No corramos en la pista equivocada
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Es mi opinión

No corramos en la pista equivocada

 


La expresión esperanza es muy común en nuestros días aun en el lenguaje de los políticos que tratan de sembrar confianza en gobiernos presentes y futuros. Para el propósito de mi comentario, diré que confianza en palabras llanas, esperar lo mejor de todos los aspectos de la vida nacional y en lo personal de cada individuo.
Esperar lo mejor es una cualidad propia del hombre optimista, lo que está muy bien, sin embargo, es pertinente advertir que la esperanza valedera debe tener bases sólidas para no crear falsas expectativas que tarde o temprano darán al traste con el optimismo que hayamos generado en nuestro modo de ver las cosas.
En otras palabras, no basta tener esperanza, lo más importante es generar condiciones personales y generales que garanticen lo mejor para cada persona y para la sociedad en su conjunto. De lo contrario, nuestra esperanza puede ser la de aquel atleta que corre en la pista equivocada y que a pesar de ser el corredor más veloz al final de cuentas no ganara el campeonato porque jamás llegara a la meta indicada.
En lo personal siempre he visto con mucha reserva los motivos de la esperanza. Esas reservas aparecen porque no todos podemos esperar lo mismo a pesar de vivir circunstancias semejantes. Vistas así las cosas, hablar de esperanza en el terreno político como lo hacen los candidatos a Presidente de la República, Senadores, Diputados Federales y locales así como a Presidentes Municipales, resulta muy discutido y poco edificante.
Porque para que un político genere esperanza de la buena, primero debe inspirar confianza y es allí donde empiezan los asegunes. La dificultad estriba en que los partidos políticos y los políticos mismos, no inspiran confianza y por lo tanto, no nos motivan a esperar lo mejor para la sociedad toda. Y cuando no tenemos confianza, nos saltan las dudas. Y de las dudas a los temores solo hay un paso.
No podemos tener esperanza de la buena, si la queremos construir sobre las dudas y los temores. Cuando tenemos miedo, solo esperamos lo peor y eso sí que es grave para una sociedad como la nuestra que vive inmersa en un ambiente de violencia e inseguridad pública, que trascienden las fronteras y nuestra capacidad para seguir esperando lo mejor.
¿Cómo podemos los mexicanos, tener esperanza de la buena, si la experiencia nos coloca ante un mundo de promesas incumplidas por parte de las autoridades? ¿Cómo ser cultivadores de esperanza de la buena, si nosotros mismos no la generamos cuando no cumplimos con nuestras obligaciones más elementales como individuos en sociedad?
Sin que se tome como pesimismo, debemos aceptar que no puede haber esperanza de la buena, esa que lleva al corredor a la meta indicada, si nosotros mismos fallamos en nuestras responsabilidades tan sencillas como es acudir a votar para elegir a nuestros gobernantes. Si no podemos bajar los vergonzosos indicadores de abstencionismo, mucho menos podremos llevar al poder a los mejores hombres mexicanos.
Por lo tanto, si no votamos, como podremos exigirle a nuestros gobernantes que cumplan con las promesas que nos hacen cuando candidatos. En esas condiciones, nuestra propia conciencia nos dice que vamos en la pista equivocada y por más rápido que corramos jamás llegaremos a la meta que alcanzan los campeones.
Por lo tanto, los ciudadanos comunes, como los gobernantes debemos generar las condiciones de confianza mutua, para que en esa base podamos crear la esperanza que lleva a los pueblos a niveles superiores de desarrollo. No perdamos de vista que la esperanza debe resultar de la confianza y no la confianza de la esperanza, porque esta puede ser falsa sin que siquiera la sospechemos.
No olvidemos asimismo que, las falsas esperanzas han mal truncado los mejores proyectos. Hombres brillantes y bien intencionados han fracasado por correr en la pista equivocada. La esperanza debe ser sometida a un riguroso análisis propio del mexicano inteligente de este tercer milenio. Esto es importante. Y ¡Hay que decirlo!
Es mi opinión. Y nada más…
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