Centroamérica en marcha
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Columna sin nombre

Centroamérica en marcha

 


AMLO no podrá estarse sosiego. No está en sus genes. -El Mapache Guasón

Escribo viernes 19 de octubre de 2018 por la tarde.
De pronto y sin que nadie lo esperara, ni el mismo Peje, se desatan los “demonios” de Centroamérica en la forma de miles de seres humanos desesperados.
Cuando escribo demonios, no lo digo literalmente, qué capaz, me refiero a los problemas sociales, humanitarios, políticos y económicos que se manifiestan en esa multitud que toma por asalto las fronteras del sur.
En un primer análisis, el movimiento parece orquestado.
No recuerdo una corriente migratoria tan numerosa, sobre todo que lleguen en tumulto a “exigir” el paso franco para llegar a los Estados Unidos a través de México, y alcanzar el “Sueño Americano” allende nuestras fronteras.
El Sueño Americano no es otra cosa más que hacer realidad el vivir en libertad, tener un buen empleo o ser el dueño de un negocio, los hijos en la universidad, casa propia y coche a la puerta.
En ese orden de ideas, nuestro país y tanto el Gobierno saliente como el entrante enfrentan un problema mayúsculo de difícil solución.
Es atribución del Gobierno de Peña Nieto enfrentar el problema durante los próximos cincuenta días, después, la responsabilidad será de Andrés Manuel López Obrador.

Si se les da el paso libre hacia la frontera norte, tendremos que enfrentar las represalias de Trump, que pueden derivar incluso en la negativa a firmar el nuevo tratado, el naciente T-MEC, además de la militarización del sur de los Estados Unidos para impedir el acceso a los hondureños y de quienes se sumen a ese conglomerado de familias, insisto, francamente desesperadas.
Es muy peligroso que manden por delante a mujeres y bebés.
¿Quién está detrás de ellos?
Si los detenemos por la fuerza, no tenemos manera de atender a todos, repito; a todos, en campamentos de refugiados, amén de lo costoso de su manutención.
El uso de la fuerza, conlleva el riesgo de una tragedia por imprudencia, miedo o impericia de un policía a quien se le pase la mano y lesione a un inmigrante, en tal forma que seremos, sí, felicitados por Trump, pero maldecidos por todas las comisiones de derechos humanos del mundo.
Expedirles visa de trabajo, es una suerte de vacilada, ya que no hay lugar para asimilar a tanta gente y darles empleo, y además, resistir la avalancha que se nos vendría de todo Centroamérica, al conocer la “bondad” de la medida, de tal manera que no nos la íbamos a acabar de tantos guatemaltecos, salvadoreños, hondureños, y nicaragüenses que intentarían alcanzar una estadía en nuestro territorio, y no para trabajar aquí, sino para organizarse e intentar cruzar el Río Bravo.
No debemos pensar en un éxodo de costarricenses y panameños, porque en sus países se vive bien.
Interesante sin lugar a dudas el problema, ya que en el caso de que alguien logre pasar al otro lado y ser detenido, bastará con que pida “asilo político””, para que de acuerdo con las leyes de los Estados Unidos se les concedan audiencias para debatir su problema, y mientras eso ocurre recibirían el apoyo de muchas organizaciones hispanas de aquel lado.
El dilema es cómo pasar; si a nado en el Río Bravo o a riesgo de sus vidas internarse en el desierto de Arizona, porque lo que es por los puentes fronterizos, no hay la menor esperanza.
En fin, que en la hipótesis de poder detenerlos y tratar de deportarlos, amigo, eso significa trámites, gastos mientras se toma la decisión administrativa que debería culminar en la deportación por avión a su país de origen o conceder visa mexicana temporal.
Está en chino el problema.
Ahora bien, Peña Nieto ya se va y López Obrador puede enfrentar un problema de tal dimensión, que lo puede rebasar en poco tiempo.
Doña Olga Sánchez Cordero debe estar preocupada, porque el problema migratorio cae dentro de las atribuciones de la Secretaría de Gobernación, dependencia de la que será titular a partir del uno de diciembre. La verdad que no me gustaría vivir hoy por hoy en Tapachula y tampoco, dentro de un mes, en Tijuana.
Yo también soy Pueblo.
Por allí nos encontraremos.