La cuesta de enero
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Editorial

La cuesta de enero

 


Millones de mexicanos comenzarán el 2019, de manera diferente a otros años. Pasaron un mes de diciembre llenos de angustia y desesperación, pero sobre todo, decepcionados de los que ellos creyeron que sería un régimen diferente. En el mes de diciembre supieron que sus salarios serían menores en el sector público, habida cuenta de la Ley Federal de Remuneraciones propuesta por el presidente Andrés Manuel López Obrador, cuyas repercusiones serán fatales. Y no nos referimos sólo a los miembros del Poder Judicial de la Federación, cuyos once ministros, magistrados y jueces federales, en efecto ganan más que cualquiera en este país, sino en todo el ámbito gubernamental. Sin embargo, la cuesta de enero será mayor para aquellos trabajadores de confianza del algunas instancias oficiales, como el Sistema de Administración Tributaria (SAT), que fueron despedidos sin más, sin indemnización, sin el pago de sus aguinaldos y quincenas, en el mes de diciembre. Una decisión, un gobierno federal inconsciente y enajenado con la Cuarta Transformación les dio la estocada final, sin un argumento que justifique tal decisión. Es decir, asoma el desempleo que es, por añadidura, complemento del crecimiento delictivo y del ocio. ¿En dónde está –dicen- el gobierno que ofreció fuentes de empleo dignas y decorosas para todos los mexicanos?

Nadie duda que estamos en los inicios de un año difícil. El sobado argumento de la baja en el precio de la gasolina ha sido el peor ardid con que se haya engañado al pueblo mexicano. Sigue al alza sin más argumento que la aprobación de los legisladores que solapan el perfil autocrático de quien sostuvo que la democracia era su bandera. Vivimos pues en peligro. En poco más de un mes y si bien es cierto que para Oaxaca se abren expectativas favorables que el gobierno estatal debe aprovechar, lo cierto es que las torpezas que se siguen cometiendo dan al traste con las esperanzas que se habían cifrado en la actual administración federal. Lo más preocupante pues, siguen siendo los despidos masivos de trabajadores (as) de algunas áreas en las que durante años se desempeñaron. Estamos convencidos de que en el actual régimen no viviríamos más de lo mismo. No obstante, tal parece que seguimos caminando en la misma ruta. Hay que entender que el pueblo de México no soporta más. Mientras todo ello se da, la inseguridad sigue socavando la vida institucional del país.

El reto municipal

Como mencionamos ayer, una tarea nada fácil tiene enfrente el nuevo presidente municipal de la capital oaxaqueña, Oswaldo García Jarquín. Se encuentra con una ciudad copada por el comercio ambulante, presa de la anarquía en el transporte, insegura y en condiciones físicas deplorables. Todo indica que su antecesor, José Antonio Hernández Fraguas, que huyó prácticamente del cargo por la puerta trasera al solicitar permiso días antes de entregar la estafeta, dejó de hacer su trabajo para devenir solamente un cómplice de las mafias que controlan la economía informal, los mercados, etc. En EL IMPARCIAL. El Mejor diario de Oaxaca, desde hace meses, hemos denunciado el mal estado de calles y avenidas; el secuestro del zócalo capitalino por alcohólicos y drogadictos; por grupos y organizaciones de comerciantes en la vía pública y el crecimiento inusual de los citados ambulantes. Nada se hizo al respecto. Simplemente se dejó hacer y se dejó pasar. El anterior edil se fue con muchos pendientes, pero sobre todo, con el estigma de no haber cumplido a cabalidad con los pendientes y compromisos que forjó su administración con proveedores y ciudadanía. De esta salida subrepticia las redes sociales ya dieron cuenta en su momento, con ironía y sorna.

El paquete que le dejó a García Jarquín pues, no es tarea sencilla. En primer término habrá que resarcir la confianza ciudadana en el gobierno de la ciudad; en segundo término, tratar de restituirle a nuestra capital, Patrimonio Cultural de la Humanidad, su ancestral señorío y prestigio, como una capital de sitios y monumentos históricos, que es además, una de las ciudades más bellas del mundo. Es increíble que con todo ese legado que tiene nuestra ciudad, haya munícipes tan irresponsables que eludan cumplir con el encargo que la ciudadanía les encomendó. No obstante, hay esperanzas de que las cosas mejoren. El actual edil entra con un voto ciudadano inédito que lo hizo mantenerse por arriba de su más cercano competidor en el pasado proceso electoral, en proporción de tres a uno. Ello implica que tiene el respaldo ciudadano para tomar las medidas necesarias, darle a la capital otro destino y no seguir arrastrando ese lastre infame de anarquía y desorden. Estamos convencidos de que las cosas habrán de cambiar para bien y que el gobierno citadino tiene enfrente la enorme tarea de devolvernos nuestra capital, la misma que nos pertenece a todos quienes vivimos aquí.