Justicia fracturada
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Editorial

Justicia fracturada

 


No obstante el relevo la semana pasada, de quien fuera titular del Poder Judicial del Estado, Raúl Bolaños Cacho Guzmán y la designación de la magistrada, María Eugenia Villanueva Abrajam, como nueva presidenta de dicho órgano, es evidente que los problemas de duplicidad con el llamado Consejo de la Judicatura, habrán de continuar luego de que, tal como lo publicamos el pasado domingo en nuestra nota principal de portada, el Juez Décimo de Distrito dejara sin efecto la resolución de la LXIII Legislatura del Estado, para desaparecer el citado órgano. Las medidas de austeridad no operan en Oaxaca y dicho Consejo ha resultado más oneroso de lo que se sabía, además de que, para el ejercicio 2019, se advierte un incremento en el presupuesto de operación por cerca del 6% más que en este año. Los diferendos entre Tribunal Superior de Justicia y Consejo de la Judicatura se dieron durante meses en 2018, afectando seriamente la impartición de justicia en la entidad. Lejos de fortalecer el sistema estatal lo afectaron con dureza, los jaloneos entre quienes lideran este último, pues lo que se sabe es que sólo han cuidado sus intereses.
A raíz de esta situación, no tenemos duda de que la disputa habrá de continuar, por un factor: el uso de los recursos públicos y los cotos de poder. Algo tendrán que hacer nuestros flamantes legisladores para otorgarle a los oaxaqueños la certidumbre de una justicia sin maquillajes ni luchas internas. Hemos sido testigos de litigios, solicitudes de amparo, resoluciones y demás, que lo único que han logrado es que exista entre la sociedad oaxaqueña, más desconfianza en los órganos que imparten justicia. Nadie ignora que los cambios y designaciones recientemente hechas obedecen a un factor: la cercanía con el poder estatal, pero ello no debe ser condicionante para que no terminen los jaloneos y tirones y se otorgue a la ciudadanía un sistema de administración de justicia acorde a los nuevos tiempos, transparente, eficaz y expedita. Ya basta de tanto conflicto y protección de intereses personales o de grupo. La justicia debe estar mucho más allá de componendas, de ambiciones y lucro. Debe responder a las expectativas de una sociedad y no solamente a los de un grupo político que se ha enquistado en el Poder Judicial. Un aparato de justicia fracturado es similar a la justicia retardada que es, en consecuencia, denegada.

La fe que perdura

Hoy se celebra en todo el país y aún en las comunidades más recónditas, a la Virgen de Guadalupe. Incluso en ciertas poblaciones se suspenden las labores normales, pues la gente está de fiesta. Apenas el sábado los oaxaqueños celebramos a la Virgen de Juquila, como cada 8 de diciembre. Previamente, nuestras notas en el diario registraron la fe en las caravanas de peregrinos, en bicicleta, a pie o en automóviles, tratando de llegar al Santuario de Santa Catarina o al Pedimento. En nuestra edición del pasado domingo, dimos cuenta de la celebración en la Iglesia de San Juan Chapultepec, en donde se venera una imagen similar a la de Juquila y se hace cada año una gran romería. La fe mueve montañas dijo alguien y tiene razón. Desde el fin de semana pasado, miles de creyentes y devotos visitan la Iglesia de Guadalupe, ubicada frente al Paseo Juárez “El Llano”. Niños y niñas vestidas a la usanza indígena, son llevadas por sus padres a recibir la bendición, a partir de una creencia religiosa que está arraigada en nuestra cultura colectiva. En México, se ha dicho mucho, la veneración a la imagen Guadalupana, mucho tiene que ver con el sincretismo religioso que nos dejaron tanto los antiguos mexicanos como la conquista española.
Y es la imagen de una Virgen morena, como el color de la piel de los pueblos originarios. Hoy, pues, los santuarios de Guadalupe estarán a reventar de devotos y creyentes, pero también las casas que tienen una imagen de la Reina de México, serán habilitadas como templos para compartir los rezos con los tamales, el mole y la comida típica mexicana. Se trata, así lo han registrado algunos de los investigadores e historiadores que han estudiado este mito y creencia, como David Brading o Enrique Florescano, por citar sólo dos, de una verdadera explosión de fe religiosa única en México, siguiendo después la Virgen de San Juan de los Lagos, Jalisco y la Virgen de Juquila en Oaxaca. En Oaxaca seguimos siendo un pueblo eminentemente católico, no obstante la irrupción de otras doctrinas y creencias religiosas, la mayoría de ellas ligadas al Cristianismo. Los mexicanos y, en consecuencia, los oaxaqueños, somos profundamente religiosos, no obstante la llegada de modas que nos hacen concebir a la religión como un elemento consustancial a la propia existencia humana.