Inseguridad citadina
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Editorial

Inseguridad citadina

 


Inseguridad citadina

Uno de los factores que sigue lacerando duramente a la capital oaxaqueña y a la ciudadanía es el fantasma de la inseguridad. Ya es común saber a través de las redes sociales que se dio un asalto en el Centro Histórico o que dos sujetos a bordo de una motocicleta despojan a damas de sus bolsos o la última: sujetos armados a bordo de una camioneta de doble cabina penetran en un negocio de préstamos y someten a los empleados. Por doquier se escuchan quejas del gobierno que encabeza José Antonio Hernández Fraguas, además por el mal estado que guarda la ciudad y la nula vigilancia policial. No es la primera vez que abordamos este tema en los espacios editoriales. Al parecer no existe voluntad política para llevar a cabo mecanismos de seguridad que den confianza a los ciudadanos. En los mercados, los grupos delictivos se siguen paseando como “Pedro por su casa”, cobrando derecho de piso y poniendo contra la pared a quienes no “le entran”. Pero de ello nadie habla ni opina. Ya se vio, con el aseguramiento del dinero de un asalto el año pasado, cómo se las gastan nuestros jenízaros municipales.
En general pues, los asaltos, robos a transeúntes, a casas-habitación son el pan de todos los días, sin que el gobierno de la ciudad acuse recibo de este tema tan delicado y sensible para la sociedad. En la pasada temporada del festejo de Los Muertos, los cristalazos, el robo de vehículos y otros fueron la mala nota para los turistas del país y el extranjero que abarrotaron nuestras calles. En sentido contrario, con el viejo ardid de que la capital es un sitio con gran afluencia de visitantes, se han otorgado licencias para bares y cantinas a granel. Las quejas de los vecinos de la Colonia Reforma se han minimizado, ante el ruido que se escucha hasta el amanecer de sábados y domingos. Se trata de antros que tienen música viva y cuentan con manga ancha del ayuntamiento de la capital para cerrar a la hora que les plazca a los propietarios. Hace al menos tres semanas hubo un accidente mortal en la Avenida de las Etnias. Los protagonistas venían presuntamente de convivir en un bar. Sin embargo, el accidente ocurrió casi a las siete de la mañana, lo que pone en entredicho el Reglamento Municipal para este tipo de giros. La ciudad está plagada de cantinas. Así de sencillo, sin que las autoridades locales tomen cartas en el asunto.
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LXIII Legislatura: la peor de todas

Mañana concluye la gestión de la LXIII Legislatura del Estado, la misma que ha sido calificada por la ciudadanía como la más onerosa, improductiva y opaca de cuantas hayamos visto en los últimos veinte años al menos. En –ésta se hizo una institución el llamado “pago por evento”. Cualquier iniciativa que envió el ejecutivo estatal era aprobada fasttrack, gracias al generoso embute que les llegaba a los y las legisladores vía Secretaría de Finanzas (SEFIN). Podía no haber dinero para medicinas o para la reconstrucción de la zona siniestrada de Juchitán, pero para el soborno a nuestros representantes populares, ello no podía faltar. Su última gran hazaña fue validar la Cuenta Pública 2017, con 26 votos a favor, pero con la ausencia de seis diputados (as) de MORENA que, se sabe, ya habían recibido su pago, sólo que para no balconearse decidieron ausentarse de la sesión. La legislatura saliente deja grandes rezagos y adeudos por doquier, pero de lo que nos hemos enterado es que en sólo dos años, la mayoría de los representantes populares se van bien forrados. Más de 600 millones de presupuesto anual es una bofetada a las necesidades de una entidad como la nuestra, en donde hace falta hasta lo más elemental.

Por si lo anterior no fuera suficiente, también se caracterizó por sus anomalías y vicios. Es el caso de una diputada por el distrito de Ejutla de Crespo a quien sólo le pagaban la mitad de su dieta. La otra mitad la cobraba su suplente. Algo nunca visto, pero operado, no obstante, por la misma presidenta de la Junta de Coordinación Política (JUCOPO), María de las Nieves García Fernández. Y como este caso, hay muchos más. Otro ejemplo es haber mantenido contra todo precepto legal a Ingmar Medina Matus, al frente de la Oficialía Mayor, sólo atendiendo un compromiso del diputado del PRI que ya regresa, Alejandro Avilés Álvarez. Por ello insistimos en que si la nueva legislatura no agarra el toro por los cuernos y exige una auditoría a la legislatura saliente, se habrá de interpretar como complicidad con los que se van. García Fernández, por ejemplo, jamás pudo coordinar ni siquiera a su propia bancada, la del PRI, menos mantener un liderazgo. Éste era sustituido por vergonzosos acuerdos monetarios. Es decir, en la legislatura que en mala hora tuvimos los oaxaqueños, todo acuerdo, todo debate, era apagado con el cañonazo de billetes. Una burla a la pobreza de los oaxaqueños.