Nuestros Viernes de Cuaresma
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Nuestros Viernes de Cuaresma

 


Este es el relato de lo que fue una de las mejores etapas de nuestra vida, la de estudiantes universitarios, los cruzados, los paladines del ideal que luchamos, siempre, por un ensueño, por un derecho, por un amor.
El Llano era un lugar de diversión, de descanso y de esparcimiento, que era amenizado, los domingos, por la marimba del gobierno del estado.
El paseo se inició por la devoción de las familias católicas que empezaron a frecuentar el templo de Guadalupe durante los “Viernes de Cuaresma”, debido el culto a una imagen de la Virgen de Dolores y sobre todo durante la celebración de la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe; al salir de misa de 12 o de cinco de la tarde, recorrían la explanada, convirtiéndola en un paseo familiar.
Los jóvenes enamorados, aprovechaban el paso de las jovencitas de ese tiempo, para obsequiarles flores o entregarles cartas de amor, burlando la estricta vigilancia de los celosos padres.
Fueron los integrantes del Congreso Local de Estudiantes, CLE, del Instituto de Ciencias y Artes del Estado, quienes iniciaron e institucionalizaron los Viernes del Llano, y continuaron la tradición los integrantes de la Federación Estudiantil Oaxaqueña, FEO, de la Universidad “Benito Juárez” de Oaxaca.
De este inicio, Gloria LarumbeReimer cuenta que, como signo de galantería, se obsequiaban pequeños ramos de flores como violetas, heliotropos, pensamientos y nomeolvides, armados con plantas de ortiga, llamadas pegajosos, a la dama elegida, quien la pegaba a su pecho y se paseaba muy oronda con aquel bouquet (Así era Oaxaca, Lito GRAPO, 1998, p. 121)
Durante los cinco primeros Viernes de Cuaresma, de siete a nueve de la mañana, el Andador Poniente de El Llano se convertía en un Paseo; los estudiantes universitarios, con mucha alegría, entusiasmo y respeto, rendían tributo a la juventud, a la belleza y al amor, obsequiando claveles y rosas, que acompañaban con una pequeña tarjeta con algún verso de amor para sus novias, amigas o compañeras de estudios, que lentamente paseaban, —de tres, cuatro y hasta de cinco al frente y hasta de media cuadra, de fondo, acompañadas con melodías de la Banda de Música o de la Marimba del gobierno estatal. Luciendo, sonrientes, las rosas y los claveles, con las que iban formando ramos, pequeños y grandes, según la admiración que despertaban.
El programa era organizado por el Consejo Directivo de la Federación Estudiantil Oaxaqueña, FEO, de la Universidad “Benito Juárez” de Oaxaca, quienes invitaban a las estudiantes de la Unión y Progreso, del Colegio Científico de Antequera, Verbo, y de la Academia Oaxaqueña, participaban todas las escuelas que integraban la universidad (comercio, derecho, arquitectura, medicina, enfermería, ciencias químicas, bellas artes y la preparatoria), y además quedaba abierta la invitación para todos los jóvenes que quisieran asistir.
El Paseo se iniciaba con el Himno al Estudiante: Los estudiantes/ son los cruzados/ los paladines del ideal. / Por causas nobles/ siempre su brazo, / estará presto/ para luchar. / Aunque a su pecho/ llame la duda/ y aunque a su pecho hiera el dolor. / Lucharan siempre/ por un ensueño/ por un derecho/ por un amor.
Por el colorido, la alegría y el gozo con que se disfrutaban, ningún Viernes era igual; todos eran extraordinarios, sencillos y puros.
Las flores, claveles y rosas, las obsequiaba el Consejo Directivo de la Federación Estudiantil Oaxaqueña y las ponían a disposición de los estudiantes universitarios para que las fueran regalando; los proveedores de las flores eran Clavelito, El biche y Ricardo, pero también, de madrugada, algunos estudiantes de comercio, cruzaban a pie el Río Atoyac e iban a traerlas hasta San Martín Mexicapan, al jardín del papá de Jacinto Geminiano, que con mucha paciencia se las regalaba, porque no le quedaba otra ya que él las cultivaba para venderlas en la esquina de Las Casas y 20 de Noviembre; otros, alumnos de la Prepa, iban a comprarlas a la Trinidad de las Huertas; o de plano iban a cortarlas al jardín de la Prepa o del algún jardín que se atravesara a su paso. Los que podían compraban las flores en el Llano.
La emoción más grande de este día era quedar bien con la chica de tus sueños y que te aceptara una flor. Las compañeras recuerdan hasta cómo iban vestidas ese día; las palabras con las que las conquistaron y, al recordarlo he visto sus lágrimas, -esto es un sueño qué, los que lo vivimos, hicimos realidad.
Las tarjetas que se obsequiaban eran de cinco por ocho centímetros, en el frente traían el escudo de la Universidad y los nombres del Presidente y del Secretario de Festejos del Consejo Directivo de la Federación Estudiantil Oaxaqueña; en el reverso, una Rima de Gustavo Adolfo Bécquer o de algún otro autor, conservo una que dice:

RIMA XXIII
[A ella. No sé…]

Por una mirada, un mundo;
Por una sonrisa, un cielo;
por un beso… ¡Yo no sé
qué te diera por un beso!
Amenizaba la Banda de Música y la Marimba del gobierno del estado que se colocaban a cada lado del estrado, entre el andador Poniente y el monumento a Benito Juárez.
El momento culminante de los Viernes de El Llano era la elección de la madrina; la elección la hacían los miembros del Consejo Directivo de la Federación Estudiantil Oaxaqueña, FEO, y en caso de que hubiera algún invitado, como cortesía, le pedían que hiciera la elección; el invitado devolvía la cortesía y finalmente la hacían entre todos.
Unos minutos antes de las nueve de la mañana, elegían a la madrina de ese viernes, que podía ser la más bella o a la más simpática o a la más sencilla; hecha la elección invitaban a la agraciada a subir al estrado para hacerle el reconocimiento público, entregándole un ramo de rosas rojas; a continuación todos entonábamos el Himno al Estudiante con el que terminaba el evento.
Algunas de las madrinas fueron: Malú Vásquez Escobedo, Lulis Marroquín, Janet y Dora Monteagudo, Estela Rodríguez, Rosa María Serrano, Marilú González, Elisa Sánchez, Concepción Rojas Walls, Elia del Carmen Tinoco, Isabel de la Fuente, Elsa Solís, Clara Fagoaga, Ana Ma. Rojas Gutiérrez, Soledad Álvarez Castillo y Gabriela Velásquez Rosas.