Los pequeños serán los sobrevivientes
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Los pequeños serán los sobrevivientes

 


Pienso que el Dr. Gregorio Marañón tenía razón cuando decía que “vivir no es solo existir, sino existir y crear, saber gozar y sufrir, y no dormir sino soñar, descansar es empezar a morir”.

Los pronósticos nos dicen que la economía global en el siglo XXI va a ser dominada por pequeñas empresas multinacionales que pueden estar constituidas por tres o cuatro empleados, incluso por uno.

Estas pequeñas empresas de estructura simple, plana, con gran versatilidad para el cambio, son un nódulo de una red internacional en la que trabajarán conjuntamente con otros muchos individuos, parte de la red, que se irá multiplicando y haciéndose cada vez más grande y poderosa, al mismo tiempo que los nódulos se hacen más pequeños.

Estas pequeñas y poderosa empresas multinacionales serán las que creen la economía mundial usando las nuevas tecnologías proporcional a su tamaño. La diferenciación competitiva la producirán la rapidez del mercado y la innovación.

John Naisbitt nos dice que: “Los ganadores del siglo XXI serán los que puedan transformar sus organizaciones en algo que se parezca a un 4 x 4: un vehículo todo terreno con tracción en las cuatro ruedas, que sea fuerte, ligero y altamente maniobrable. Este nuevo vehículo, la organización del siglo XXI, no puede ser creado a través de la mejora continua sino por medio de un cambio radical.

“No basta con correr hacia el futuro con un nuevo vehículo organizacional; también necesitamos un punto de vista claro sobre a dónde nos dirigimos; en el siglo XXI los ganadores serán los que permanezcan a la cabeza de la curva del cambio, redefiniendo constantemente sus industrias, creando nuevos mercados, abriendo nuevos senderos, reinventando las reglas de competición, cuestionando el statu quo”.

Para operar eficientemente un sistema para la creación de riqueza debemos apegarnos a los principios que nos permitan conservar las ventajas competitivas, identificar y eliminar los cuellos de botella que tenga nuestra empresa; profesionalizar la administración con un liderazgo y una administración que nos permitan entender el mercado y estar en condiciones de aprender a jugar con un nuevo tipo de capitalismo.

Pienso que lo que está emergiendo es un nuevo sistema de creación de valor.
Usando la escala apropiada no debemos olvidar jamás que como oaxaqueños, como estudiantes técnicos, como profesionales, como emprendedores y como seres pensantes, tenemos la responsabilidad de ser jugadores, protagonistas y promotores de la aplicación práctica de los conocimientos que estamos adquiriendo.

Estar conscientes y aceptar que vivimos en el siglo de la globalización, creatividad, innovación, interdependencia, competitividad, informática, comunicación a través de satélite, preservación del medio ambiente, los avances tecnológicos espectaculares y el reconocimiento del ser humano como persona. Esto nos obliga a estar permanentemente actualizados, a seguir con disciplina un programa de educación profesional continua al que deben ayudar los empresarios que tienen visión; las universidades, tecnológicos y colegios de profesionistas que imparten cursos de posgrado; las dependencias y entidades de la administración pública que contratan a profesionistas.

Estas instituciones al admitir o contratar deben exigir a los profesionales que sean titulados, que estén certificados, que pertenezcan a algún colegio de profesionistas y sobre todo que cumplan con la Norma de Educación Profesional Continua.

Solo de esta forma podremos alejarnos del conformismo y de la mediocridad que tanto daño nos están haciendo.
Recuerdo emocionado que conocí a la mayoría de mis maestros, consejeros y amigos en Ejecutivos de Oaxaca; como asociación nos interesaba de manera prioritaria la capacitación personal y la de nuestros colaboradores.

Para satisfacer esta necesidad, organizábamos cursos de motivación y capacitación para ejecutivos, para vendedores y para secretarias con excelentes resultados ya que estábamos convencidos de que hacíamos una inversión a corto plazo en la que ganábamos todos.
Es prometedor que después de unos años nos reencontremos en la revolución de la comunicación, de la información y de la informática y mantengamos el mismo deseo de aprender y capacitar.

Hoy como entonces había un sentimiento general de seguridad, de optimismo, porque sabíamos a dónde nos dirigíamos y cómo íbamos a llegar allí. El futuro parecía pertenecernos, parecía que lo podíamos controlar, ordenar y predecir. Era una gran carrera hacía el progreso y la prosperidad.
Debemos saber que estamos construyendo el país en el que vivimos y que vamos a heredar a nuestros hijos y a nuestros nietos. Leyendo a Rómulo Gallegos encontré el relato de un padre que conduce a su hijo de la mano y frente a unos vestigios arqueológicos, que yo visualizo como los nuestros de Mitla y Montealbán, el niño pregunta asombrado ¿por qué están de pie estos vestigios de grandeza, de cultura después de tantos tiempo, después de tantos terremotos, de estar expuestas a la erosión de la lluvia, del viento y a la destrucción por la mano del hombre? El padre le contesta: “están de pie porque los hombres que las construyeron estaban conscientes de que estaban construyendo una nación; el material que usaron era realmente de primera, los constructores tenían verdaderamente los conocimientos, el talento y la experiencia necesarios y trabajaban en equipo como si fuera un solo hombre”.

Para trabajar en equipo debemos dar individualmente lo mejor de nosotros mismos a la persona que tenemos enfrente, cuando la tenemos enfrente, porque tal vez nunca la volvamos a ver, sobre todo en estos tiempos difíciles en que “es imperativo hacer alianza entre empresas, pero también entre sectores, es decir, entre el empresario, gobierno y la sociedad civil; solo no se pueden solucionar los problemas futuros de la sociedad; aquellos que andan solos entraran en la lista de especies en peligro de extinción” nos dice James Austin.