Lo legal, no necesariamente es moral
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Opinión

Toltecáyotl

Lo legal, no necesariamente es moral

 


Treinta millones de votos han manifestado la urgente necesidad de un cambio en este país. Que diez “mexicanos” ganen lo mismo que 60 millones de pobres en este país, requiere un cambio, “por el bien de todos”.

Este país se creó en base a dos hechos históricos. 1. Una brutal invasión que vino a destruir una civilización sin mediar ningún agravio o amenaza de los masacrados, violados, robados y despojados. Más de 30 siglos de una civilización que construyó sus instituciones, leyes y autoridades, y que, alcanzó, la más alta calidad de vida para todo su pueblo en la historia de la humanidad, fue destruida y sometida a la esclavitud. Aún en el periodo Postclásico decadente, la ciudad de México-Tenochtitlán, era la ciudad más grande del planeta y sus ciudadanos tenían mucha mejor calidad de vida que los ciudadanos de París o Madrid.

2. En 1824, un puñado de criollos y gachupines, decidieron hacer las paces después de 11 años de guerra fratricida por el poder, y decidieron fundar su propio país. Sin embargo, no tomaron en cuenta a la mayoría de los habitantes “de su país”. Es decir, México, ha sido un país sin habitantes. En efecto, los ciudadanos siempre han sido un puñado de gente acaudalada y favorecida por el régimen en turno. Decimos, “sin habitantes”, porque los pobres, los indios, los yopes, los nacos, los prietos, los mugrositos, nunca han contado, nunca han sido tomados en cuenta. Se han usado en estos 194 años de “vida nacional”, solo como carne de cañón para las luchas por el poder entre yorkinos vs. escoceses, liberales vs. conservadores, priistas vs. perredistas, prianistas vs. morenistas. Más nada.

Sin embargo, resulta que existen personas y personajes que se oponen al cambio. No están dispuestos a perder las prebendas del botín adquirido. Gente que se formó en el viejo régimen bajo el lema de que: “el que no tranza no avanza”. El abuso, el nepotismo, la mordida, el moche, el sobresueldo, los gastos de representación, el aguinaldo, los estímulos y ayudas, la pensión, los vehículos, choferes, guaruras, el personal de apoyo, en síntesis, la corrupción legalmente institucionalizada.

Esta gente no tiene conciencia, ni responsabilidad social e histórica, son rapaces pirañas devoradoras legalmente del erario nacional. A ellos no les importa el partido, la institución, el gobierno y el Estado, mucho menos el pueblo. No tienen empatía y conmiseración por los 60 millones de pobres o por aquellos 20 millones de personas, que cada día, no saben si comerán. No, a ellos solo les importa su cómoda vida de lujos y derroches.

Miles de ellos, que no entienden el momento histórico que vive la nación, ya se ampararon para que no les quiten sus prebendas inmorales. El Poder Judicial, no solo es uno de los que más ha abusado, sino el que menos conciencia tiene. Ponen por encima del bien de la nación y del pueblo, sus mezquinos intereses personales. Se escudan en “el derecho”, pero, el derecho vigente, a la luz de las circunstancias y del sentido común, resulta injusto. Se les olvida que el poder del pueblo fundamenta la ley. Y la justicia se fundamenta en los requisitos del pueblo. Es injusto que alguien gane 600 mil pesos y millones de personas, seis mil pesos, o que, de plano, no tengan trabajo. Puede ser legal, pero resulta inmoral esta situación.

Una inmensa responsabilidad tiene el Poder Judicial en la quiebra del país. El 99% de los delitos no se castigan en México, (El Índice de Impunidad Global México, 2016.). En el sistema judicial del país se encuentra un inmenso tumor canceroso que está matando la esperanza de justicia, de equidad y bienestar del pueblo. Las preguntas son: ¿vale lo que cuesta el Poder Judicial? Los 600 mil pesos que cobran los magistrados han fortalecido el Estado de Derecho. Las resoluciones controversiales que han dejado inconforme al pueblo que busca que se haga justicia, como el amparar a políticos, funcionarios, empresas, personas acusadas de delitos. Qué se puede pensar, de aquellos juzgadores que ven su beneficio personal sobre el bien común.

Si las leyes son injustas, por el bien del “soberano”, las leyes se tienen que modificar. Las leyes no son inamovibles ni son creación de los dioses. El bien común y el de la nación, debe estar sobre el interés personal de unos cuantos. Los nombres de aquellos que se oponen a la voluntad del pueblo y del bienestar de la nación, deben ser conocidos, para ser repudiados y denostados. Estando la nación al borde del colapso social, por los abusos y corrupción, no puede haber espacio para actitudes mezquinas y miserables, amparadas en inmorales maniobras leguleyas. Descolonizar es dignificar.

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