Quiero ser “Nini”
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Quiero ser “Nini”

 


Millares de personas de la mal llamada “tercera edad”, mayores de 60 años y carentes de pensión jubilatoria, están dedicadas a labores de limpieza en agotadoras jornadas. Son contratadas por “empresas” fugaces y sin escrúpulos. Las labores son ingratas, de jornadas muy largas, a veces superiores a las 8 horas, demandando esfuerzos físicos como subir escaleras con cubetas llenas de agua para la limpieza de servicios sanitarios, trapear, barrer, limpiar vidrios y todo con estricta supervisión. A gran parte de estos trabajadores se los encuentra en las oficinas gubernamentales y en instalaciones grandes como los aeropuertos. Son los famosos “outsoursers” o fuerza laboral externa. El gobierno y las grandes corporaciones usan ese medio de subcontratación para evitar conflictos laborales y de tener plantillas extensas de personal para aseo. Los patrones o empleadores de esas personas “adultos mayores” como también se les dice, los dan de alta en el IMSS al ser contratados, para demostrar a los sub contratantes que están cumpliendo con la ley, pero al llegar el primer bimestre los dan de baja del IMSS, de suerte que en muchos casos están expuestos a riesgos de trabajo sin cobertura de seguridad social.
Lo peor de todo es que a esos trabajadores se les paga el salario mínimo $2,686.14 al mes y se sabe que a veces deben dar cuotas a superintendentes o pagar por ser dados de alta en el IMSS para permanecer con la prestación médica por lo menos, a la de retiro imposible.
A otro segmento de quienes debían ser catalogados de senectos o ancianos, pero con pensión exigua del ISSSTE o del IMSS, se les permite en los supermercados trabajar como “cerillos” (antes esa labor estaba reservada a niños, adolescentes y jóvenes), para obtener un ingreso extra en propinas por empacar los productos ya pagados en las cajas. Se optó por esto para eludir el llamado trabajo infantil, aquella vieja forma que permitía a los menores foguearse en la vida y cuando de veras se aprendía algún oficio o se tomaba una actividad formativa.
Por ese desplazamiento y desprecio al trabajo juvenil, inventado por las organizaciones de derechos humanos y apoyada por los gobiernos, se produjeron muchachos y muchachas sin trabajo y por ello dejaban abandonada la educación secundaria o preparatoria. Es decir, en México surgió una clase que raya con el lumpen proletariado: los “ninis”, o sea que ni trabajan ni estudian y que son una carga para los jefes de familia.
Según el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI), en México hay 3.9 millones de “ninis”. Si el gobierno que se avecina cumple su promesa de hacerlos aprendices a todos, el costo para el erario será de $14 mil millones de pesos, ya que un “nini” ganará más que un viejo trabajador de limpieza: $3,600 al mes, el 34% más que el salario mínimo.
Mañosamente, la remuneración no la harán los empresarios que “emplearán” a los “ninis”, para que no se establezca una relación con ellos, sino justamente con el gobierno a quien servirán como fuerza de choque, tal vez provocadores, participantes activos en huelgas y paros laborales, asistentes a mítines y miembros activos del nuevo partido hegemónico: Morena. Los “ninis”, remunerados por el nuevo “papá gobierno” deberán rendir tributo a los nuevos tlatoanis y serán quinta columna en las empresas donde fungirán como “aprendices”.
Lo técnicamente correcto debería ser que las empresas pagaran directamente a esos presuntos aprendices y dedujeran de impuestos ese estipendio. Pero es obvio que tal cosa no conviene al nuevo esquema de control político.
Quien esto escribe fue trabajador infantil y juvenil. Trabajaba y estudiaba en la preparatoria y la Universidad, como muchos colegas contemporáneos. Fuimos formados en el esfuerzo (dijera Colosio) y no fuimos una lacra como la que generó el sistema que dejará el poder muy pronto, en estos modos de sobreprotección a la ociosidad y a la holganza.
Por desgracia, la aspiración de la juventud hoy en día es “quiero ser nini” (o aprendiz de sicario juvenil, de delincuente organizado o de narcotraficante: deja más).