Continúa ola criminal
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Editorial

Continúa ola criminal

 


Por el lado que quiera verse, Oaxaca es ya una de las entidades más violentas del país. Hace unos días el Secretariado de Seguridad Pública Nacional calificó a la ciudad de Juchitán de Zaragoza, como la novena ciudad más violenta del país. Tuxtepec y la Costa oaxaqueña han devenido en los últimos tiempos las regiones en donde parecen haberse asentado los grupos criminales que sólo dejan a su paso una estela de muerte, con ejecuciones y cadáveres desmembrados. Es tal el grado de crueldad que algunos sicarios y asesinos cebados en sangre, hacen video-grabar sus fechorías con lo que pretenden imprimir temor a sus adversarios. De Tuxtepec han circulado videos en realidad insultantes a la naturaleza humana. En el Istmo de Tehuantepec, amén del rosario de ejecuciones a plena luz del día, se está dando un permanente ajuste de cuentas entre las bandas dedicadas al robo de gasolina, es decir, de huachicoleros. He ahí el hallazgo de cadáveres desfigurados del rostro y de los lugares comunes en donde son ejecutados: la comunidad de El Mezquite, perteneciente a Asunción Ixtaltepec. Pero hay otras rutas, como son las de Matías Romero, Palomares y la zona de Tuxtepec, a donde también se privilegia este negocio ilícito.

Pese a todo el directorio de homicidios dolosos y ejecuciones, las autoridades siguen empecinadas “en que aquí no pasa nada”. En efecto, dice la filosofía del vulgo que “no hay peor ciego que quien no quiere ver”. No se ven por ningún lado acciones, programas u operativos que cimienten la confianza de la sociedad en las corporaciones o dependencias que, se presume, tienen a su cargo la delicada tarea de salvaguardar la seguridad ciudadana. Pero no. Todo se ha ido en declaraciones fatuas o vanas. O en dar informes sobre hechos intrascendentes como por ejemplo el número de personas que fueron aseguradas los fines de semana por conducir alcoholizadas. Otro dato común es dar cuenta de las armas aseguradas a campesinos que, camino a su parcela, les es decomisada alguna escopeta o pistola de menor calibre. Nada se menciona de la ola de crímenes o acciones que conlleven a fortalecer la fe en las instituciones de gobierno. La idea de que la Secretaría de Seguridad Pública sólo se dedica a difundir nimiedades, ha quedado en la conciencia colectiva de los oaxaqueños. Pero los titulares de las áreas ahí están, perdiendo el tiempo o haciendo creer al ejecutivo estatal que son puras lumbreras.

Obras a paso de cojo

Sin ánimo de descalificar las obras que lleva a cabo el gobierno de la ciudad, como es la realización de acciones en algunos de los mercados de la ciudad, particularmente el Hidalgo, que se ubica en la Colonia Reforma, hay una opinión generalizada de que las mismas se llevan a cabo con una lentitud aberrante. En otro entorno, vecinos de algunas colonias de la capital, como es La Noria y otras más, se quejan asimismo de que una vez que se llevaron a cabo obras hidráulicas, ninguna autoridad se ha preocupado por devolver a las calles su estado anterior. Las mismas lucen como parques lunares, pues se dejaron zanjas, hoyos y baches, que no solamente impiden el paso ágil de vehículos sino además, para las mismas personas que van a pie. No se trata pues de descalificar las obras sino que el gobierno local, a través de sus áreas correspondientes, imponga fechas de terminación a las empresas constructoras para tal efecto. Un argumento generalizado entre la sociedad, es que entre más tiempo se lleve una obra, más recursos se gastan. Por ello, cualquier acción de gobierno debe definir tiempos. Es importante subrayar que no son pocas las veces que hemos denunciado en este espacio editorial, que muchas veces, una vez que se termina una obra, los responsables dejan secuelas, que no se corrigen hasta el paso de los años.

Pero existe un factor que pareciera no estar en la consciencia de quienes emprenden la obra pública y es que estamos ya en temporada de lluvias y huracanes y que, por tanto, dicha situación hace que la terminación no puede concretarse sino hasta el fin de la temporada. Es común ver cepas abiertas y anegadas o excavaciones que tienen que realizarse dos o más veces, porque el lodo impide concluirlas. Y ése es otro elemento en contrario para agilizarlas. Lamentablemente tal parece que los recursos públicos no llegan a tiempo a las áreas de gobierno, sino hasta mediados de año. Y he ahí que en plena temporada vacacional y festejos de La Guelaguetza, haya obras sin concluir por todas partes. En fin, hay mucho qué decir al respecto. Lo que vale la pena destacar es que no se diga que Oaxaca es la capital de la obra perpetua, porque siempre las habrá por todos lados, pero además, hechas con tal lentitud que cuando se termina una parte ya se averió la otra. Lo triste es que se trata de obras elementales y no de grandes, como en otras capitales del país. Por eso se dice que nuestra capital es una eterna postal.