La vergüenza como principio de conducta ética
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Es mi opinión

La vergüenza como principio de conducta ética

 


La propuesta que el presidente Andrés Manuel López Obrador hizo para impulsar el proyecto moral nacional, es incomprensible para los opositores, porque desconocen la cultura de fomento a la vergüenza individual. No saben que en todas las conductas sociales: La vergüenza es primero.
El concepto moral no me gusta porque es de conveniencia personal egoísta, y no tiene aplicación universal. En lugar de moral prefiero cultura de vergüenza. Porque a medida que conservemos la vergüenza, tendremos posibilidades de vivir ganando el respeto de la comunidad.
En una charla con estudiantes de comunicación, alguien me preguntó que desde cuando los periodistas perdieron fuerza en la política; le conteste: desde que los políticos perdieron la vergüenza.
Sin caer en dogmas, así como algunas religiones enseñan que los hombres tenemos un ángel guardián, yo espero que todos tengamos un ángel llamado vergüenza, para que nos cuide de hacer cosas ilícitas.
Por lo tanto, la vergüenza como principio de conducta ética es un tesoro personal que cuando lo perdemos jamás lo recuperamos. La vergüenza no es un limitante, al contario, eleva a los individuos a un estatus de autoridad para desarrollarse con dignidad y respeto.
Una de las nociones más polémicas de la campaña de Andrés Manuel López Obrador fue la necesidad de establecer una Constitución Moral que revitalizara los valores cívicos de una sociedad hundida en la corrupción y la impunidad.
La idea no es nueva: proviene de la Cartilla Moral que Alfonso Reyes escribió a petición de Jaime Torres Bodet en 1944. Este ensayo cuenta la génesis de aquel texto y de cómo fue actualizado por el ahora presidente electo, para analizar sus aristas y ponderar su pertinencia.
No sé en qué consiste la moral de Alfonso Reyes, pero si entiendo muy bien, que si fomentamos una cultura universal para hacer de la vergüenza un principio de respeto a las leyes y a los individuos, daremos un gran paso para salir de un mar de corrupción e impunidad que a todos nos ahoga.
Los más obligados a conocer la vergüenza son: los políticos, los líderes religiosos, los líderes sindicales, los líderes de partidos políticos, los periodistas, los legisladores, los banqueros, los maestros, los deportistas, los poetas, los artistas y los comerciantes.
No robar, no mentir y no traicionar
No es necesario desempolvar a los clásicos de la filosofía, para apreciar la propuesta de AMLO, que pretende llevar a los mexicanos a un análisis de conciencia sobre los malos, o lo buenos que podamos ser. Para mi, las bases fundamentales para que los gobernantes y los ciudadanos hagamos bien las cosas basta con: no robar, no mentir y no traicionar, principios éticos éstos, que postula desde su creación el Movimiento de Regeneración Nacional, que ganó la presidencia y el legislativo, entre otros espacios de poder gubernamental.
Estos tres principios éticos, deben ser la práctica constante de todos los partidos políticos, donde se forman los líderes que tarde o temprano serán gobernantes. Estos tres principios éticos, deben ser cartas de presentación de los organismos no gubernamentales formados por ciudadanos de todas las especialidades profesionales.
Estos tres principios éticos, deben ser cátedras centrales de todas las universidades y de todas las instituciones de educación superior, de donde egresan los futuros líderes sociales. Estos tres principios éticos, deben ser exaltados en las homilías de todos los líderes religiosos de todas las iglesias, de las que se espera ejemplo de bien común.
Estos tres principios éticos, deben ser valorados y promovidos por todos los organismos empresariales, tan interesados en imponer matrices de conductas a través de los medios masivos de comunicación.
Todos sabemos que la vergüenza es el grito natural de nuestro ser interior, que nos indica con toda oportunidad sobre nuestros yerros y aciertos. Cuando perdemos la vergüenza, renunciamos al poder natural que todos tenemos para ser mejores, o peores, de lo que siempre somos. Esto es importante. Y ¡Hay que decirlo!
“Nunca subestimen el poder de la palabra escrita”
Es mi opinión. Y nada más…
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