¡Felicidades Oaxaca!
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Editorial

¡Felicidades Oaxaca!

 


Hoy en Navidad. Día de regocijo familiar, de encuentro, de festejo. El nacimiento del Niño Jesús, en la Nochebuena, es motivo de hacer tregua, de alentar la paz y la concordia; de apostarle a la civilidad y la sana convivencia. En este segmento editorial, que es la opinión de los directivos y editores de EL IMPARCIAL. El mejor diario de Oaxaca, siempre hemos admitido que nuestro estado merece otro destino; que se deben cambiar las reglas de convivencia social y que ya no podemos seguir como hasta ahora. Es necesario darnos la mano, estrecharnos y caminar juntos para construir los nuevos derroteros del desarrollo y el progreso. Es la pobreza, los desequilibrios, la injusticia y la marginación lo que ha hecho crear entre muchos un sentimiento de venganza, de agravio y de chantaje. Pero eso ya no puede ser. Existe entre la sociedad oaxaqueña un gran desencanto, justamente por la impunidad con la que operan organizaciones, grupos, maestros, normalistas, etc., que a menudo vulneran los derechos civiles de las mayorías. Y ha sido entre otros, factor de discordia y de molestia permanente. Unos se burlan con la excesiva tolerancia del gobierno; otros, deploran que no se aplique la ley como corresponde.

La idea de que ya no podemos seguir como hasta hoy permea en lo que los sociólogos llaman “conciencia colectiva”. He ahí el por qué se hace este llamado hoy, que es día de Navidad. La pobreza y la marginación no se acabarán de un plumazo, menos con demagogia. Todos, absolutamente todos debemos contribuir, desde nuestras respectivas trincheras a paliar los efectos nocivos de ese estigma que llevamos arrastrando desde hace siglos. No lo podrá hacer solo el gobierno de Alejandro Murat. Menos lo podrán hacer los dirigentes de centenas de organizaciones que sólo buscan su beneficio personal, ni siquiera los maestros que –se sabe- sólo aspiran a mantener su nicho de confort y sus privilegios que han logrado a base de chantaje y de afectar los derechos civiles del resto de la sociedad. Crear el andamiaje de las nuevas reglas de convivencia social nos compete a todos. No es tarea de unos y la tranquilidad de otros. Que esta Navidad pues y los días de fin de año sean de reflexión y de toma de conciencia. Oaxaca es mucho más que sus problemas; mucho más que las ambiciones desatadas de unos y de otros; más aún que las disputas electorales y los cotos de poder de partidos. Hagamos conciencia. ¡Felicidades Oaxaca!

 

La falsa lucha triqui

 

Se advierte que los visitadores de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y dicho organismo, emiten medidas cautelares a diestra y siniestra, sin conocer a fondo la problemática social por la que atraviesa un determinado país o un estado. De saber la esencia de dichos problemas no emitirían de manera tan irresponsable mecanismos que lo único que logran es crear en el entorno un sentimiento de impunidad para quien recibe las sobadas medidas cautelares. Hay un grupo de indígenas triquis que siguen viviendo desde hace años, no de su trabajo, menos de lo que producen, sino de las dádivas que les otorga el gobierno, las cuales exigen a veces de manera violenta o incluso, agrediendo a funcionarios públicos. Desde hace décadas los triquis, la única etnia que vive en un exterminio permanente, a través de sus diversas organizaciones: MULT, MULTI o UBISORT, se han dedicado a medrar con el ardid de que son desplazados de su comunidad: San Juan Copala, al que antes llamaban “municipio autónomo”, el cual, ni es municipio sino agencia perteneciente a Santiago Juxtlahuaca y menos “autónomo”, figura inexistente en nuestra legislación.

Dos mujeres controlan a grupos no mayores de cincuenta triquis, con el mismo argumento de que son “desplazados”: Lorena Merino Martínez y Reyna Martínez. Y bajo la aureola de que tienen además, medidas cautelares, lo mismo exigen casas confortables dónde vivir que alimentos que ni están en su dieta alimenticia ni, mucho menos, están acostumbrados a consumir. Cuando el anterior gobierno les ofreció un terreno para construir sus viviendas, ninguna comunidad de los Valles Centrales los quiso recibir como vecinos. Pero querían además, casas de dos pisos, con todas las comodidades y hasta un templo a dónde irían a orar. Ante cualquier negativa del gobierno a acceder a dichas peticiones, es motivo suficiente para plantarse en los pasillos del Palacio de Gobierno y quedarse prácticamente a vivir ahí. Que se sepa, sólo la CIDH las ha aceptado con el estigma de “desplazados”, pues muchos de los que se han victimizado son asesinos que han cometido actos criminales al interior de su misma etnia. ¿Sabrá la CIDH que en los entretelones de dicha etnia, uno de sus usos y costumbres es la trata de personas, sobre todo niñas, que son vendidas hasta por cajas de cerveza? Estamos seguros de que lo ignoran, como lo hacen con una serie de arbitrariedades que se cometen a diario entre los triquis.