Relevo legislativo
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Editorial

Relevo legislativo

 


Hoy concluye de manera oficial la deplorable gestión de la LXIII Legislatura del Estado, que desde su nacimiento estuvo marcada por la corrupción, la complicidad y los vicios. De poco sirvieron las constantes denuncias de ausencia de iniciativas, falta de vocación política para fortalecer el marco jurídico institucional del estado y de responder a las expectativas ciudadanas. Nada. Todo fue conveniencia, flujo de dinero en efectivo y por debajo del agua. El famoso “pago por evento” se consolidó como una forma sui generis del debate legislativo. Diputados y diputadas por igual, marcadas por la conveniencia y la voracidad económica, sin importar partidos, colores o ideología. Algunos vicios se venían arrastrando desde al menos dos legislaturas anteriores, pero en ésta se forjaron como una institución sin la cual nada podía caminar. Se van pues los representantes populares en mala hora, a buscar acomodo en donde puedan seguir tal vez, haciendo de las suyas, estigmatizados, señalados y timbrados, por el pueblo oaxaqueño que, espera que una legislatura similar jamás vuelva a pisar el edificio de San Raymundo Jalpan.

Inicia también su periplo la LXIV Legislatura del Estado, con una mayoría aplastante del partido Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), cuyos representantes, al menos eso lo que dijo la dirigente nacional, Yeidckol Polevnski, es cumplir con el proyecto político del presidente electo Andrés Manuel López Obrador. Bajo esa premisa, las legisladoras, en su mayoría mujeres y los legisladores están comprometidos con los lineamientos que les marca la llamada “Cuarta Transformación”, lo cual les impedirá –seguramente- continuar con las prácticas viciadas de sus antecesores en el Congreso local. Asumir actitudes contrarias, sería darle la vuelta a las propuestas que los llevaron al cargo y contravenir las esperanzas de los oaxaqueños en materia legislativa. Se espera, sin que ello signifique que así será, una legislatura en donde prevalezca la austeridad, la convicción y vocación de servicio, pero sobre todo el compromiso de buscar sacar a Oaxaca del marasmo de corrupción y vicios que tanto le han dañado. Esperamos como ciudadanos que el discurso pronunciado en campaña no haya sido sólo una faramalla y que, ya en funciones, los miembros de la legislatura que entra, sin una clara experiencia legislativa, salvo excepciones, no sea otra más de lo que el pueblo ya no quiere ver.

Transparencia cero

Ya no es un secreto que en el gobierno de Alejandro Murat la transparencia es una ficción. No es fortuito que nos sigan calificando como una de las entidades en donde más del 49 por ciento de la población admite convencida, de que los actos de corrupción son una cuestión cotidiana. Desde el inicio del actual régimen hasta bien entrado el segundo año, los portales de transparencia de las dependencias estatales, o estaban en construcción o simplemente sólo tenían información del sexenio pasado. No obstante las leyes vigentes en la materia y las disposiciones reglamentarias para la creación de las páginas respectivas, desde la cúpula del ejecutivo se permitió que cada titular dispusiera lo procedente a su arbitrio. De esta suerte, algunos suben su información, otros no. En cuestiones claves como por ejemplo las licitaciones públicas, los montos, los avances de obras y otros, siguen estando en un capítulo meramente discrecional, como si el dinero público fuera eso y no algo de cuyo uso, obligadamente el gobierno debe informar a la ciudadanía que requiere información. Es el caso de los salarios, bonos, pagos adicionales y otros. Están sumergidos en una impresionante opacidad.

Como lo publicamos en nuestra portada del domingo pasado, hay una negativa tácita del gobierno de Murat Hinojosa en hacer transparente su gestión. Fuentes fidedignas afirman que algunos de los funcionarios que no han vivido en Oaxaca y ocupan los principales cargos en la administración estatal, tienen bonos extraordinarios. Hay datos igualmente, que dichos servidores públicos no laboran cinco días a la semana, sino a veces dos o tres, dado que pasan la mayor parte del tiempo atendiendo sus asuntos particulares en la Ciudad de México o Toluca. Ello implica gastos adicionales en viáticos, pasajes aéreos y otros rubros. Tampoco hay información sobre ello. Si esto ocurre en el Poder Ejecutivo, ya imaginamos lo que pasa en los municipios. Los malos manejos de los ediles, sobre todo de aquellos que gastan a discreción, no son sancionados justamente porque no existen las páginas de transparencia y acceso a la información en donde se puedan verificar el destino del gasto y de los recursos públicos asignados, tanto federales como estatales. En cuestiones de transparencia y rendición de cuentas, hay razón de que en estos dos años Oaxaca haya caído estrepitosamente 27 lugares y haya perdido el segundo lugar que honrosamente obtuvo en el sexenio pasado, con todos sus estigmas y señalamientos.