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Lo único que parecía alegre eran los sones de la desafinada banda de música. Ni luces de aquella parafernalia que armaban los del PRI en sus tiempos del “partidazo” y más tratándose de la llegada de sus nuevos líderes. Jorge González, presidente, y Mariana Nasar Piñeiro como Secretaria General.
Así fue el relevo ayer en un partido cauteloso, arrinconado, asustadizo por más que los priistas de colmillo retorcido digan otra cosa. Sostienen que las encuestas son sólo una fotografía de una realidad momentánea, que son inútiles para predecir un resultado el día de las elecciones.
Puede ser cierto pero lo que manifestaron ayer es que andan pávidos y más con las torpezas que deja el anterior dirigente, Germán Espinoza Santibáñez quien ayer, sin pena ni gloria, se fue.
Llegaron los nuevos directivos. En el presidente, la experiencia. En la Secretaria General, la juventud, el empuje, la cara nueva.
Aunque es el líder de un partido que necesita presentar la mejor cara en este momento de competencia electoral, a Jorge se le vio adusto. Eso sí, apegado al rito llegó en medio de algunas porras para rendir protesta, lo mismo que Mariana.
Entre la gente que llenó la explanada, el ambiente era diferente. Fueron los priistas “de abajo” los del voto duro, los que creen en las instituciones y presumen la camiseta con el escudo tricolor, los que pusieron ánimo. Son contraparte de los altos funcionarios beneficiarios del PRI que con la fama, poder y dinero que les dio este partido, saltan a otro partido con cinismo exacerbado.
Esos priistas que aplaudieron ayer sostienen que decir que el país no aguanta otros seis años más de PRI es un reduccionismo simplista y panfletero porque hay muchos PRI y con cada presidente es distinto.
Reconocen pero también fustigan. Así lo hizo un viejo militante. Al ver a la virtual candidata al Senado, Yarith Tanhos, que repartía abrazos y besos al por mayor, le dijo con ironía: ¿qué milagro que se aparece por aquí? “Es que ahora el PRI es diferente”. Obvio, es, otra vez, candidata.
Sedesol bajo sospecha
Les decía ayer que el político tuxtepecano, Eviel Pérez Magaña, por su posición como uno de los más poderosos Secretarios de Estado, está en el vórtice del huracán en este año electoral. Ya le achacan el dicho: “todo aquel que aspira al poder ya ha vendido su alma al diablo” ¿Será?
Surgen suspicacias por el papel que jugará dado que la Secretaría a su cargo, dicen los partidos de oposición, usaría discrecionalmente el presupuesto de la Sedesol, que pasa de los 15 mil millones de pesos, para inducir el voto en este periodo electoral.
El mismo Eviel, en una de sus recientes visitas para apoyar a los damnificados del temblor que devastó buena parte de la Costa Chica, reveló que como parte de este esfuerzo, el gobierno de la República ha destinado este año, cerca de 15 mil millones de pesos para el desarrollo social del estado y que 10 de cada 100 pesos del Fondo de Aportaciones para la Infraestructura Social (FAIS), que se aplica a nivel nacional, serán destinados a Oaxaca. Ello implica recursos por más de 7 mil millones de pesos para este estado en el presente año.
Cifra colosal de dinero que, bien invertido, serviría para levantar los pueblos afectados por el temblor. Al margen de hacernos ilusiones de que este desastre natural y las adversidades en territorio oaxaqueño, serían más efectivos que el fiscal anticorrupción más fervoroso, me uno a las suspicacias que sacuden la honestidad de Eviel Pérez Magaña.
Vale releer el reportaje de Proceso publicado la semana pasada. Señala que el nuevo titular de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) no sólo carece de experiencia en materia social y de combate a la pobreza: su historial en el PRI está marcado por actos de corrupción, enriquecimiento ilícito y oportunismo.
Documenta que “en el gobierno de Peña Nieto, dos empresas vinculadas con Pérez Magaña, radicadas en su bastión de San Juan Bautista Tuxtepec –municipio oaxaqueño del que fue alcalde en 2001–, obtuvieron contratos federales por más de 137 millones de pesos, como consta en el Registro Público del Comercio y en el Portal de Obligaciones de Transparencia (POT).
“Dos de esos contratos fueron otorgados por la delegación de la Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) en Oaxaca, dirigida por Jorge Toledo Luis, quien era entonces suplente de Pérez Magaña en el Senado. Toledo fue presidente estatal del PRI en Oaxaca y coordinó la campaña de Pérez Magaña para la gubernatura del estado, que perdió ante Gabino Cué Monteagudo en 2010”.
En la misma revista rememoran que “durante su gestión en la Secretaría de Obras Públicas de Oaxaca, durante el gobierno del también priista Ulises Ruiz Ortiz, Pérez Magaña, fue señalado de participar en el saqueo del erario estatal a través de la empresa Comercializadora Tres Hermanos, SA de CV (Cothesa), que fundó con su padre en febrero de 1997 en Tuxtepec, según el acta constitutiva consultada por Proceso.
“En abril de 2015 la delegación de la CDI en Oaxaca otorgó un contrato por 3 millones 536 mil pesos a Cothesa para la construcción del sistema de agua potable de la localidad de Piedra Quemada, perteneciente a Tuxtepec, como consta en el POT. En un acta administrativa de Cothesa fechada en noviembre pasado, aparece como representante legal José Alberto Pérez Magaña, hermano del titular de la Sedesol”.
“Rolando Pérez Magaña, otro hermano del funcionario, es mencionado en un acta de octubre de 2017 como representante legal de Construcciones Civiles y Asesoría Técnica, S.A. de C.V., una empresa fundada en 2002 en Tuxtepec. Durante el gobierno de Ulises Ruiz en Oaxaca, esta empresa obtuvo jugosos contratos de varias dependencias, entre ellas la Secretaría de Obras Públicas que encabezaba Eviel Pérez Magaña”.
Esto es un botón de muestra de los actos de corrupción mediante el tráfico de influencia tan acendrado entre muchos altos funcionarios, vicios de los que Eviel no es ajeno, según leemos. De ellos se derivan las sospechas de que Sedesol podría ser factor para inducir el voto hacia el PRI.

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