los nombres son verdades bíblicas, por tanto no son parte del canon ni son artículos de fe. Corresponden a la veneración popular aceptada y estimulada por la Iglesia para afianzar las creencias en los pueblos evangelizados, de una manera piadosa y válida en el fondo. Todo esto proviene de los Evangelios llamados “apócrifos” y que no fueron reconocidos en los concilios como verdaderos o canónicos.

La historia de los Reyes Magos data del siglo IV de nuestra era. El Evangelio Armenio de la Infancia, en su capítulo V, 2 narra: “Y un ángel del Señor se apresuró a ir al país de los persas para prevenir a los reyes magos y ordenarles que fueran a adorar al niño recién nacido. Y éstos, después de caminar nueve meses teniendo por guía la estrella, llegaron al lugar de destino en el momento mismo en que la María llegaba a ser madre. Es de saber que a la sazón el reino de los persas dominaba sobre todos los reyes del Oriente por su poder y sus victorias. Y los reyes de los magos era tres hermanos: Melkon… que reinaba sobre los persas; después Baltasar, que reinaba sobre los indios, y el tercero Gaspar, que tenía en posesión el país de los árabes.” (Rf. Los evangelios apócrifos, BAC, Madrid, 1996) (Melkon sufrió mutación lingüística a Melchor). El texto original estaba escrito en griego (como los evangelios canónicos) y sirvió para dispersar en las iglesias de Roma y Constantinopla la tradición que hoy celebramos. En los países de catolicismo ortodoxo, la Epifanía coincide con la Navidad debido a que no alteraron la fiesta al entrar en vigor el calendario gregoriano y se celebra con gran solemnidad.

La visita de los magos provocó la Matanza de los Inocentes ordenada por Herodes (Mt. 2,13-23). Fue una funesta consecuencia política. Herodes no quería que alguien tomara su lugar, quería perpetuarse en el poder, ambición inherente a muchos políticos de todas las épocas.

Hoy, como antaño, conmemoramos esa real visita al humilde pesebre. Es el penúltimo festejo del Tiempo Litúrgico de la Navidad, que concluye el 2 de febrero. Rosca de Reyes, niño oculto, darán lugar al cierre festivo de la temporada. Nos esperan tamales y champurrado. ¡Feliz Día de Reyes a la niñez que sigue esta tradición!