Los abusos vs el turismo
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Opinión

Editorial

Los abusos vs el turismo

 


Durante la temporada decembrina, las redes sociales fueron el instrumento más eficaz para difundir los abusos y atropellos cometidos en contra de los visitantes del país y el extranjero, particularmente de algunos establecimientos de hospedaje en la costa oaxaqueña. Algunos casos dan cuenta del pago anticipado en reservaciones que nunca fueron respetadas; cobros excesivos; tarifas alteradas. De igual manera las quejas en contra del mal servicio en restaurantes; la no exhibición de los precios o los excesos en el cobro, fueron el pan de todos los días. Hace algunos meses mencionamos aquí la existencia de un restaurante en la Villa de Zaachila, muy socorrido por los prestadores de servicios, agencias de viajes y promotores turísticos, en donde el plato de mole cuesta 400 pesos. Es decir, muy por encima de lo que cuesta en cualquier restaurante de los más prestigiados en la capital oaxaqueña, pero además, no le entregan al cliente la cuenta desglosada como corresponde, sino sólo la suma global, lo cual impide hacer la cuenta de los productos consumidos. Por si ello no fuera suficiente, le hacen cobros excesivos. En ello no reparan en que los consumidores sean oaxaqueños, turismo nacional o extranjero. Tratan a todos por igual.

Lo grave de estos abusos es que nadie los sanciona. Resulta una verdadera paradoja que mientras la Secretaría de Turismo estatal, la SECTUR, sólo pondera las bondades de la temporada, se sigan permitiendo dichos excesos. La publicidad que se da de boca a boca entre quienes nos visitan, es eficaz para que Oaxaca se convierta en un destino non grato para los visitantes. Es importante la existencia de un área que sancione, además de la instancia responsable: la Procuraduría para la Defensa del Consumidor (Profeco), este tipo de irregularidades. Los abusos, cobros excesivos, malos servicios y otros, no pueden dejarse al arbitrio de las circunstancias. Los establecimientos que incurren en estas prácticas están contribuyendo a lacerar una de las únicas industrias de la que viven miles de oaxaqueños: el turismo. Hay razón de que nuestra entidad sea sólo un destino de paso. No existe una cultura para atender a los visitantes. Cada prestador de servicios busca encajarle el diente y sacar al mayor beneficio. Dichas situaciones deben ser castigadas y sancionadas conforme a los reglamentos existentes en la materia.

 

Acotar a poderes fácticos

 

Justo al inicio del Año Nuevo, el dirigente del Sindicato Libertad, Juan Luis Villaseca, se vio involucrado en un accidente automovilístico. De inmediato llegaron al sitio del siniestro, algunos de sus seguidores, particularmente taxistas. En principio, agredieron a los miembros del H. Cuerpo de Bomberos, que acudieron en auxilio de las personas lesionadas. Sin embargo, con una prepotencia sólo vista en los grupos criminales, bloquearon una calle importante de la Colonia Reforma, en donde se ubica una conocida aseguradora automotriz, para exigir –vía presión y chantaje, afectando a la ciudadanía- el pago del seguro correspondiente. El ciudadano de a pie se pregunta: ¿bajo qué estatuto se rigen sujetos como Luis Villaseca y hermanos; el Sindicato “Libertad” u otros, que haciendo alarde de poder, tratan de conseguir sus propósitos personales, afectando a toda una sociedad? ¿Cómo es posible que un asunto personal se convierta en una afrenta a la ciudadanía, como es el caso de quienes reciben daño en su patrimonio, pero cobran las afrentas a miles de inocentes, que no tienen ni idea del agravio?

En la opinión de muchos oaxaqueños ya es tiempo de que en este 2018, la protesta exacerbada y sin razón de grupos, organizaciones, maestros y sindicatos se vaya acotando. La entidad jamás podrá salir del atraso en que se encuentra en tanto no haya voluntad política para terminar con esas prácticas nocivas. Durante 2017 se dieron más de mil movilizaciones, es decir, un promedio de tres por día. Es imposible que un pueblo pueda vivir en paz, mientras le son conculcados sus derechos, como es la libre circulación. El caso del sujeto que dirige el Sindicato Libertad es la impunidad que le ha permitido el Estado, actuar con esos desplantes de poder. Juan Luis Villaseca, al igual que sus hermanos Erick e Iván, que han estado en prisión por delitos graves como son el homicidio de sus tíos. La ambición de controlar el transporte los ha llevado a cometer las peores bajezas. No se trata de un hecho menor. Es la práctica cotidiana de estos malandrines que se asumen dirigentes, lo que hace que un hecho particular, se convierta –como decimos antes- en agravio colectivo. Eso no debe permitirse más. Hay que actuar con los instrumentos que la ley obliga para mantener el bien colectivo y el Estado de Derecho.