Suspensión desafortunada
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Opinión

Editorial

Suspensión desafortunada

 


Se ha difundido en medios de comunicación tradicionales y otros no convencionales, la decisión de las organizaciones istmeñas que llevan a cabo las tradicionales velas de mayo, de suspenderlas. Se dice incluso que ello se hace ante la desatención que han tenido las autoridades tanto federales como estatales, para las tareas de la reconstrucción luego de los sismos de septiembre del año pasado. En efecto, Juchitán de Zaragoza, un emblemático bastión istmeño de esta tradición, no se ha recuperado del todo y muestra las huellas del abandono y la apatía oficial. Pero hay otro factor que incide en esta situación y en la inseguridad que se vive en dicho municipio, en donde las vendettas y ajustes de cuentas son tema de todos los días. Las muertes de los últimos meses se cuentan por decenas. No hay un solo día en que las redes sociales no difundan hechos criminales, algunos de ellos en verdad escalofriantes. He ahí el porqué de nuestra crítica, pues mientras el gobernador Alejandro Murat en su reciente viaje a Hannover, Alemania, mostró a los inversionistas e industriales el rico potencial de energía eólica o solar que tiene Oaxaca, aquí en la región del Istmo, los grupos criminales o las bandas locales, hacían de las suyas.

Suspender por las razones expuestas las tradicionales velas es, ciertamente, preocupante. Se trata de una tradición que subyace en lo más profundo de la idiosincrasia istmeña. Es parte sustancial de su vida social y de su cultura ancestral. Sin duda pues es una lástima no sólo para quienes viven en Juchitán sino para todos aquellos que tenemos una gran admiración por esas tradiciones. En efecto, los problemas de inseguridad se han dejado crecer, por la apatía de las mismas autoridades locales y estatales que, para emitir un discurso simple y banal, minimizan los hechos. Por otra parte, hay que entender también que la Federación, luego de al menos un par de meses de estar funcionarios federales y estatales, catalogando daños y haciendo censos de las viviendas dañadas, pero sobre todo, en un ir y venir sin hacer nada, hoy parece que las tareas de reconstrucción fueron dejadas al arbitrio del tiempo y las circunstancias. El apoyo de la sociedad civil organizada fue infinitamente mayor que cualquier ayuda gubernamental. Mucho tendría que decir al respecto la cuestionada Secretaria de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU), Rosario Robles Berlanga.

Más operativos vs piratas

Una de las formas en que la Secretaría de Vialidad y Transporte (SEVITRA), pueda en verdad regular y legalizar todo lo concerniente al transporte concesionado, sobre todo de taxis y moto-taxis, es con operativos que permitan retirar de circulación aquellas unidades que no cuenten con los permisos correspondientes. En esto debe irse a fondo y sin miramientos. Es ya común que los grupos u organizaciones que mantienen el control de decenas o cientos de unidades pataleen ante los aseguramientos. Pero debe prevalecer el espíritu de la ley ante todo. Es importante que la dependencia aplique correctivos ante chantajes y amenazas, como es el retiro de concesiones y permisos. Hay que recordar que desde que el gobernador Alejandro Murat cumplió sus primeros cien días de labores, dijo en su mensaje que no se habría de otorgar ni una concesión más, ante el panorama tan complejo y conflictivo en el sector transporte. Creemos que dicha instrucción debe haberse aplicado de manera rigurosa, pues este rubro es uno de los más problemáticos para la gobernabilidad y ha sido, desde el sexenio pasado, el dolor de cabeza permanente para el gobierno en turno.

En la pasada administración el sector transporte ya venía contaminado y saturado del pasado. No obstante, para congraciarse con grupos, organizaciones y demás mafias, el ex gobernador Gabino Cué permitió el otorgamiento de miles y miles de permisos, tanto de taxis como de moto-taxis, que saturó por completo el mercado de servicio público. Las concesiones se otorgaron como si fueran venta de tianguis. Es más, siempre criticamos que hasta se publicitaran las convocatorias para otorgar más concesiones, no obstante que la dependencia citada tenía clara la película de lo que pasaba. Líderes y dirigentes de horca y cuchillo, de sindicatos y confederaciones se apropiaron de miles de concesiones y unidades, convirtiéndose en una mafia criminal que se dejó crecer, hasta que el actual régimen le puso un freno. No obstante, hace falta mucho por hacer en este tema. No se trata de dar palos de ciego sino de aplicar una estrategia sistemática para acabar de una vez por todas con esas mafias que se han enquistado en el manejo de estas unidades, que sirven para todo, menos para transportar pasajeros, es decir, son usados por los grupos criminales para actividades ilícitas, sobre todo las unidades piratas.