Mata Hari y Five
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Columna sin nombre

Mata Hari y Five

 


  • Fingers en México

 

Yo espío, tu espías, el espía, nosotros espiamos, vosotros espiáis, ellos espían.
El Mapache Guasón

Gran revuelo ha causado en México una nota en el periódico New York Times, que refiere que en nuestro país se espía a periodistas y a otro género de personas.

Pero lo más interesante es que aquel diario de los Estados Unidos, señala también que esa nota no tiene confirmación, o dicho de otra forma, publican algo sin confirmar, lo que deja mucho que desear de aquel periódico.

Los sainetes llegaron a tal grado, que hasta el mismo señor presidente Peña Nieto manifestó que tiene indicios de que a él también lo espían, lo que desde luego se puede tomar a broma o darle una calidad muy seria.

En el caso de los panistas, se lo tomaron muy a pecho, y formaditos en una suerte de conferencia de prensa encabezada por el güerito Anaya, se mesaron los cabellos y se rasgaron las ropas, y de paso solicitaron las cabezas de los más altos funcionarios del Gobierno Federal sin dar sus nombres.

Parece que todo se origina en la existencia de un programa judío, creo que llamado “Pegaso”, que permite a ciertas personas, corporaciones o dependencias de gobiernos, intervenir celulares y toda suerte de conversaciones, que nos llevan a pensar en las clásicas películas de espionaje de la Segunda Guerra Mundial.

Yo me inscribo entre quienes piensan, -es un decir- que el espionaje moderno existe y se da en todos los ámbitos y entre todas las personas, ya del mundo oficial, de los negocios o entre los comunicadores.

No es cosa nueva, y si Peña Nieto se cuida al hablar por teléfono, imagínese un sencillo particular como usted o como yo amigo lector querida lectora.

Ahora bien y en el mundo de las hipótesis, aventuro una.

Si uno de los principales acciones del New York Times, es Don Carlos Slim afamado por ser uno de los hombres más ricos del mundo, quizá haya sido espiado y por eso deslizó la nota de marras, de ser así, es posible que quien lo esté fisgoneando no sea el Gobierno de México sino el de los Estados Unidos, o séase Trump, digo…

Así las cosas, Don Carlos ya le midió el agua a los camotes y se ha dado cuenta de la fuerza brutal de su periódico en las mentes del mundo político mexicano, lo que desde luego los sabe muy bien y no de ahora.

Como sea, el culpable debe “expiar” su culpa.

Yo también soy Pueblo.
Por allí nos encontraremos.