¿Austeridad o más de lo mismo?
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Opinión

Editorial

¿Austeridad o más de lo mismo?

 


Desde el triunfo del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, se ha vuelto parte de los argumentos de la llamada “Cuarta Transformación”, la política de la austeridad republicana. Uno de los ejes del discurso de AMLO y de sus personeros del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), fue la crítica al dispendio, los altos salarios, la reiterada consigna de que “no puede haber gobierno rico y pueblo pobre”, en fin. No obstante, se han dado barruntos de doble discurso, de doble moral. Los diputados federales se volvieron a servir con la cuchara grande y no se atisba un poco de congruencia entre lo que se pregona y lo que se hace. He ahí el por qué existen expectativas de la LXIV Legislatura local, que recién se estrenó, respecto a operar con un presupuesto más racional o veladamente seguir con los 600 millones con los que operaron al menos las dos legislaturas anteriores, lo cual les sirvió para ser calificadas como las más onerosas, opacas e improductivas de la historia legislativa local. Ya hemos dado pormenores de la forma tan ruin cómo se las gastaron nuestros y nuestras diputadas, para hacer del erario público y de sus prácticas viciadas, rehenes vergonzosos.

La ciudadanía ha sido receptora silenciosa de dichas malas prácticas, de la improductividad legislativa y de la negativa tácita a rendir cuentas. Ello ha alentado el clima de impunidad. Por ello, hoy más que nunca debemos estar alertas de la actuación de la nueva legislatura, en principio, para conocer si su discurso de unidad, austeridad y honestidad que traen a nivel nacional, tendrá vigencia en el edificio de San Raymundo Jalpan o si, por el contrario, sólo ha sido parte del discurso demagógico que también traen AMLO y sus correligionarios. Unas de las tareas que ya tiene en puerta esta nueva camada es la de realizar la Glosa del II Informe de Gobierno, lo cual implica hacer comparecer a los funcionarios del gabinete legal y ampliado del gobierno de Alejandro Murar, a fin de que aclaren o puntualicen sobre los datos contenidos en el citado informe. Estaremos pendientes si ello se lleva a cabo, de conformidad con lo que dispone la Constitución federal y la local. Nada justifica, ni la novatada ni la inexperiencia, que dicho proceso no se lleve a cabo. Ello, por supuesto, además del consabido presupuesto que se habrán de asignar, con todas las prebendas que ello conlleva.

Oaxaca, la prioridad

Los afanes sectarios que asoman en cierto partido político, nos referimos a MORENA y el futurismo que conlleva, ha hecho a la ciudadanía presa de pasiones insanas. Muchos piensan que con la toma de posesión del presidente electo de México, como por arte de magia el nudo de problemas que enfrenta el país se habrán de solucionar, algo así como por decreto. Nada tan lejos de la realidad. Por supuesto que no. En su discurso, AMLO ha perfilado un país ideal, en el que todos son felices, responsables, ni buenos ni malos, etc. Ese mensaje negativo y pernicioso ha pegado también en Oaxaca, de tal manera que opinar en sentido contrario a lo que pregona el Nuevo Padre de la Patria es un agravio, una apostasía. Ello se da, básicamente en grupos de fanáticos, a quienes alguien calificó como “chairos”. La tendencia se da principalmente en la política, como por ejemplo, la Cámara de Diputados, en donde la bancada mayoritaria parece no ir en función de una responsabilidad institucional o de compromiso ciudadano, sino más bien, seguir abonando al encono y la fractura. Se olvidan que aquí la prioridad es Oaxaca.

El primer paso para creer que la nueva legislatura con su bancada mayoritaria de MORENA en realidad cumplirán con los valores y argumentos que tanto esgrimen es su autonomía. Desde el momento en que empiecen a dar bandazos, haya cónclaves secretos y vergonzosos, hecho en la opacidad u oscuridad, que conlleven dinero por detrás, ahí estaremos los medios de comunicación para denunciarlos y balconearlos. La ciudadanía oaxaqueña está harta de simulación, de gatopardismo, de doble moral y discursos fatuos. El pueblo ya no se deja sorprender tan fácilmente. Ha aprendido. La mula no era arisca, dice la conseja popular, la volvieron los golpes. De manera que más vale a los operadores de MORENA –que no del resto de partidos- irle midiendo a su ambición y futurismo desatados. Si bien es cierto que la entidad no está en sus mejores momentos, habida cuenta de que este régimen creó demasiadas expectativas y la realidad ha demostrado lo contrario, ello no implica que seamos agachones o convenencieros del momento político. Habrá de demostrar con hechos no con palabras que existe congruencia entre lo que se ha prometido en campaña y lo que se hace en la realidad. Cualquier desliz o incongruencia, sin duda alguna, tendrá un alto costo político y la visión de que estamos en un momento en donde la demagogia impone su ley.