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Editorial

Fincar responsabilidades

 


Durante los últimos años, los sindicatos y organizaciones que controlan el transporte, se han consolidado en Oaxaca como verdaderos poderes fácticos. Sus dirigentes, como lo vimos en el caso de Javier Córdova Quevedo, conocido como “La Culebra”, en la ciudad y puerto de Salina Cruz, se han transformado en caciques de horca y cuchillo, capaces de humillar a cualquiera de sus trabajadores, por la necesidad de un empleo. El citado tiene un adversario, con quien anteriormente ejercían el control total del transporte de pasajeros, taxis, volteos y cisternas: Hipólito Rojas, dirigente formal de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), de la cual, el primero fue expulsado. Se menciona también a un tercer segmento de trabajadores que lidera Gloria Newman. Sin embargo, lo que está en tela de juicio es que sin más, dichas organizaciones, se han convertido no en los sindicatos de trabajadores en sentido estricto del término, sino en cárteles delictivos, que lo mismo venden concesiones, que distribuyen droga o cuentan con arsenales para la protección de sus dirigentes, quienes además, cuentan con sicarios a su servicio y protección.
El pasado domingo fotos y notas corrieron por la red, para dar cuenta del clima de terror que desataron en la ciudad y puerto de Salina Cruz, trabajadores de la CTM y grupos adversarios, quienes se enfrentaron a golpes, pedradas y balazos, con el saldo inicial de quince lesionados. Todo inició -se dice- por la disputa de la contratación de Petróleos Mexicanos, de los servicios de una empresa para la reparación y rehabilitación del área dañada con el incendio de hace unos días. El dirigente de la CTM, Hipólito Rojas, tuvo que ser liberado por la policía municipal, ante el riesgo de que sus adversarios políticos lo sacaran a empellones de sus oficinas, las cuales estaban resguardadas por sujetos armados. No es la primera vez que los grupos contrarios y los mismos de la CTM, se enfrentan de esa manera y generan pánico entre la población. Otras ocasiones han sido incineradas unidades que pertenecen a grupos opositores. No hay tregua en el control del transporte, independientemente de las disposiciones que ha dado la instancia reguladora como es la Secretaría de Vialidad y Transporte (Sevitra). Luego de este incidente penoso, compete a las autoridades ministeriales realizar las investigaciones que sean prudentes, a efecto de deslindar responsabilidades y fincarlas a quienes incurrieron en excesos y violencia.

S-22: La víctima perpetua

El magisterio oaxaqueño se ha distinguido a nivel nacional por su tendencia a la victimización; por su desapego a la tarea docente y su tendencia a pedir sin aportar nada al proceso educativo. Desde que en 2013 se inició la discusión sobre la Reforma Educativa, tan necesaria a la educación pública del país, el también llamado Cártel 22 y su matriz, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), arremetieron en contra. Pusieron mil obstáculos, entre ellos, la pobreza en la que viven algunas entidades del país como Oaxaca; la diversidad de grupos étnicos y muchas trabas más. Desde entonces, aquí la famosa Reforma Educativa es pura ficción. Jamás se ha aplicado. La complacencia del gobierno de Gabino Cué con quienes lo llevaron al triunfo en 2010, hizo creer al gobierno federal que aquí se había incubado la resistencia y la rebeldía a tan importante reforma. He ahí el golpe que se le dio a la beligerante Sección el 21 de julio de 2015, cuando le fue arrebatado el control del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO), que de manera anormal y contra derecho detentaba la parte sindical, desde el mes de octubre de 1992. El golpe, sin embargo, no fue a fondo. Y la CNTE y su segmento golpeador, la S-22 se levantó de nuevo con la complicidad del entonces Subsecretario de Gobernación, Luis Enrique Miranda.
La actitud y desplieg

ue de amenazas que lanza a menudo la citada sección magisterial y el miedo gubernamental a aplicar la ley, hace pensar que los maestros como sus discípulos, los normalistas, se rigen por un estatuto diferente. Pueden hacer lo que les plazca sin recibir el peso de la ley, como cualquier ciudadano. Ello ha creado en la sociedad un repudio generalizado. Más aún, con sus constantes movilizaciones, marchas, bloqueos, toma de plazas comerciales, de casetas de peaje, etc., sin que jamás tengan como respuesta la fuerza del Estado. Es ya parte del anecdotario popular, ver la celebración de fechas y más fechas, en las que maestros y seguidores; organizaciones sociales y adláteres se desgarran los trajes para asumirse reprimidos. No sólo hay demagogia y falsedad en sus teorías y desplantes ideológicos, sino una tendencia a asumirse víctimas de una represión imaginaria en la que con una facilidad circense se convierten de carniceros en inocentes reses. En estos días, a menos de un mes de que termine el curso escolar 2016-2017, aún planean con estupidez supina, la posibilidad de irse al paro de labores.