El aniversario de la ciudad de Oaxaca
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Opinión

Toltecáyotl

El aniversario de la ciudad de Oaxaca

 


Lo que es hoy la Ciudad de Oaxaca, es un lugar habitado por los seres humanos desde hace mucho tiempo. Su fundación se debe perder en el tiempo ancestral. Hoy se sabe, que, en el Valle de Tlacolula, se han encontrado semillas de teocintle en vías de convertirse en maíz, de hace diez mil años, gracias a lo que hoy llamamos ingeniería biogenética, uno de los grandes logros de nuestros Viejos Abuelos. El sistema rocoso que está entre Yagul y Mitla, con su gran cantidad de cuevas, y con la existencia de un lago de agua dulce, ya extinto, indiscutiblemente que fue un lugar privilegiado para vivir en el tiempo de la prehistoria.
La íntima relación de los Viejos Abuelos zapotecos con la “Madre Querida”, y la “comunicación” que poseían con las montañas es incuestionable. En especial, con “la nariz” de la Sierra Norte, los Viejos Abuelos hacían del “Cerro-nariz-de los huajes”, un lugar muy especial y por ello, reverenciado y habitado.

Para la Toltecáyotl (la sabiduría de la civilización Madre), las montañas tienen vida y conciencia, y, además, comunicación con los seres humanos. Cuando se desprende de una cadena montañosa, una serie de cerros que se “meten en el valle”, se le llamó, metafóricamente “nariz”, que en lengua náhuatl es Yac. En la punta de “esa nariz”, se concentra la energía de la cadena montañosa, y el ser humano, puede entrar en contacto con esa energía para obtener el bienestar y la armonía energética (lugares milagrosos).

En la punta de esas narices, los Viejos Abuelos encontraron un punto de contacto energético con el potencial inconmensurable de las montañas. Desde temprana edad, los Viejos Abuelos, detectaron estos “yacs” o narices energéticas, a los cuales reverenciaron y recibieron de ellos, “donaciones energéticas” para beneficiar sus vidas personales, familiares y comunitarias.
Son los casos conocidos del “Cerro del Tepeyac”, en la Sierra de Guadalupe en la Ciudad de México, o el de Tepeyacac, hoy conocido como Tepeaca, Puebla, y en Oaxaca, en el mal llamado “Cerro del Fortín”, que es la nariz de la Sierra Norte. Lugar en el que los abuelos, muchos siglos antes de la llegada de los invasores españoles, vivían en torno a esta “sagrada nariz”, de la cual, por la “comunicación”, recibían sus “donaciones energéticas”. Insignificantes para la Sierra, grandiosas para el ser humano.

Esta es la razón por la cual, estos lugares, eran sagrados, mucho antes de la presencia hispana. La Madre Querida, Tonantzin, ayuda a sus hijos a través de estas “narices energéticas”. La más conocida de estas “relaciones” es la del Cerro del Tepeyac y el sincretismo religioso de “Guadalupe-Tonantzin”, que sigue vivo hasta nuestros días.

Pero la relación de Huaxyacac con sus hijos zapotecos, se transformó en el sincretismo religioso de la Virgen de la Soledad, siendo la patrona de la ciudad. En efecto, cuando los españoles llegaron a Huaxyacac se apropiaron de los terrenos bajos y los zapotecos, siguieron viviendo bajo la protección del “cerro-nariz-de-los huajes”. El punto de contacto de “la nariz con el mundo humano”, era una gran piedra en dónde manaba agua. Igual que en el Tepeyac, los españoles prohibieron el culto a “la nariz”, pero fue tanta la persistencia de los zapotecos que los españoles se vieron obligados a reconocer la sacralidad del lugar y de la piedra.
Lo mismo que en muchos “yac´s” del Anáhuac, la fe hispana se apropió de ellos y los convirtió en lugares sagrados de la religión católica. Pero también puede ser visto desde otro ángulo. La gran fuerza de resistencia cultural anahuaca, hizo que, los Viejos Abuelos, se apropiaran de la sacralidad del invasor para mantener la propia. Sea como fuere, ahí está, en el Templo de la Soledad, entrando a mano derecha, la milenaria piedra, que es “la punta de la nariz” de la Sierra Norte. Ya no brota agua de ella, pero la gente la sigue visitando.

Esta es la razón por la cual, existe, desde miles de años, el asentamiento humano que hoy conocemos como Ciudad de Oaxaca. Es un lugar sagrado, no por la fe humana, sino por la energía telúrica de la Madre Tierra, que encuentra “puntos de contacto” con sus hijos. Esta es la razón por la cual existen en México, lugares sagrados como el Tepeyac, Juquila, Chalma, San Juan de los Lagos, etc.

Será tiempo de vitalizar la energía sagrada del Cerro de la Nariz de los Huajes. Tiempos de que el ser humano recupere su conciencia sacra de sí mismo, del mundo y la vida. Tiempos de volver a dialogar energéticamente con la Sierra Norte. Tiempos de dejar de pensar y sentir al Cerro de la Nariz de los Huajes, como un objeto de riqueza material de unos cuantos, y convertirlo en un sujeto sagrado de toda la comunidad, de un tiempo sagrado, de una ciudad sagrada. Será que debemos volver a ir a ofrendarle al cerro, con nuestro corazón, “flores y cantos”, con los más puros y fraternos sentimientos de hermandad entre seres humanos y la Sierra Norte. Amable lector, ¿cree, usted, que podamos humanizar este tiempo y hacerlo sagrado? Visite www.toltecayotl.org