El principio de la escalada de violencia
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Debates y Deslindes

El principio de la escalada de violencia

 


La mecánica de provocación y enfrentamiento que se dio en 1968, parece que se repite en el 2018, el ciclo es de 50 años. En esa ocasión y tal como la historia lo recoge se busco que el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz se enfrentara al grupo que encabezaba Javier Barros Sierra, Fernando Solana, y Gastón García Cantú. Y así fue, “los enemigos de siempre y los intereses desconocidos” subieron al ring a estas dos corrientes del pensamiento de México, generando enfrentamientos y provocaciones de ambos bandos. Finalmente, el dos de octubre hubo un trágico final a ese instante de México, que se convirtió en un parte aguas para el país.

Se ubicaba esa confrontación entre la lucha por la nominación del futuro Presente de México. Había dos corrientes: la del Dr. Emilio Martínez Manautou, y la de Luis Echeverría. Entre Bucareli y el Palacio Nacional se ubicaban esas dos fuerzas telúricas que según los enterados quería alcanzar para sus candidatos la silla del águila.
En el Consejo Nacional de Huelga, cabeza visible de la contraparte, que representaba, “a la mayoría de estudiantes” de las diversas escuelas se encontraban demócratas, cristianos, comunistas, trokistas, anarcosindicalistas, neuróticos, esquizofrénicos borrachos, desocupados y simples espectadores, en varias ocasiones durante las asambleas presencié acres, disputas y hasta golpes entre los que se decía representantes de una u otra escuela o facultad.

Estaba como telón de fondo del movimiento la lucha que se había dado en París entre los estudiantes universitarios que querían una reforma académica para no seguir siendo piezas, engranes y tornillo de un sistema económico que cada vez despreciaba mas al ser humano y apostaba por la automatización y la degradación intelectual y moral.

