Populus sapiens (Madurando)
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Populus sapiens (Madurando)

 


Si al ser humano, en latín se le llama Homo sapiens, análogamente al conglomerado conocido como “pueblo”, podríamos llamarlo también en la lengua de Virgilio: populus sapiens, “el pueblo sabio”, y empezar a imitar a no sólo a los científicos de la biología, sino a los llamados científicos sociales y, claro, iniciar una revisión desde la aparición de los neandertales o el pitecantropuserectus, modelos usados por el darwinismo para explicar el evolucionismo de los seres vivos, algo que Spencer y sus seguidores han empleado para inventar la supervivencia de “los más aptos”, si bien esos sociólogos y darwinistas sociales no aciertan a explicar qué harían los “más aptos” sin los “menos aptos” o sea la clase laboral; tampoco explican la evolución de otras especies como la del canis lupus familiaris, o sea el perro, callejero o de pedigrí.

En fin, el evolucionismo explica que el hombre es producto de un devenir zoológico, partiendo de algo parecido a un mono. Pero no explica qué va a pasar con los chimpancés, changos, micos, o los gorilas actuales ¿Terminarán siendo como el modelo humano que hoy tenemos?.

Para entender al populus sapiens habrá que recurrir a las fuentes bibliográficas que han tratado del comportamiento humano, desde Engels con su famosa El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, pasando por el Doctor Alexis Carrel y La incógnita del hombre, hasta llegar a los contemporáneos y bien leídos Desmond Morris (El mono desnudo, El Zoo humano) y hoy por hoy a Yuval Noah Harari (De animales a dioses, Homo Deus), que atinadamente explican el comportamiento humano a partir de la biología, la zoología, la anatomía, la fisiología hasta llegar a la cibernética y los “ciborgs” u organismos cibernéticos, que es el paso siguiente del Homo sapiens y quizá del hombre-deidad.

Entonces, en México estamos llegando paralelamente a la época del “pueblo sabio”, de una inteligencia colectiva que supera a la robótica y a las más exactas computadoras, u ordenadores como dicen allá en nuestro otro “pueblo originario”, porque constitucionalmente sólo descendemos de etnias prehispánicas y desdeñamos de manera oficial la otra rama racial (aunque no guste el término) que permitió el mestizaje: la mayor parte del conglomerado mexicano, séase fifí o chairo y que tal vez constituya también al “pueblo sabio”.

Eso de Populus sapiens debe ya ser incluido en los manuales de sociología en las nuevas universidades que se anuncian, o en la existentes que van camino del desmantelamiento como daño colateral a la educación superior, ya que abrirán sus puertas a todo aquel que toque con los nudillos para ingresar, sean o no capaces, cuando al término de los semestres y en el examen profesional se recurra a la consulta popular para aprobar o reprobar a los alumnos, porque “hay que irse acostumbrando”.

México padecerá desde el primer día de diciembre, el mando de los invocados “30 millones de votos”. La cuarta parte de la población dictará sobre 100 millones, o lo que es lo mismo: se ganaron elecciones con una minoría, ya que 60 millones del padrón electoral no votaron por el ganador. Pero si no fuera suficiente, una consulta popular a la que acude un millón de personas (je, je, eso dicen), y que sólo 700 mil votan a favor de una propuesta decidida de antemano, podrá definir leyes, obra pública, transportes, carreteras, trenes, educación. El pueblo es sabio, inteligente, incorruptible e integérrimo. Al fin que la tinta usada en los pulgares se puede borrar con un kleenex y saliva y gracias a ello ir de casilla en casilla votando a gusto dos, tres, cuatro, cinco veces.

Aquí vendrá Nicolás Maduro, a darnos lecciones de verdadera democracia, pues las víctimas venezolanas están sometidos a la reelección indefinida: votan y votan y vuelven a votar y siempre ganará la “dictocracia”, neologismo que tal vez sea reasumido en México a partir de 2024. Las malas lenguas dicen que si el gobierno entrante es inexperto o está verde… ya irá madurando.