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Lo que mal empieza…

 


En los inicios del “gabinato”, anunciaron con bombo y platillo el nacimiento de diversos órganos autónomos que “vendrán a fortalecer nuestra democracia”. Entre esos entes “independientes” estaban la Auditoría Superior del Estado y el Tribunal Estatal Electoral. Tánto celebraban el acontecimiento que terminaron por chamuscarlos. Su fiesta terminó en premonición. Hoy, ambos órganos “autónomos”, están desprestigiados, sin un ápice de credibilidad.
El titular de la ASE, Carlos Altamirano, llamado también auditor superior del estado, aún continúa dentro del cochinero en que trocó esa institución. Me dicen que independientemente del embrollo legal que armaron para mantenerlo inamovible tantos años, las reglas políticas no escritas indican que su relevo próximo es inminente. Solo esperan que los sabuesos, a través del congreso y de otras instancias, reúnan evidencias del cochinero que deja para “leerle la cartilla”. Son las reglas de este sistema.
El estigma de la ASE se debe a complicidades de Carlos Altamirano con el congreso pasado, en especial con el diputado priista (neo)Fito Toledo, presidente de la comisión de auditoría. También con los coordinadores de las bancadas para procurar impunidad a los presidentes municipales más rapaces. La evidencia de estas connivencias está en el hecho de que no hay una sola consignación por desvío de recursos municipales. No se sabe que, por intervención de la ASE, se haya recuperado siquiera un peso de los fondos municipales hurtados. Está como certeza, el más grande saqueo de las arcas públicas de los 22 administradores municipales del trienio pasado. Hurtos multimillonarios, señalamientos abundantes y no hay una sola denuncia formal de parte de la ASE.
Pero la falla más clara del llamado auditor superior, está en su desapego a las normas que deberían regir a este órgano “autónomo”. No acata ni los preceptos que le dan razón de ser como eso de que su obligación es “la revisión y fiscalización de las Cuentas Públicas de los Poderes del Estado y Municipios, así como su gestión financiera para dar a la sociedad Oaxaqueña certeza y credibilidad en la rendición de cuentas y fiscalización de los recursos públicos que promueva con sus acciones la mejora continua en la gestión gubernamental con honestidad y transparencia”.
Meras utopías; simples pronunciamientos de un ente demeritado que, por lo mismo, está convertido hoy en “elefante blanco”, a decir de Ernesto Icazbalceta, uno de los tres auditores superiores.

EL TRIBUNAL ELECTORAL
Otra figura “independiente” que se degradó en una especie de templo del cinismo, es el Tribunal Estatal Electoral que integran tres magistrados, demasiado cuestionados desde su nombramiento.
Aunque dicen representar a un órgano “autónomo”, sus antecedentes y el fierro que los marca, los exhibe como magistrados de un tribunal supeditado a los intereses partidistas no a los de la ciudadanía.
La marca que trae cada uno, los identifica plenamente con el establo político al que sirven. En los tres principales partidos políticos, suelen decir: “nosotros damos línea, cada uno tenemos a nuestro magistrado representante”.
Quitar como presidente a uno para poner a otro de la misma tripleta, es vil gatopardismo en el TEE. El cáncer de la corrupción permanecerá mientras sigan allí: Wilfrido López, Manuel Jiménez y Miguel Ángel Carballido.
Ya dije que la procacidad del magistrado primeramente mencionado, al insistir en que su homólogo Víctor Manuel Jiménez “me pidió un millón de pesos mensuales para apoyarme”, acabará por hundir a lo más profundo de los descréditos al principal árbitro electoral en el estado. Esto es muy delicado porque si el TEE ya arrastraba deshonra por sus dictámenes tan sesgados, hoy ha perdido toda autoridad moral. Si mantener a López Vázquez como magistrado, aunque lo quiten como presidente, es grotesco; seguir jugando con tres árbitros estigmatizados, ciegos y mancos por la enfermedad de la corrupción, significa vileza ?Quién va a creer sus tesis? Mantenerlos en el puesto es una decisión muy aventurada. Enfrentados, literalmente, por la corrupción ?alguien puede creer que puedan trabajar coordinadamente en un arbitraje electoral imparcial?
La única solución para restablecer la credibilidad en este tribunal, la propone el acucioso politólogo Cipriano Flores:
Que los tribunales electorales se integren con magistrados de carrera del poder Judicial, que ya no los designe el Senado (y menos a individuos sin calidad moral, desacreditados como los tres integrantes del TEE peleando por el botín digo control del presupuesto).

SUS PASIVOS
Nuestra incipiente democracia va como los cangrejos, hacía atrás, por el actuar del citado Tribunal. No hay que olvidar que el mismo López Vázquez asesoró en la “solución” de conflictos álgidos pos-electorales como los de Santiago Choapam y San Juan Lalana que terminaron en un gran baño de sangre, con decenas de muertos y heridos.
En el caso del magistrado Víctor Manuel Jiménez Viloria no hay nada diferente. No abona a la democracia con arbitrajes imparciales, creíbles. Sus intereses están en el PAN desde donde, dicen, lo impulsó el ex presidente municipal de Huajuapam, Luis de Guadalupe Martínez. Esta complicidad fue factor decisivo para la pifia que significó que el TEE avalara un supuesto “triunfo” de Luis de Guadalupe Martínez, como dirigente estatal del PAN. A los pocos días, el tribunal federal echó abajo su dictamen y los exhibió como un cuerpo colegiado infecto, que dictamina para el mejor postor.
El nuevo magistrado presidente, Miguel Ángel Carballido Díaz, tiene el sello del PRI.
A CUENTAS
Por si faltara algo para exhibir con más contundencia la inmoralidad del TEE, el Senado de la República les asesta otro zape.
Anuncia que intervendrá en la disputa (por el control del presupuesto y los “moches” para avalar o desaprobar elecciones) entre los tres magistrados integrantes del TEE.
Y para confirmar que esto va en serio, la misma Cámara alta informa que ha exhortado al Fiscal del Estado, Rubén Vasconcelos Méndez, investigar y proceder en base a las denuncias mutuas entre los magistrados. En el acuerdo legislativo, mencionan que debe intervenir también el contralor interno del citado Tribunal.
Lo raro es que al haber allí un contralor ausente (estaba como figura decorativa porque así convenía), antier designaron, al vapor, a un contralor que, dadas las circunstancias no podrá seguir pasivo.

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