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Ningún historiador o cronista de los sucesos novohispanos o mexicanos ha divido la historia de esta nación en “transformaciones”, esto ha sido idea de un político que llegará a la presidencia de México el próximo primero de diciembre. Ha declarado que con su mandato se iniciará la “cuarta transformación” de México, señalando como las tres anteriores a la Independencia, la Reforma y la Revolución. Pero ¿Qué resultados han dado al país esas transformaciones?, es precisamente lo que sucintamente intentaremos describir.
Primera transformación. El cura criollo Miguel Hidalgo la inicia en 1810 y fracasa rotundamente 9 meses después de su intento por derrocar y oponerse al “mal gobierno”, sin que realmente se le ocurriera declarar la independencia de España. Es relevado por otro cura, José María Morelos y Pavón, que realiza una campaña proclamada como exitosa pero que al final, en su proceso judicial se retracta de sus ideas, éstas sí independentistas y hereda sin querer el mando a un desorientado guerrillero mulato, Vicente Guerrero, en el sur del país, que al final es convencido y seducido políticamente por un criollo ilustrado, Agustín de Iturbide, realista pero que sí aspiraba a la independencia para forjar un trono para sí mismo, lo cual ocurrió en 1821. Fueron 11 años de guerra y guerrillas con algunos vacíos y sin que se ocupara todo el territorio de la Nueva España, sólo ocurrió en el Altiplano y en la intendencia más grande: México.
La secuela y resultados: pobreza, división ideológica, ingobernabilidad, influencia de los Estados Unidos para desestabilizar al México independiente, asonadas, pronunciamientos, traiciones y magnicidios, guerra y separación de Texas, guerra con Estados Unidos y pérdida de un gran territorio, dictadura de Antonio López de Santa Anna, antiguo realista como Iturbide, surgimiento de ideas liberales que dividen aún más al país, centralismo y federalismo enfrentados y con ello propiciar intentos soberanistas para seguir dividiendo al país, pobreza generalizada y falta de unidad e identidad nacionales.
Segunda transformación. En 1854 y con un país dividido y empobrecido, se inicia otra revolución: la de Ayutla y con ello una larga etapa de guerras civiles: liberales contra conservadores, una nueva constitución en 1857, Guerra de Tres Años 1858-1861, más división y más muertes, más pobreza, nacionalización de bienes de comunidades indígenas y e corporaciones privadas, radicalización del anticlericalismo, deuda externa impagable; invasión francesa con muerte, hambre y más pobreza; Imperio de Maximiliano, brutalidad de ambos gobiernos (el juarista y el imperialista). La pesadilla termina en 1867 gracias a los triunfos militares de Porfirio Díaz para acelerar la búsqueda de paz. Juárez se entroniza por 14 años en el poder a base de reelecciones dudosas y sólo deja la presidencia por su muerte en 1872. Siguen las divisiones, y otra revolución: Tuxtepec.
Es hasta el gran período de 35 años del llamado Porfiriato (1876-1911), cuando el país recobra la paz y se inicia la recuperación económica y modernización de México.
Tercera Transformación. Los viejos enconos y la influencia estadounidense propician otra revolución en 1910 y con ella otras revoluciones: la zapatista, la traición Huertista, el Villismo, el Carrancismo. Siete años hasta 1917 de muerte y desapariciones (un millón de personas), destrucción de la economía con el resultado de un país empobrecido y maltrecho. Hay que esperar hasta 1940 para que México y gracias a la Segunda Guerra Mundial, de la cual fuimos proveedores de materias primas y algunos textiles, para que se recupere un poco la economía.
Tres “transformaciones” no ha sido modelo de grandeza, sino de decadencia moral y política. La independencia destruyó la riqueza que dejó la Nueva España. La Reforma sólo trajo más pobreza y división. La Revolución destruyó la riqueza que había propiciado el Porfiriato.
Cuarta transformación. Se iniciará en breve. Las precedentes no son afortunadas.