Panorama desalentador
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Editorial

Panorama desalentador

 


A punto de concluir 2017 y a pesar de los esfuerzos que se han realizado para abatir la pobreza en nuestra entidad, esta sigue campeando porque no se ha logrado alentar un desarrollo económico sostenido que ayude a generar inversiones y más fuentes de empleo permanentes y bien remuneradas.
Ante ello, el panorama económico y social para 2018 es poco alentador debido a las diversas presiones que se viven, tanto por el deslizamiento del peso frente al dólar como por la inflación cada vez más elevada.

No es un secreto que los programas sociales en los últimos 20 años sólo han contenido la pobreza y no la han abatido, por lo que se requiere rediseñarlos para hacerlos efectivos y que un crecimiento sostenido y vigoroso sea el camino más eficaz para combatir este problema.

A la luz de los resultados a nivel nacional y estatal, no hay un proyecto macroeconómico de mediano y largo plazos que dé confianza a las empresas para invertir; además, los mercados son poco flexibles y la estrategia en materia laboral no contempla la incorporación de ese sector.

Cuando los especialistas sostienen que en México no tenemos un proyecto de largo plazo y en el Plan Nacional de Desarrollo (PND) no hay metas cuantitativas, se puede entender por que la pobreza aumentó debido al crecimiento económico mediocre que no alcanza para dar más ingresos a los pobres. Ya que mientras el gobierno no sea capaz de generar un crecimiento mayor y más estable, esta cantidad seguirá en aumento.

Reducir la pobreza de manera estadística es muy sencillo para los gobiernos a través de dar subsidios transitorios a los ingresos, pero esto no resuelve el problema estructural de los pobres y la única manera de hacerlo es generando empleos permanentes y bien remunerados, lo cual solo se logra con crecimiento mayor y estable. El principal problema que explica un mayor número de pobres es la falta de creación de empleo con ingreso adecuado, porque se crece poco y eso es insuficiente para generar los empleos que se requieren.

Este año ha sido en especial complejo con respecto al tema de inflación y si bien las autoridades confiaron que la inflación comenzara una trayectoria descendente en los últimos meses del año, lo que tuvimos en particular desde octubre y sobre todo noviembre, fue el incremento en los precios del Gas LP y de algunas frutas y verduras que dieron un repunte. Hoy el escenario es poco alentador con riesgo de que los males empiecen con el llegada del Año Nuevo.

Consolidar el proyecto

La principal tarea del gobierno federal durante los próximos meses será definir la estrategia que cada estado en específico requiere para incrementar su productividad laboral, en lugar de asumir que el mismo diseño funcionará con todos por igual. Las Zonas Económicas Especiales (ZEE) parten de la promesa del sexenio de incrementar la productividad y son una oportunidad para elevar la productividad laboral en Oaxaca desde ambos ámbitos.
Tienen el acierto de enfocarse en eliminar la brecha de crecimiento y productividad que divide al norte y sur del país, pero la debilidad de ser una política que pretende utilizar la misma fórmula para impulsar a todos los estados donde será aplicada. En especial en nuestra entidad, donde muchas inversiones se han frustrado por la incursión de organizaciones sociales que lejos de promover su inserción en el desarrollo y progreso se han opuesto a los proyectos.

Llegar después siempre da la ventaja de aprender de la diversidad de experiencias, vistas en retrospectiva, y aprovechar las mejores prácticas como Benchmark para configurar la fórmula propia. Las ZEE, en sus múltiples formatos, son un instrumento de desarrollo económico cada vez más utilizado, desde que se creó el primer espacio con el concepto de zona franca, en 1959, en el aeropuerto de Shannon, Irlanda.

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Desde entonces se han multiplicado, particularmente en economías emergentes de Asia, Medio Oriente, África y, más recientemente, América Latina.
La estrategia para que Oaxaca logre mejorar sus indicadores económicos debe tener como base el impulso a la productividad laboral. Actualmente, un trabajador en Oaxaca produce el equivalente a 70 pesos por hora trabajada, mientras a nivel nacional cada hora trabajada genera un valor de 133 pesos. Es necesario definir claramente el enfoque que debe tener el impulso en productividad en cada estado para que se traduzca en beneficios de largo plazo.

El objetivo es impulsar la transformación estructural de la economía regional, para elevar su productividad y valor agregado. Son las fuentes de la movilidad social que estamos buscando en nuestro país, al apostar en el capital humano, la formación de encadenamientos y clústeres. Hoy se cuenta con un mapa claro de estas mejores prácticas, casos de éxito y requisitos; con esas pistas, pero en función de las condiciones y aspiraciones del país y de cada zona, se escribirá el éxito o fracaso.