Ya nadie toca tierra
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Editorial

Ya nadie toca tierra

 


Desde hace años, las giras de trabajo oficiales dejaron de hacerse vía terrestre. Hasta hace un par de sexenios, los gobernadores acudían a las comunidades a bordo de camionetas, inclusive de doble tracción cuando lo accidentado del terreno lo ameritaba. Los secretarios del gabinete, directores generales o funcionarios menores en consecuencia, iban por el interior del estado en modestos vehículos. No se diga de los representantes de los medios de comunicación, que acudían a cubrir las giras del ejecutivo o de Secretarios de Estado que llegaban a la entidad para dejar recursos. Ahora no. Los corresponsales de los medios llamados nacionales se desplazan en helicóptero, generando con ello un gasto brutal para el erario, sin nada que lo justifique. El vicio del uso de vehículos aéreos está tan arraigado que ya nadie quiere tocar tierra. Es más, ya no sólo el ejecutivo lo usa por comodidad o porque así lo reclama su agenda de compromisos e investidura, sino dicho vulgarmente, “cualquier baba de perico”. Como si viajar por tierra y constatar en el camino la situación tan deplorable de algunas de nuestras comunidades, fuera una afrenta personal.

El ejercicio público dejó de tener una pizca de humildad. ¿Cuántos millones le cuestan al erario estatal, el uso y abuso de los viajes en helicóptero para giras en el interior del estado? Si se constata en internet el costo de una hora de vuelo y el uso de una aeronave esté en el aire o en tierra, la sorpresa será mayúscula. Con el accidente que ocurrió el pasado 16 de febrero en Santiago Jamiltepec, con el saldo de 13 personas fallecidas, no por el sismo de 7.2 grados sino por el desplome de un Black Hawk de la Fuerza Aérea Mexicana, ojalá que sirva de lección para el gobierno estatal y quienes ahí se desempeñan. Oaxaca requiere de políticas de austeridad, de apretarse el cinturón y dejar de erogar cantidades millonarias por concepto de bienes suntuarios. Los recorridos por tierra, salvo que exista alguna premura, deben ser la pauta para funcionarios, así sean de primer nivel. Sólo el ejecutivo debe tener esa potestad. Ya basta de protagonismos, de manejos discrecionales del presupuesto público y hedonismo. Insistimos: nadie experimenta en cabeza ajena. Lo ocurrido en Jamiltepec ha quedado grabado en la conciencia colectiva como algo que no debió pasar. Como una mancha indeleble que jamás debe repetirse.

Dicotomía: Urgente legislar

Durante toda la semana, EL IMPARCIAL. El Mejor diario de Oaxaca, ha desplegado en sus páginas una campaña para alertar a la sociedad sobre uno de los males de nuestro tiempo: la dicotomía en los servicios que se otorgan en lo que tiene que ver con la salud. Ya es común que ante la falta de una legislación al respecto, a menudo el ciudadano común y corriente se encuentre a merced de verdaderas mafias de médicos, que sin escrúpulo alguno explotan a más al paciente y, además, renunciando al juramento hipocrático, hacen de la medicina una veta de oro. Estamos conscientes de que los años de estudio y de “quemarse las pestañas” lo ameritan, pero ello ha llevado a realizar acciones poco éticas. Por ejemplo, es ya común que médicos de cualquier especialidad receten medicinas de patente, sobre todo, de las más caras, las cuales se consiguen solamente en ciertas farmacias. Obviamente, cuando se trata de antibióticos, que sólo se venden con receta médica, las farmacias la surten quedándose con una copia de la misma, en donde viene el nombre, domicilio, correo electrónico y cédula profesional de quien la extendió. ¿Habrá comisión? Sin duda alguna.

Los y las hay asimismo, que cuentan en sus particulares consultorios, de verdaderos talonarios de solicitudes para exámenes clínicos. El paciente debe hacérselos sólo ahí, en donde el especialista le indica, no en donde su bolsillo disponga. Hay quienes sin los estudios correspondientes cobran estratosféricas para operar, sin haber dado la oportunidad a “la víctima”, que escuche otras opciones y opiniones facultativas. Se dan casos que entre los mismos médicos existen cochupos y negocios. Es decir, nuestra campaña no sólo es para informar a nuestros lectores del diario impreso y nuestra página electrónica, sobre los graves riesgos que existen en el ambiente de la salud, de los que a veces ni cuenta nos damos. Existen casos de pacientes que antes de ser alguna intervención quirúrgica han acudido a otros especialistas, logrando diagnósticos totalmente opuestos. Tal parece que en algunos casos lo que importa es encajarle el diente al enfermo, sin recato alguno, pues tal parece que no existen mecanismos legales ni mucho menos, un marco jurídico, que sancione dichas conductas en total desapego a la ética profesional. Y en este periódico siempre nos hemos ubicado del lado de la sociedad, sin maquillaje ni artificio alguno.