Junto a un árbol así, nada es el hombre
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Junto a un árbol así, nada es el hombre

 


El 15 de agosto de 1986 el árbol de El Tule fue un punto de convergencia mundial al que asistieron visitantes de varias partes del mundo para que se cumpliera una profecía zapoteca que dice que cuando los primeros rayos del sol de ese día, tocaran las raíces del árbol, subirían por el tallo y por sus ramas 144,000 semillas con todas las virtudes de Quetzacoatl; estas semillas se esparcirían por todo el mundo y contribuirían a la unión del norte con el sur.
Esta ceremonia al árbol no llamó la atención de los feligreses porque la fiesta de la Virgen de la Asunción se celebra en la misma fecha y nadie pensó que fuera una ceremonia profana.
Santa María de El Tule, Luguiaga en zapoteco, se localiza al oriente de la capital, “a tiro de arcabuz de la cabecera”, “a legua y media”. Fundada antes del 20 de abril de 1529, año en el que había 430 tributarios y probablemente 718 habitantes en total.
La antigua Luguiaga, se hizo conocer más ampliamente por su nombre náhuatl Tollin, o Tullin, Tule ya castellanizado, que designa genéricamente algunas plantas acuáticas, como espadañas, carrizos, cañas y tules.
En el atrio del templo hay una pequeña fuente a ras del suelo que alrededor tiene sembradas plantas de tule, en esta fuente hay una inscripción en una piedra en la que todavía se puede leer: “planta acuática que da nombre a esta población, cuando se fundó era un sitio pantanoso cubierto por esta planta”.
El nombre de Luguiaga o Tule, “remite a una antigua condición ecológica del sitio: la existencia de cañaverales en la comarca y, necesariamente, de una laguna o medio pantanoso, ya que este tipo de ambiente es una condición para el desarrollo de ciertas cañas (y, por cierto, de los ahuehuetes)” esto me hace recordar que, “antiguamente fue una laguna que ocupó el valle de Oaxaca en donde fundaron la capital del floreciente Reino Zapoteco. Era una especie de segunda Tenochtitlán, pues como ésta flotaba sobre una inmensa laguna… un peñasco con algunos crestones era lo único que sobresalía en la superficie de las aguas… en ella se recogían las aguas de los ríos Huayapan, Tlacolula, Atoyac, Mixtepec, Jalatlaco y otros”, se lee en el libro El Rey Cosijoeza y su familia de Manuel Martínez Gracida.
Se conoce como El Tule y es visitada por turistas nacionales y extranjeros, sobre todo europeos, que vienen a conocer el gigantesco árbol de El Tule, que es uno de los principales atractivos turísticos naturales de Oaxaca.
Es un municipio conurbado de la ciudad de Oaxaca, sobre la carretera Cristóbal Colón, Oaxaca-Istmo, Santa María de El Tule integrada al valle de Oaxaca, de clima templado, terreno húmedo propio para la agricultura sobre todo al oriente de la población en donde se puede encontrar agua a tres metros; al sur corre el Río Salado.
El árbol de El Tule es un gigantesco sabino o árbol del agua o viejo de agua, según su nombre en náhuatl (ahuehuete) Con una edad de más de 2,000 años es, probablemente, el ser viviente más viejo del mundo, tiene un grosor de 58 metros, con un diámetro de 14.05 mts., altura de 42 mts., volumen 816.829 m3 y un peso de 636.107 toneladas. Su nombre común es ahuehuete ó sabino y el científico: taxodium mucronatum-(ten), familia: taxodiocea, género: taxodium.
“Junto a un árbol así, nada es el hombre” expresa Juan de Dios Peza en su poema El ahuehuete de Santa María de El Tule. Este tipo de árboles crecen lentamente, evolucionan y pueden rehacerse de una mutilación, pueden adoptar, en su tronco y ramas, formas sumamente caprichosas. En el árbol de El Tule se pueden admirar, el venado, la cabeza de león, el elefante, el pez, los tres reyes magos y la piña.
El árbol era hueco en 1586, a causa de un incendio provocado por un rayo que lo “hirió desde lo alto por el corazón hasta abajo”. Con “tres puertas tan grandes que se entra por ellas a caballo y caben dentro doce hombres a caballo”, 180 años después, éste hueco había desaparecido.
La fiesta al árbol es el segundo lunes de octubre, 8 de octubre en este año (2018) y se anuncia con un convite por las calles portando carrizos adornados con papel de china y flores y acompañados de la banda de música y cohetes, su principal atractivo es una guelaguetza de collares de flores, un ramo de poleo y dulces para los invitados y visitantes.
José Antonio Gay dice que en el año de 1793 comenzó a llamar la atención el árbol de El Tule…”medido cuidadosamente, dio de circunferencia, cerca del pie, cuarenta varas justas”.