Carlos Fuentes, que se encontraba en París en ese mayo histórico, hizo un relato extraordinario que le dio a la editorial ERA, y que Azorín, multiplico miles de veces y vendió en todo México, el lema central del folleto era: La Imaginación al Poder.
México, había tenido gobiernos más o menos estables desde que mataron al candidato Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, crea el PRI, como un mecanismo de coordinación y conciliación entre los grupos que peleaban por el poder. La paz y la conciliación se había roto en diversas ocasiones por la lucha de los médicos, los ferrocarrileros y los maestros, la búsqueda de mejores salarios, el rechazo a un sistema de un solo partido donde no se reconocía mas que al PAN como una oposición modesta, discreta de la iglesia católica, y un partido comunista perseguido y oculto. Se comentaba que no quería el gobierno que los ciudadanos tuvieran una conciencia política y libertad de expresión. El gobierno era una unidad monolítico y teníamos un dictador que cambiaba de nombre cada seis años, pero la costumbre del poder mantenía las mismas estructuras.
El mimetismo tradicional de los mexicanos, las protestas en París, la posibilidad de tener mas de 1,200 corresponsales extranjeros de todo el mundo y representantes deportivos perteneciente al Comité Olímpico, era una oportunidad de oro para que el gobierno de Díaz Ordaz y el país en su conjunto dieran una muestra de modernidad, estabilidad política, capacidad de organización y todo aquello que conlleva organizar los juegos olímpicos. Por otra parte estaban los que querían generarle conflictos al gobierno y aprovechar el caos.
Los que participamos en esa odisea por nuestra juventud e inexperiencia no supimos con certeza quienes estaban detrás de las provocaciones, todavía no se sabe, se hablaba en ese tiempo de que la CIA tenía grandes intereses en desestabilizar el país y que no se realizaran los juegos olímpicos, por otra parte yo convivía con una célula del llamado partido comunista que buscaba una confrontación directa con el presidente sin pensar que este ejercería actos de poder y de estado. Buscaban, según comentaban, elevar la confrontación y obligarlo a renunciar.
El gobierno de Gustavo Díaz Ordaz quería llevar la fiesta en paz, tenía el compromiso de la olimpiada, la decisión de la sucesión presidencial y su paso a la historia. Era evidente que Gustavo Díaz Ordaz, no quería que el escenario se descompusiera. Era en términos históricos su gran oportunidad de concluir su mandato con las hojas de laurel en la frente. También estaba de manifiesto que sus enemigos y los que querían torcerle la mano iban a aprovechar esa oportunidad de oro de echar a perder su fin de sexenio.
En esos momentos en Guadalajara el Presidente Díaz Ordaz manifestó que tendía su mano para dialogar y buscar soluciones a los problemas que le plantearan a fin de no perjudicar al país. Era un movimiento de la clase media que quería mejorar sus expectativas de vida, ampliar sus espacios políticos y participar en las decisiones. En él no participaban los obreros, ni los campesinos firmemente maniatados por la CTM de don Fidel Velázquez y la CNC de don Augusto Gómez Villanueva.
Cuando las posturas de la disidencia se radicalizaron y el gobierno tuvo que enfrentar una escalada de violencia, no quedo otra salida, se decía en los entretelones de Palacio, mas que y responder con la acción del ejercito que representaba la fuerza del Estado, la respuesta se dio en la peor forma posible, ametrallando gente, una fuerza que las administraciones pueden aplicar, pero que no es deseable. Ahora nos enteramos que en la decisión de sofocar de esa manera el movimiento de 1968 intervinieron distintos grupos del ejercito, de tropa y del estado mayor presidencial. En los libros y testimonios que se han publicado, cada uno le pone crema a los tacos de distintas formas. Se conoce ahora que el libro “La noche de Tlatelolco” que firmo Elena Poniatowska fue una texto colectivo que escribieron todos los presos políticos de Lecumberri y que se lo dieron a Elena para editarlo.
Realmente todos los estudiantes de esa generación participamos en ese movimiento por nuestra juventud e inexperiencia no supimos quienes estaban detrás de las provocaciones, se hablaba en ese tiempo de que la CIA tenía grandes intereses en desestabilizar el país y que no se realizaran los juegos olímpicos, convivía en ese tiempo con una célula del llamado Partido Comunista y las platicas eran de escalar la violencia, que renunciara el Jefe de policía, mas tarde el Regente de la Ciudad de México y por último el Presidente. Lo que buscaba era una confrontación directa sin pensar que el presidente está autorizado por la Constitución para aplicar la fuerza del Estado. Estas son remembranzas de los hechos que viví y todavía hoy no alcanzo a saber la cantidad de intereses que se propusieron confrontar al grupo de la Universidad y al Presidente de México.
Díaz Ordaz aunque era un hombre duro, autoritario, hacia uso del poder omnipotente que daba la presidencia de la república en esa época, y que ahora podríamos comparar con una dictadura, pero en ese tiempo, hace 50 años era normal que solo hubiera una voz, una voluntad y una decisión a la que Vargas Llosa definió con meridiana claridad como una “dicta blanda”. En ese tiempo el fenómeno de las dictaduras en América Latina era un lugar común y en algunos países como en Argentina Uruguay y Brasil llenaron algunas de las páginas de horror de este continente por la tortura y la desaparición de los disidentes. Esos Gobiernos estaban amparados por los Estados Unidos. John Foster Dulles, Secretario de Estado al referirse a Anastasio Somoza, dictador de Nicaragua expresó “Somoza es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”.
A 50 años de distancia no tengo una perspectiva maniquea de 1968. En ese tiempo trabaje en la Dirección de información de la Universidad, y me encargaban imprimir el periódico “La semana universitaria”. Cuando estallo el conflicto y se realizo la primera manifestación con don Javier Barros Sierra, Gastón García Cantú me ordeno imprimir unos carteles que se lucieron en la marcha y en los que se afirmaba “ A las bayonetas no se les enfrentan las ideas”, y otro “La libertad requiere de la educación, la educación requiere de la libertad”. De manera que al principiar el conflicto yo estaba en el corazón de los universitarios, mas tarde me invitaron a trabajar en los juegos olímpicos y gracias a eso salve la vida. Comento esto porque percibí con meridiana claridad el conflicto participé en él y ahora con la perspectiva que dan 50 años puedo ver que esa no fue una lucha solo de dos actores Gustavo Díaz Ordaz y Javier Barros Sierra, fue una lucha como parece que estamos enfrentando en ese momento que empezó con una pelea entre estudiantes.
Loa hechos ocurridos en Ciudad Universitaria el pasado tres de septiembre deben de llevarnos a la prevención y atención de una posible escalada en contra del país en este hueco de responsabilidades que vivimos, entre un hombre Enrique Peña Nieto, que es el responsable jurídicamente y es incapaz ya de mantener el orden o tomar una decisión y otro Andrés Manuel que está tomando decisiones pero no tiene las funciones para llevarlas a cabo. El país, hoy como en la independencia, reforma y revolución está viviendo momentos críticos.