1810-1968: más de septiembre
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1810-1968: más de septiembre

 


Según el conocimiento que tengamos de la historia de México, nuestra apreciación de los hechos ocurridos especialmente desde 1810, puede diferir de las versiones del oficialismo en los libros de texto gratuitos o de la historiografía patrocinada por intereses gubernamentales.

Pero quienes hemos tenido la fortuna de experimentar vivencias personales en el México del siglo XX por más de siete décadas, tenemos también nuestra propia versión de hechos ocurridos, especialmente aquellos que dieron pauta y sentido a un cambio en la concepción política.

En el primer caso tendremos que asentar algunas aseveraciones, como que el Cura Hidalgo, Padre de la Patria, no aspiraba el 16 de septiembre de 1810 a independizar a la Nueva España. Contrajo un odio cerval contra los españoles porque la corona había sucumbido ante la invasión napoleónica y con ello España y sus dominios se verían sometidos a la tiranía francesa y con ello al cambio ideológico y religioso, en que se había formado el párroco de Dolores. Al notar el arrastre que tuvo su llamado a misa ese domingo en la madrugada y la arenga desaforada que pronunció, el populacho que fue tras él se dedicó al saqueo y a la matanza brutal de españoles siendo el caso más conocido el asalto a la alhóndiga de Granaditas en Guanajuato, después en Guadalajara y así, según avanzaba la turba informe que le seguía. Causa de ello, Ignacio Allende, militar realista de formación, estuvo en total desacuerdo con la conducta sanguinaria de don Miguel quien llegó a autonombrarse “Generalísimo de América” y “Alteza Serenísima” (no fue ocurrencia exclusiva de Antonio López de Santa Anna).

Después de Hidalgo, otro cura, el de Carácuaro, José María Morelos y Pavón, tomó la estafeta revolucionaria y éste sí enarboló un principio de independencia y aventuró redactar una constitución, la de Apatzingán, que nunca fue vigente como tampoco los Sentimientos de la Nación, pero que se han usado políticamente para la veneración patriótica, sin mencionar que Morelos, en ambos documentos, establecía como obligatoria y única en México la religión católica y que proponía la eliminación de conceptos raciales o de castas ya que para él, todos los nacidos en territorio entonces de la Nueva España todavía, eran iguales ante Dios y ante la ley. Hoy en día, ninguno de los principios de Morelos se ha seguido y en el aspecto etnológico, nuestro país practica el apartheid, las reservaciones, la discriminación y la tremenda división en lenguas vernáculas que sólo impiden el avance educativo de los indígenas, a quienes por privilegiarlos se les discrimina en lo real. Morelos, al final, en 1815, durante su juicio sin tortura, abjuró de sus ideas independentistas y clamó por el perdón eclesiástico.

En septiembre se veneran y subliman a los llamados Niños Héroes, algunos de ellos cadetes del Colegio Militar y, otros, simples soldados de la leva que enfrentó a un organizado ejército gringo invasor y que despedazó la dignidad y el territorio de México. Liberales como Miguel Lerdo de Tejada, prócer del oficialismo, clamaba porque los gringos se quedaran a gobernar México, en cambio Miguel Miramón, cadete y combatiente en Chapultepec, no recibe más que desprecio oficial por haber usado otra vía para expresar su amor a la Patria.

Para nosotros, los estudiantes de 1968, el 13 de septiembre, la Marcha del Silencio seguirá siendo uno de los sucesos emblemáticos de la lucha por las libertades públicas y la democracia. El 18 de septiembre, la toma de la Ciudad Universitaria por el ejército mexicano, nos recuerda otra violación a la autonomía universitaria y un deshonor para las fuerzas armadas y para los oficiales egresados de ese Colegio Militar que por otro lado se ensalza. El 23 de septiembre, en otro timbre de indignidad, la tropa ocupaba el Casco de Santo Tomás del Politécnico y cerraba con ello la vergonzosa conducta gubernamental negada al diálogo.

Hidalgo y Allende, criollos; Morelos “español” oficialmente según su fe de bautismo; Iturbide, criollo, real consumador de la Independencia, primera transformación que trajo muchas desgracias sociales y económicas al nuevo país que seguimos sin levantar de su postración.