S-22: Movilización eterna
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Opinión

Editorial

S-22: Movilización eterna

 


Desde 1980 en que apareció la disidencia magisterial en Oaxaca, al formarse la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), con maestros de al menos otras cuatro entidades del país, la educación que imparte el Estado ha ido en espiral descendente. La excesiva politización del magisterio; la pérdida de horas de clase; el cierre de escuelas por motivos diversos, no precisamente que tengan que ver con la educación y la movilización perpetua, han creado un boquete irreversible. Amparados en la libertad de expresión y sus derechos sindicales, la Sección 22 ha hecho de Oaxaca rehén perpetuo de sus protestas, marchas, bloqueos y plantones. Pese a los salarios que devenga la mayoría de los 81 mentores, nunca están satisfechos. Por ello aquí la Reforma Educativa ha naufragado. Hablar del magisterio es referirse a un ente de irresponsabilidad, ambición, protesta, abusos y atropellos a la sociedad. Hoy, de conformidad con los acuerdos de la supuesta Asamblea Nacional Representativa (ANR) y para boicotear la reunión del SNTE a celebrarse en Puerto Vallarta, Jalisco, la disidencia incrustada en la famosa CNTE realizará una protesta “nacional”.

Esta acción no es nada fortuita. Los maestros, al menos los oaxaqueños, siempre han operado como mercenarios y beneficiarios del momento político. Es evidente que la protesta se inscribe en una escalada que conlleva como fin abonarle a la candidatura de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de la República. Para el magisterio disidente, AMLO es su mejor opción; el promotor del cambio revolucionario que ellos piensan que les permitirá seguir lucrando con el salario que devengan sin trabajar; que les abrirá la opción no de educar sino de adoctrinar. Es decir, en el esquema de Venezuela. En Oaxaca, la Sección 22 –o mejor, el Cártel-22- se convirtió en un ente abominable que ha quebrado la economía y ha estado a punto de crear los escenarios de una guerra civil, como en el 2006. Quienes han padecido los efectos de su anquilosada protesta saben que se trata de un movimiento sin rumbo ni destino, pues está anclado en el fanatismo, la intolerancia y la ignorancia. El maestro que cierra centros comerciales, oficinas de gobiernos, casetas de cobro, carreteras que comunican a destinos turísticos, bancos y demás, parecen ignorar lo que ello representa. Lo ideal es cobrar su quincena sin trabajar y lo demás no importa. ¿Pasará lo mismo de llegar AMLO a la presidencia? Lo dudamos.

Los ejes del crimen

Aunque la ciudadanía lo vea de manera superficial y los organismos públicos lo vean con soslayo, el tema de la inseguridad y el crimen en Oaxaca ha ido escalando en importancia. Según algunos órganos no gubernamentales que hacen estudios sobre la inseguridad en el país, hay al menos cuatro regiones en la entidad en donde se cometen tantos asesinatos, que bien pueden equipararse con las ciudades más violentas de Guerrero, Colima o Tamaulipas. La semana anterior, los habitantes de la Cuenca del Papaloapan se estremecieron cuando trascendió la ejecución de cinco personas al interior de un conocido rancho. En la escena del crimen había dos jóvenes, uno de ellos menor de edad. Esto implica que en los grupos de sicarios a sueldo y pistoleros, ya no existe un poquito de recato para cometer las peores bajezas y aberraciones. Ya es común que se encuentren cuerpos desmembrados y cadáveres con huellas de tortura y degollados. Es evidente que las bandas rivales tratan de imprimir miedo a sus enemigos. He ahí la razón de crueles ejecuciones, producto sólo de mentes enfermas y sujetos sin escrúpulos.

En el Istmo de Tehuantepec, particularmente Juchitán de Zaragoza, sigue encabezando la lista de las ciudades más violentas del país. Las ejecuciones se han centrado sobre ciertos sectores de la sociedad teca. Los operadores de moto-taxis representan un escenario especial. Si se contara a los asesinados en menos de un año, la sorpresa sería mayúscula. Los crímenes se vuelcan sobre ellos porque dichas unidades son utilizadas no sólo para llevar pasajeros, sino al mismo tiempo para distribuir droga; para cobrar derechos de piso o rescates de secuestros. En este entorno criminal, tampoco se han salvado los Valles Centrales. Ya mencionamos la semana pasada la ejecución de un conocido médico en la populosa Colonia Reforma, a plena luz del día. Ya es común saber que se encuentra el cadáver de mujer u hombre, en parajes solitarios que rodean a la capital oaxaqueña o en comunidades como Jalapa del Valle, San Felipe Tejalapam o San Lorenzo Cacaotepec, por decir sólo tres. La delincuencia no ha dado tregua, ante una ofensiva parálisis de los cuerpos policiales que parecen vivir en otro mundo. El directorio de feminicidios y crímenes sin esclarecer sigue creciendo sin que se advierta el menor propósito de revertir esta triste situación. Lo peor, es que ni siquiera se le da cuenta de esta situación al ejecutivo estatal.