El corazón de Oaxaca está en sus danzas populares
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El corazón de Oaxaca está en sus danzas populares

 


La danza el canto y el ayuno han sido desde los viejos tiempos una forma mágica de agradecer a los dioses la vida, el agua, la fertilidad de la tierra y la victoria.
La danza era mítico-religiosa-guerrera, que recordaba el andar del hombre o la lucha contra sus adversarios y era acompañada con sonidos repetidos y monótonos.
Los mexicas para diversión y entretenimiento ejecutaba unos bailes llamados Mitotes y en las fiestas públicas Netoteliztli eran acompañados con música de tambores, raspadores, sonajas, caracoles marinos y flautas.
Los cantos y bailes mexicas eran sólo un medio de comunicación. Los jóvenes aprendían la historia y proezas de su pueblo por medio del canto y el baile.
Más adelante, en la Época del Virreinato, entre los años 1521 y 1821, en la Nueva España, los bailes eran una copia o imitación de los que se bailaban en Europa. Eran danzas de salón, principalmente el vals, las mazurcas y las poleas; los bailes de salón; saraos y ballet, eran acompañados con la música de la flauta, la trompeta, la vihuela, la guitarra, el clavicordio y el órgano.
Consumada la Independencia, la enorme tradición de la danza mexicana afloró simultáneamente con el desarrollo y vigorización de la clase media y su mentalidad, contradicciones y contrastes. Las danzas autóctonas y populares de la ciudad y el campo obedecieron la dirección y el sentido de su propio impulso.
Durante el Porfiriato la danza nacional no recibe ningún estímulo oficial; es olvidada por la centralización y por la influencia organizada de aspectos culturales foráneos, especialmente de Francia.
En estos años visitan el país para actuar ante la gente chic o elegante principalísimas figuras internacionales de la danza, pero también del teatro, opera y opereta.
La fiesta popular del campo y de la ciudad sigue su propio camino, baila canta y se divierte en patios y en espacios abiertos.
Después de la revolución la danza resurge con el Movimiento Nacionalista impulsado por el primer Secretario de Educación Publica, José Vasconcelos e introducido en el país por Manuel M. Ponce.
Surge la Escuela Nacional de Danza, el Palacio de Bellas Artes, la danza modernista; se habla de las grandes bailarinas: Sokolov, Waldeen, las hermanas Campobello, Guillermo Bravo, Lourdes Campos, Amalia Hernández, Josefina Lavalle y José Limón.
La danza contemporánea nace a partir de desarrollo de la danza moderna, entre el siglo XIX y principios del siglo XX. Los artistas de esta época decidieron regresar a las bases primitivas de la danza.
Los últimos años del siglo XX y los inicios del XXI, nos presentan una gran variedad de propuestas y criterios frente a la creación artística en danza contemporánea, estableciendo un infinito de posibilidades para resolver los problemas fundamentales de entrenamiento y la creación en esta expresión artística.
La fiesta popular del campo y de la ciudad sigue su propio camino; baila, canta y se divierte en patios y en espacios abiertos.
La danza, el canto y el ayuno han sido desde los viejos tiempos una forma mágica de agradecer a los dioses, la vida, el agua, la fertilidad de la tierra y la victoria.
La danza era mítico-religiosa-guerrera, que recordaba el andar del hombre o la lucha contra sus adversarios y era acompañada con sonidos repetidos y monótonos.
Los mexicas para diversión y entretenimiento ejecutaba unos bailes llamados Mitotes y en las fiestas públicas Netoteliztli eran acompañados con música de tambores, raspadores, sonajas, caracoles marinos y flautas.
Los cantos y bailes mexicas eran sólo un medio de comunicación. Los jóvenes mexicas aprendían la historia y proezas de su pueblo por medio del canto y el baile.
Más adelante, en la Época del Virreinato, entre los años 1521 y 1821, en la Nueva España, los bailes eran una copia o imitación de los que se bailaban en Europa. Eran danzas de salón, principalmente el vals, las mazurcas y las poleas; los bailes de salón; saraos y ballet, eran acompañados con la música de la flauta, la trompeta, la vihuela, la guitarra, el clavicordio y el órgano.
Consumada la Independencia, la enorme tradición de la danza mexicana afloró simultáneamente con el desarrollo y vigorización de la clase media y su mentalidad contradicciones y contrastes. Las danzas autóctonas y populares de la ciudad y el campo obedecieron la dirección y el sentido de su propio impulso.
Durante el Porfiriato la danza nacional no recibe ningún estímulo oficial; es olvidada por la centralización y por la influencia organizada de aspectos culturales foráneos, especialmente de Francia.
En Oaxaca el corazón del pueblo está en sus danzas populares, folclóricas, que desde la época prehispánica hasta nuestros días se baila en la Rotonda de la Azucena en donde el toque mágico es la alegría, el sol y la lluvia.