El ganador de la rifa del tigre
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Debates y Deslindes

El ganador de la rifa del tigre

 


Durante el siglo XX, cuando había elecciones, sabíamos quién iba a ganar y quién iba a perder. Todos los aspirantes al ascenso social se formaban en una larga e inmensa fila en el PRI, detrás del ganador y esperaban su turno para ver qué les daban como recompensa a su trabajo, a su amistad o al apoyo que habían dado a la campaña política. Por otro lado estaba la oposición, seres medio oscuros, iniciativos privados, religiosos, que sabía que nunca tendría el poder, pero representaban, según ellos, una fuerza moral. En esa forma vivimos varias décadas y muchas elecciones. Crisis nacionales, regionales y mundiales. En el mundo estalló la primera y la segunda guerra mundial. Los Estados Unidos entraron en recesión en la década de los 20 y en los treinta entraron a las guerras mundiales y se convirtieron en el motor de la economía. Se iniciaron una serie de conflictos bélicos en el medio y lejano oriente para mantener esa economía de guerra que se impusieron y nos impusieron los Estados Unidos.
En América Latina, el Departamento de Estado americano diseñó una política económica global para todo el continente. Íbamos a ser demócratas, y en la etapa de la reconstrucción de las economías a tener un estado protector y un desarrollo estabilizador, que se encargara de dirigir el desarrollo. La política cambiaba de nombre en los países pero en términos generales era la misma. Vivimos el populismo, los diversos golpes de estado dirigidos por militares, e iniciamos pequeños modelos democráticos, con democracias dirigidas, centralistas, hasta llegamos a tener democracias populares.

En México se llegó a acuñar la frase de que democracia era en realidad “demos gracias”. No hubo ninguna revolución triunfante, salvo la de Cuba, más tarde Nicaragua y Venezuela, tuvimos en el mundo varias dictaduras.
Desde la conferencia de Bretton Woods, los Estados Unidos se encargaron de vigilar nuestro desarrollo, de definir qué nos convenía y que no, en lo económico y en lo político, nos impusieron estados protectores del desarrollo y de la población en general, vivimos una gran etapa de desarrollo estabilizador en el cual se crecía hasta el 6 por ciento anual. Nuestra economía siempre se definió de acuerdo con los planes globales de los Estados Unidos, de la misma manera como la Unión Soviética creó el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) para organizar la economía de los países dependientes de la órbita soviética, de esa misma manera sin publicitarlo tanto lo hizo el Departamento de Estado norteamericano a través del Banco Mundial, del Fondo Monetario Internacional y de la OEA.
A pesar de las altas y bajas en la economía de las buenas y malas relaciones con los Estados Unidos, el país se mantuvo con una paz social que tenía pequeñas rupturas pero no llegaba a las fracturas. Si ubicamos lo ocurrido en el 68, cuando hubo una protesta estudiantil violenta en la Ciudad de México y una represión igual, o las guerras guerrillas de 1960 a los 80 donde se multiplican una serie de movimientos armados de la población como el Asalto al cuartel de Madera, el Comando Jaramillista Morelense 23 de mayo, los Comandos Armados de Chihuahua, el Frente Urbano Zapatista, el grupo de Arturo Gámiz García, el Movimiento y la Liga Comunista 23 de Septiembre, el Movimiento Revolucionario Lucio Cabañas, el Partido de los Pobres, y el más famoso y publicitado que ocurrió en 1994 cuando el comandante Marcos y el Ejército de Liberación Nacional tomo las calles de San Cristóbal las Casas en Chiapas y le declaró la guerra al Estado mexicano. Los medios de comunicación de todo el mundo que se apostaron en la selva chiapaneca y en la zona mágica de San Cristóbal y Tuxtla, tuvieron un efecto inmediato para divulgar el movimiento y al mismo tiempo crear un “detente” y llevar los problemas que había suscitado este levantamiento a una mesa de negociaciones para evitar el sacrificio de un pueblo semi desarmado que había dicho ¡basta!
Desde esos hechos no había vuelto a ver un estado de tensión, alerta, crispación, desesperación y violencia y muerte en todo el país, como el que observo en este período electoral, en el cual por lo que parece se está jugando no sólo el presupuesto federal de los próximos 6 años, sino el destino de México. Andrés Manuel López Obrador y una serie de analistas políticos tanto de izquierda como de derecha han coincidido con que México se encuentra en una de las crisis más graves de su historia, comparado con las etapas prerrevolucionarias de la Independencia, Reforma y Revolución, estamos en el amanecer de una era con nuevos paradigmas y objetivos. El siglo fatal de los 52 años de los aztecas llega a su fin, el sol muere y vuelve a nacer. Todo parece indicar que estamos ante una nueva revolución silenciosa y violenta, si atendemos al número de muertos y desaparecidos, aunque se niegue oficialmente que estamos en una revolución violenta y que tenemos un Estado fallido. Se comenta que vivimos el cuarto cambio estructural de nuestro país.
Todo parece indicar que se abusó del modelo neoliberal y que éste ha llegado a sus límites de sobrevivencia, es urgente cambiar y no mantener las diferencias económicas y sociales que actualmente existen. El estallido puede ser brutal.
En las ciencias químicas se habla de un acelerador en los procesos químicos, los acelera o los detiene, el acelerador social de este momento histórico parece ser la predica y peregrinaje de López Obrador en todos los municipios, poblaciones y ciudades de México que durante 18 años ha recorrido en forma cotidiana. López Obrador finalmente encontró el código de comunicación con el auténtico pueblo de México, como lo hizo Hidalgo, Benito Juárez, Madero y Lázaro Cárdenas y ha entrado en un diálogo permanente con grupos de población que le escuchan, entienden y siguen. Le dan a conocer sus inquietudes y tienen puntos de encuentro, eso no lo hace ninguno de los otros candidatos, salvo el “Bronco” con la gente del norte, por eso la pasión de sus seguidores, por eso no cambian, sus filias a pesar de los ataques brutales a los que está sometido. El cambio está por llegar entre los movimientos convulsos e inquietudes sociales, los muertos y la violencia extrema, los cambios que la nación necesita están por llegar. Estamos bajo un volcán, ha dicho Jesús Silva-Herzog Márquez y a sus expresiones se han unido una serie de intelectuales, analistas políticos, sociólogos, clarividentes y diversos rubros de la sociedad en general que no han vacilado el participar en el cambio que se avecina.
Siempre he pensado que el país va a cambiar y que el factor determinante va a ser López Obrador, porque si llega al gobierno de la República y lo hace bien, todo el país cambia, de no ser así, vendrá la protesta y descomposición del modelo, habrá una revolución con olas de violencia regionalizadas que establezca un nuevo “statu quo” en la nación mexicana.
Gane quien gane el país está quebrado. El gobierno de Peña Nieto, es un gobierno incapaz, rapaz y corrupto, hay un gobierno fallido que cuando mucho controla el 20 por ciento del territorio nacional, han surgido distintos grupos de poder que se manifiestan abierta y públicamente, los huachicoleros, el crimen organizado que se divide el patrimonio de los estados más ricos del país, los grupos políticos que aun llegando por la vía electoral consideran que el estado es un patrimonio privado, las mafias de los narcotraficantes, los cacicazgos, locales que ya no responden al Presidente de la República sino que tienen su propios intereses. La perspectiva no se ve fácil, empezar a desactivar las bombas de tiempo que representan el crimen organizado y el narcotráfico constituyen retos sobrehumanos e infinitamente complicados. La reorganización del país es peor que sacarse la rifa del tigre. FIN [email protected]