“Belleza y sabiduría” en el Anáhuac
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Opinión

Toltecáyotl

“Belleza y sabiduría” en el Anáhuac

 


Nuestra civilización Madre, siempre se manejó con metáforas, aforismos y parábolas, para expresar su conocimiento y su sabiduría. El concepto “Flor y Canto” se puede entender como: Flor, la belleza. La belleza se da a partir de la equilibrada proporción. Lo que es “bello”, guarda equilibrio y proporción, sea un rostro humano, una fachada de un edificio o un cuadro. De esta manera la belleza metafóricamente se traduce como lo que está equilibrado, lo que guarda la justa proporción. La belleza en las palabras, los conceptos, los actos, las ideas y la energía.

Para los toltecas, que por siglos trabajaron la Toltecáyotl en los Tollan (zonas arqueológicas), la sabiduría la manifestaban por medio de la poseía. Hablar de conceptos tan elevados requiere de formas muy elevadas, la poesía es y ha sido siempre, la creación más excelsa de los humanos. Artistas de diversos géneros puede haber muchos, pero poetas, muy pocos. No es en vano que se afirma que los poetas son la voz de los pueblos.
Pues bien, los Viejos Abuelos, a diferencia de los europeos no escribían textos filosóficos. En cambio, su sabiduría la filtraban a través de la poesía a la que le llamaron “canto”. En parte, porque la cultura ancestral anahuaca, es y ha sido, oral. Así que esta sabiduría se trasmitía a través de poesía. Los abuelos les llamaron Huehuetlactolli. Sabiduría ancestral que se trasmitía de generación en generación, no solo en los telpochcalli, cuicacalli y calmécac, sino en la voz popular, y que nos llegan hasta nuestros días, vigentes en las comunidades indígenas y campesinas.

Los toltecas llamaron a esta sabiduría milenaria, de manera metafórica, “Flor y Canto”. El temperamento de los pueblos y culturas del Anáhuac siempre ha sido de “dulzura”. En sus lenguas, en sus rituales, en sus bailes siempre se manifiesta la dulzura y la belleza como algo indisoluble. Y “los cantos” ancestrales, tienen casi siempre, una pátina de dulzura, aún los más tristes y dolorosos.

La Toltecáyotl es la suma de los conocimientos y la sabiduría civilizatoria del Anáhuac. La Toltecáyotl es una compleja y variada estructura de conocimientos que le permiten al ser humano vivir en armonía. Se puede esquematizar a través de lo que se conoce como “La pirámide de desarrollo humano tolteca”, que tardó miles de años en constituirse, y que parte de lo básico esencial, como es el Sistema Alimentario, el Sistema de Salud, el Sistema de Educación, el Sistema de Organización. Estos “sistemas”, por supuesto que, para su creación, además de siglos de investigación, requirieron de una estructura muy sólida de conocimientos que hoy llamamos “ciencia”. Conocimientos sobre las matemáticas, la astronomía, la biología, la química, muchos tipos de ingeniería, la botánica, la geología, la medicina, la nutrición, la zoología y la agronomía, un gran acervo de conocimientos, que fueron investigados, razonados, sistematizados, trasmitidos y mantenidos por siglos en el cuerpo civilizatorio, es decir, entre todas las culturas desde lo que hoy es Nicaragua hasta Canadá. Estos conocimientos, fueron usados con objetivos biófilos, jamás se usaron para inventar armas, o métodos de depredación de la naturaleza o explotación de otros pueblos.

Sin embargo, el conocimiento más elevado que lograron los toltecas, fue el logro de la conciencia del cuerpo energético del ser humano. Los toltecas trabajaron por milenios lo que hoy conocemos como física cuántica. Percibieron el universo como energía. Aprendieron durante miles de años, a conocer y utilizar el cuerpo energético, de igual manera que el cuerpo material, lo que le dio grandes alcances y posibilidades que hoy, la ciencia occidental desconoce, y que la cultura Occidental todavía no tiene la capacidad de comprender y dimensionar, porque ha quedado atrapada en el mundo material del comercio y la guerra, la producción y el consumo, en el tener para ser.

Belleza y sabiduría fueron la marca de la episteme anahuaca, siempre revestida de dulzura. Sabiduría que formó por siglos en las escuelas, “rostros propios y corazones verdaderos”, educando por muchas generaciones a personas que tenía principios y valores muy elevados, en el que la comunidad estaba por encima de la individualidad, el mundo inmaterial sobre el mundo material, la percepción abstracta sobre la percepción concreta, la igualdad de todos los seres con los que compartimos “la realidad”, sean orgánicos e inorgánicos.

En el colapso del periodo Clásico Superior, misteriosamente los toltecas destruyeron los Tollan (zonas arqueológicas) y desaparecieron dejando la profecía de su esperado regreso para restaurar el equilibrio y la sabiduría ancestral. Del año 850 a 1519 llegaron invasores salvajes y guerreros del Norte y del otro lado del mar. Mucha de la sabiduría se resguardó y ha vivido “agazapada-camuflajeada”, esperando el regreso mitológico del Quetzalcóatl interior. No todo se ha perdido, y en los pueblos indígenas y campesinos, en las grandes y pequeñas ciudades, sigue vivo este conocimiento que nos hace ser “lo que somos”, aunque todavía, no alcancemos a comprender. El futuro de México está en su pasado. Visite www.toltecayotl.org