Una ciudad como la nuestra
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Toltecáyotl

Una ciudad como la nuestra

 


Por primera vez, en cuarenta años de vivir en Oaxaca, asistí a un “desayuno de campaña”. Lo hice, por la seguridad de conocer al aspirante a la presidencia municipal de la ciudad, a su familia y su trayectoria.

Se convocó a personas distinguidas del mundo cultural, académico y de la sociedad civil organizada. Muchas caras conocidas. La presentación de Oswaldo García Jarquín, fue directa, clara y sin ambages. Una propuesta a largo plazo, sensata y con “los pies en la tierra”.

La mayoría de la gente que anda en “la política”, son oportunistas de carrera, cleptómanos profesionales, que les gusta el dinero fácil y una vida fatua. Sin darse cuenta, se vuelven “adictos” a esta forma de vida. Son personas que no tienen ideales, valores y conciencia de servicio. Por el contrario, son personas ignorantes, inmorales e inconscientes que buscan “servirse de las instituciones y de sus presupuestos”.

Pocas personas, que se dedican a la política, tienen metas a largo plazo sustentadas en el servicio eficiente y eficaz a la sociedad. Porque así es de sencillo y claro. La gente que en la administración pública da resultados, que trabaja por el bien común, es siempre reconocida y valorada. No quiero decir nombres, pero sí existe esa clase de personas que han tenido un excelente desempeño, que han sido honradas y éticas. Pocas, pero si existen.

Me llamó la atención, la franqueza del candidato, al decir que pretende gobernar seis años la ciudad, y que, los primeros tres años, dará resultados inmediatos para asegurar por el apoyo popular en las urnas, los siguientes tres años. Me parece inteligente y un gran desafío. Inteligente, porque los problemas de la ciudad requieren soluciones a mediano y largo plazo. Un gran desafío, porque un “candidato chapulín”, de esos que llegan al puesto, y ya están planeando saltar a otro más alto, son un fraude para los que votaron por él y un fraude para la democracia representativa.

Sí el candidato toma el desafío de recuperar el Río Atoyac, generaciones enteras, no solo lo recordarán y lo agradecerán, sino que, confiarán en “la política, los políticos y la democracia representativa”, tan desprestigiada en nuestros tiempos. Pero los problemas de la corrupción, la inseguridad, el transporte público, la vialidad, el agua, la basura y otros más, no pueden ser resueltos con buenos deseos y “muchas ganas”. Son problemas “sistémicos” que tienen profundas y oscuras raíces en la propia sociedad. Un solo hombre, no puede cambiar una ciudad y los vicios e intereses egoístas que se manejan en las cloacas en donde se nutre el poder de las mafias y los pequeños imperios de poder, que detienen e impiden el bienestar de la comunidad.
Más allá de un excelente equipo de personas expertas y, sobre todo, honestas, se requiere, personas que tengan conciencia y pasión por aprovechar la oportunidad de servir a la comunidad, para buscar su trascendencia personal, en el plano espiritual. Personas con grandeza de miras y valores perenes. Se entiende que en “la campaña” todo es sumar, pero para gobernar, se requiere, “ese compromiso” con la historia, por lo que todos los arribistas y oportunistas, los vividores del erario, tendrán que ser apartados. Amable lector, sabe usted, quién era el hombre más rico de Oaxaca, cuando Benito Juárez fue gobernador… yo tampoco, porque eso no tiene la menor importancia.

De parte de los invitados hubo excelentes observaciones y comentarios, pero yo me quedo con uno sobre la necesidad de trabajar con los niños a través del sistema educativo. La mejor inversión que puede hacerse en seis años de gobierno municipal, es trabajar con una generación completa de niños de primaria. Educar a esos niños en valores y principios, es sembrar para el futuro. Preparar y concientizar a esos niños para que mañana sean ciudadanos consientes, críticos y participativos, es sembrar una verdadera esperanza para el cambio, no solo de la ciudad de Oaxaca o el estado, sino el cambio que necesita este país. La educación es lo único que realmente puede potenciar los esfuerzos para lograr un cambio. Ese cambio requiere la conciencia y el apoyo del magisterio.

Por nuestra parte, comentamos que Oaxaca, después de la CDMX, es la ciudad, con el mayor número de ciudadanos de origen indígena, no solamente de las ocho regiones, sino de otros estados vecinos. Sin embargo, a pesar de vivir y ser reconocida la ciudad mundialmente, por la riqueza de las culturas indígenas, la ciudad de Oaxaca es una ciudad extremadamente racista, clasista y con relaciones coloniales de poder. Que solo en la Guelaguetza, la gente se enorgullece de su raíz indígena. Es necesario visibilizar, dignificar y posicionar a los pueblos indígenas que viven en Oaxaca. Se requiere también, sensibilizar y re-educar a la ciudadanía no indígena, en los valores, historia y cultura ancestral de nuestra identidad cultural ancestral. Descolonizar es dignificar. www.toletecayotl.org