Paisaje después de la batalla
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Opinión

Paisaje después de la batalla

 


Al final de cuentas todos ganaron. O por lo menos es lo que dice cada uno, y aunque Jaime Rodríguez Calderón, alias El Bronco dice que a él no le gustó el debate, en el fondo piensa que al ponerle el cascabel al gato con aquello del “¡Abrázalo!” que le espetó a Andrés Manuel López Obrador-Morena, consiguió “las simpatías populares”…

¿Quién ganó este segundo Debate? ¿Quién perdió? Las apuestas ya están gastadas. El eje central de estos Debates, se dice, es el de dar a conocer a los candidatos y confrontar, mediante el diálogo, sus propuestas de gobierno, sus proyectos de nación, sus doctrinas políticas, su ideología, sus soluciones y todo eso que uno supone que saldrá del encuentro de quienes quieren gobernar al país desde distintos frentes políticos. Pero no, no y no…

Al final de cuentas los debates se han convertido en un espectáculo siniestro; los electores asisten a un ritual trágico, el de la anulación de unos a otros en su personalidad, en su acción política, en sus propuestas y, sobre todo, en sí mismos. Esto es:

En España había un caricaturista que dibujaba a personajes de la gran política española. Se encontraban unos a otros y se daban abrazos, apapachos, palmadas en la espalda y saludos con cierta reverencia, digamos; pero detrás de ellos aparecían sus sombras dándose puñaladas, sacudiéndose, asestándose golpes mortales: ¿cuál era la verdad?

Así acá. Y aunque no fingen mucho y es evidente que unos se caen más gordos que otros, lo que sí es claro es que al final del espectáculo de casi dos horas la mayoría de la gente se queda en el anecdotario: “¿viste cómo le dijo hipócrita?” ¿Viste cómo se le paró enfrente a manera de reto?”, “¿viste cómo sacó la cartera para cuidar que no se la robara?” “¡Viste cómo le dijo farsante-mentiroso?” “Jajajajaja… ¿viste cómo le dijo Riqui-Riquín-Canallín?”…

…Esto es: la anécdota, el agravio, la descalificación, la confrontación, la violencia verbal… Eso queda. Por supuesto en este segundo Debate los temas no eran del tipo estruendo: Política exterior, inversión extranjera, migrantes, crímenes transnacionales (en este último tema, por cierto, se hicieron rosquillas y no se tocó). Y algo se dijo, pero nada: nada queda para el elector.

Después de todo quienes ya saben por quién votarán y están firmes en su decisión no los hará cambiar su decisión el estilo y la presencia de cada uno de ellos.

El famosísimo ahora “voto útil” es la manzana de la discordia. Cada candidato quiere los votos del otro y ahora los votos de Margarita Zavala, quien renunció a la candidatura independiente, como se sabe, pero cuyos seguidores quedaron “en libertad” de elegir su camino electoral. Como si esto fuera un asunto de “brinca la tablita, yo ya la brinqué…”.

El panorama después de la batalla es exactamente el mismo que antes: la confrontación entre candidatos por encima de las ideas de gobierno y todo eso que hace falta que nos clarifiquen, que nos expliquen y por qué deberíamos votar por este o por el otro en base a qué país queremos.

Es cierto que los partidos políticos en esta contienda han desaparecido. Ellos mismos se anularon. Dejaron pasar a los candidatos y sus ideas personalísimas por encima de la construcción que cada instituto político hizo de sí mismo por años o por vidas de hombres dedicados a ellos. Ya no se habla de votar por este o aquel partido: se dice por quién se votará o por quién no: persona.

Pero bueno. Si bien han desparecido del espectro electoral, estos partidos siguen siendo el todo poderoso factor de vida política en México. Siguen, cada uno, recibiendo carretadas de recursos públicos y privilegios de poder y mando a través del INE de los Tribunales Electorales, de los Congresos en donde son ellos y nada más que estos partidos políticos los que deciden gran parte del presente y futuro del país. ¿Pero le sirven de algo a los electores los partidos políticos ahora?

Parece que tendremos que replantear ese “Sistema de partidos” que se supone que el Instituto Nacional Electoral debería fortalecer, pero esto no será mientras son esos partidos son los que deciden el qué, cómo y cuándo de los cambios en este país en materia política y, sobre todo, electoral.

Lo dicho: el paisaje después de la batalla es el mismo que había antes del segundo Debate. Y podría ocurrir lo mismo luego del tercero, que se llevará a cabo el martes 12 de junio en Mérida, Yucatán, y en donde se tratarán los temas:

1.- Crecimiento económico, pobreza y desigualdad; 2. Educación, ciencia y tecnología; 3. Desarrollo sustentable y cambio climático.

Por entonces ya estará a menos de un mes la fecha de la elección. ¿Sabremos entonces por qué votar? Además de ¿por quién?

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